Por voz de pueblo interpreto yo las sugerencias que varios lectores de esta columna me han formulado para que varíe el estilo o enfoque de mis artículos, pues quieren que señale variedad en los errores que gravitan en el lenguaje cotidiano de los colombianos. Acato, entonces, ese deseo.   

1.- «…ya en el terreno de las operaciones es una orden casi imposible de cumplir, pues se está es en guerra y allí la lucha es a muerte, sin contemplaciones». Sin contemplación alguna también golpearon el idioma en esta oración, tomada de una columna de opinión en un diario colombiano de circulación nacional. El verbo es (del infinitivo ser), que aparece después del verbo está, en la segunda oración, cumple el papel de ciertas personas que acuden a donde nadie las ha llamado: de metiche o intruso. Corrijamos: «…pues se está en guerra y allí la lucha es a muerte…». De tal forma, se evita el riesgo de que el español también muera en la batalla.

2.- «En este libro le enseño como debe de empezar a hacerlo». De un mensaje que me enviaron por Internet para aprender a triunfar, extracté este principio. Pero, confieso sin ambages, que no quise seguir leyendo, porque, si maltratan el idioma sin contemplación alguna, ¡cómo será lo que enseñan para que uno triunfe! Veamos: el adverbio interrogativo cómo debe llevar tilde, pues así lo indica la norma lingüística. En esta oración funciona como interrogativo indirecto, por eso no va acompañado de signos de interrogación. Para completar el atentado idiomático escribieron ‘debe de’, giro que solamente se usa para indicar duda en una expresión. Lo que querían indicar, sin embargo, era cómo debe uno proceder para seguir la guía para triunfar. ¡Vaya, vaya! 

3.«Lo primero que debe aprender y nadie le va enseñar son los principios básicos del triunfador». Para no desconectarnos del caso anterior, complementemos con esta otra oración de la misma cosecha. Los promotores del «dichoso libro» estuvieron tercos en hacernos famosos. Por eso imponían en su guía que lo primero que debemos aprender por cuenta propia, porque nadie nos los enseñará, son los principios básicos del triunfador. Entonces, ¿qué función tenía el promocionado libro? ¿No era la de enseñar? Pero ahí no está el descache, sino en que faltó una coma después del verbo aprender y otra enseguida del verbo enseñar; además, faltó la preposición ‘a’ entre los verbos va y enseñar. Así: «Lo primero que debe aprender, y nadie le va a enseñar, son los principios básicos…».

4.«El presidente (…) dijo que mientras hayan actos terroristas no se abrirá un diálogo». Así se leía en una noticia del diario liberal de la capital santandereana. Yo me niego a aceptar que hubiese sido el presidente de Colombia quien dijo tal barbaridad, porque lo escuché en televisión cuando abordó el tema. Fue el redactor de la noticia quien se la «parrandeó» por usar erróneamente la conjugación del verbo impersonal haber. Este verbo es causa de dolores de cabeza para muchos hispanohablantes. Yo creo que el asunto es por no centrarse en su función gramatical, porque dificultad, lo que se llama dificultad, no entraña su aplicación. Lo que el presidente de los colombianos dijo fue que «mientras haya actos terroristas, no se abrirá un diálogo». El verbo haber no admite plural, a excepción de los tiempos compuestos. (Tarea: averiguar qué son tiempos compuestos del verbo). 

5.«Aunque la antigua amistad salvó el impasse, se vino luego una seguidilla de dedicatorias de antología…». También seguidilla de exabruptos idiomáticos se da todos los días, a todos los niveles. En este caso se usó el vocablo impasse, que es de origen francés, sin ser de utilidad ni necesario en español. Para eso tenemos riqueza lingüística como ningún otro idioma del planeta. Pudieron escribir en el periódico donde se usó ese vocablo extranjero: «Aunque la antigua amistad salvó la dificultad (el inconveniente), se vino luego una seguidilla de dedicatorias de antología…».

6.- «Hacemos contacto con nuestro editor Margarita N.». Las discordancias todavía son un mal general entre los hispanohablantes. Una discordancia sucede cuando no coincide o no concuerda (de ahí el nombre concordancia) el sujeto de la oración con el adjetivo o el verbo, en género o en número. En esta expresión hay discordancia de género. El vocablo editor es de género masculino, pero el sustantivo Margarita es de género femenino. No concuerdan, entonces. En la televisión colombiana, donde se cometió este error, debió decirse: «Hacemos contacto con nuestra editora, Margarita N.». Ahora, si quien ocupa el cargo de editor es un hombre, naturalmente la concordancia será: «Hacemos contacto con nuestro editor, Pedro Pataquiva».

7.- «…como un damnificado más de los miles que habemos». Expresión escuchada en un medio radial, en boca de un afectado por las lluvias. Aún caen muchas personas al usar el verbo haber. Como este es impersonal, solamente admite conjugación en tercera persona del singular, tiempo presente del modo indicativo. Así: «…como un damnificado más de los miles que hay». Ahora bien, para que quede involucrado quien habla, puede decirse: «Como un damnificado más de los miles que somos».

8.- «La totalidad de lo que quedó en pie será demolido». Ojalá no sigan demoliendo también al español. Eso sucedió en esta oración. El sustantivo totalidad es de género femenino, y el participio demolido (del verbo demoler) es de género masculino. Por consiguiente, no hay concordancia de género. Es un error. Debieron escribir: «La totalidad de lo que quedó en pie será demolida». De tal forma, concuerdan en género los vocablos totalidad y demolida. Así no se demuele la gramática española.  

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