Los ‘tibios’, como nos llamaban los seguidores de Duque y de Petro a los que apostamos por la propuesta de  Fajardo, López, Mockus y Robledo, logramos poco más de 4,5 millones de votos, los cuales hoy son el objeto de deseo de los candidatos que siguen en carrera. Son tantas las ganas de tenernos de su lado, que ya ambos comenzaron a modificar su discurso para atraernos.

Por ejemplo, Petro, en su discurso de paso a la segunda vuelta electoral, comenzó a alejarse de posiciones extremas para acercase a los ‘tibios’. En relación con el tema de la constituyente dijo: “Contrario a esa tendencia política que nos quiere devolver a la Constitución de 1986, nosotros queremos es aplicar la Constitución de 1991, construir un Estado de derecho”. Es decir, en relación con la constituyente de la que había hablado, dio un paso atrás.

Adicional a eso, el candidato de la Colombia Humana también se refirió al tema de la expropiación en entrevista con Patricia Janiot. “Cuando fui alcalde no expropié una sola casa, ni siquiera para hacer una avenida. No somos expropiadores, somos distribuidores y democratizadores de la iniciativa privada”, dijo con una clara intención de alejar demonios y atraer a quienes no lo quieren.

Duque, por su parte, no se quedó atrás. Una vez se conocieron los resultados de la primera vuelta, el candidato del Centro Democrático comenzó a suavizar su discurso relacionado con el proceso de paz con las Farc. En esa ocasión dijo que “no queremos hacer trizas los acuerdos” de La Habana. Una frase que, aunque suena muy linda, no va muy de la mano con lo que su partido y sus asesores han dicho en varias ocasiones.

A pesar de recibir todas estas frases seductoras de un lado y del otro, Fajardo ya dejó claro que él no va a apoyar ni al uno ni al otro. “Me precio de ser coherente y consistente: ni Petro ni Duque… Sería un irrespeto decir que soy el dueño de esos votos. Fui el candidato presidencial y se trabajó arduamente, pero no me considero el dueño de 4.600.000 votos en Colombia”, aclaró el ex alcalde de Medellín.

Así las cosas, como pasa en las novelas mexicanas, la niña pobre, esa con la que nadie quiere estar y todos se burlan de ella, pasó por su cambio extremo y se convirtió en una modelo inmensamente atractiva que todos desean. Como todo en política, lo importante es ganar a como dé lugar… Por esa razón, ahora todos quieren con los ‘tibios’.

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