Arranquemos con una de tantas opiniones impopulares que tendrá este artículo: para mí el famoso VAR desnaturalizó el fútbol. Pero esa discusión entre lo deportivo, lo humano y lo tecnológico no es el punto. El punto es que el VAR, que de fondo es una tecnología que permite revisar jugadas en el menor tiempo posible, es la materialización de la transformación digital materializada en el deporte más masivo del planeta.

Lo que vimos en varios partidos de la Copa América fue un circo. Así, sin más. Árbitros confundidos, sin poder escuchar a sus interlocutores, fallos que con todo e imágenes seguían siendo polémicos. Y, particularmente en el partido Brasil vs Argentina, un show que dejó mal parados a todos y dejó sobre el tapete las fallas en la implementación de esta tecnología.

Y entonces, como casi siempre, la tecnología, la tan ponderada transformación digital y la tan mentada disrupción, vuelve a cruzar fronteras con lo humano de fondo, y con lo regulatorio en lo inmediato.

Podrá preguntarse, ¿qué tiene que ver las regulaciones con el VAR? Y la respuesta es: todo. Lo que vimos en la Copa América, cada show, cada pérdida de tiempo y cada declaración disonante de los jugadores se explica en algo muy simple: el uso del VAR no tiene, aún, reglas claras para su uso.

Para los futboleros de vieja escuela es una ofensa la comparación, pero qué le vamos a hacer. Lo más parecido al VAR es lo que ocurre en el fútbol americano. En el deporte de los americanos, el uso de la tecnología para determinar jugadas polémicas ya es parte fundamental del juego y, sobre todas las cosas, tiene unas reglas muy claras para su uso. Y eso precisamente, es lo que le hace falta a la inevitable andanada del VAR: reglas claras. ¡Regulación!

Ahora viene lo impopular. Los futboleros tenemos que aceptar que el VAR llegó y nunca se irá. Y, también, hay que reconocer que la implementación todavía es incipiente y es borroso el alcance que puede tener esta tecnología. Lo que sí se puede exigir es que se mejore en el marco regulatorio: que los jueces sepan cuándo las deben usar, que los jugadores no estén como desaforados pidiendo la intervención del VAR en cada jugada, que los técnicos tengan solo una o dos oportunidades por tiempo para solicitar una especie de ‘challenge’ y, quizá, ante una solicitud de VAR improcedente, el equipo pierda un cambio.

Solicitar regulaciones no es lo más popular. Mucho menos en esta época de unicornios y de la lógica ‘si no aceptas la transformación estas condenado a desaparecer’. Sin embargo, el VAR volvió a demostrar que, la tecnología es un paso más en el mejoramiento de un producto (el fútbol es un producto), pero no es el fin, que resulta ser el bienestar de los involucrados. Pedir reglas claras es tan impopular como necesario para evitar ver escenas de árbitros desconcertados y jugadores enloquecidos porque no cobran lo que ellos consideran.

Por cierto, y hablando de temas impopulares, ¿no será que la falta de regulación, o acaso la desregulación para los que ya estaban, es la base de las crisis que hay con los taxistas con Uber? Al final de cuentas, las reglas en cualquier juego deben ser iguales para todos, hasta en el de transportar personas por dinero hacen que la competencia sea realmente justa.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.