En tres meses ha dejado más de 4.700 personas muertas y seguimos contando. Las consecuencias para la salud pueden ser lamentables superando las del dengue, el abrazo del pato, la Chikunguña o la gripa porcina, H1N1. Estos chinos todo lo copian y lo mejoran, no hay duda.

La cosa no para ahí: la economía mundial está al borde de un nuevo colapso y parece el preámbulo de un nuevo orden mundial. Nuestros pesitos cada vez son menos competitivos y como consecuencia del “virus chino” el precio del dólar está por las nubes. Podríamos antes de mitad de año estar en los 5.000 pesos por dólar. Una locura en la que perdemos todos, así no gastemos, ni compremos, ni pensemos en viajar a lugares donde acepten dólares.

Pero en Colombia son tantas las noticias y tan esquizofrénico el diario vivir que, como si no fuera poco tener una pandemia, también debemos estar atentos con el ‘Ñeñe’, el ‘Ñoño’, la paz que nunca fue, las orgías de sangre de ayer, de hoy, de siempre. Y claro los incendios forestales, los diluvios y la mala calidad del aire en buena parte del país, no solo en Bogotá.

Además, seguimos atentos los partidos de octavos de final de la Champions que se juegan a puerta cerrada, la suspensión de la NBA, la Fórmula Uno y las eliminatorias suramericanas al Mundial de Qatar. O cómo avanza la cuarentena en toda Italia. A eso se suma la cancelación de clases en Francia y en España. La alerta naranja y medidas del gobierno de Iván Duque. Queda uno impávido ante la pandemia.

De tantas teorías sobre el origen de la gripa, China y sus consecuencias letales, ya no sé cuál es la verdadera. Entre memes, videos, noticias, opiniones y cadenas, el diluvio de información es difícil de procesar.

A mi hijo, el que vive en Estados Unidos, le cancelaron el semestre presencial, todas las actividades en el campus y las clases serán retomadas después de la Semana Santa, pero por Internet. Asimismo, el circuito de torneos interuniversitarios se cancela hasta que todo vuelva a la tranquilidad.

En el Estado en el que vive piensan que esa “normalidad” volverá solo hasta después del verano. Es decir, como en cuatro o cinco meses. Coinciden gran parte de los americanos en esperar con ansiedad el calor que acabe con el virus. No obstante, las medidas preventivas radicales y el número de casos no son representativos… aún.

Este recuento de eventos y la alarma mundial encendida, me hace acordar de una escena de Silvester Stallone en la película titulada ‘El demoledor’. En ella se planteaba como argumento central una sociedad del futuro después del descontrol, el delito y la violencia.

Particularmente, me llamó la atención en un momento del ‘film’ cuando una policía se coloca un casco para tener “sexo virtual”, ante la prohibición expresa de cualquier contacto físico debido a la cantidad de enfermedades y virus que generaron pandemias y una ostensible reducción de la población.

Una idea para una película de ciencia ficción, que pareciera el vaticinio de una realidad casi 30 o 40 años después de ser escritos los guiones. Aunque algunos piensen que mueren más personas por dengue o niños de hambre que por el COVID-19, que ya se expandió a más de 150 países en los cinco continentes.

Que la gente se salude con el codo, se ponga tapabocas y ya no se de besos ni abrazos, parece una gran puesta en escena como para un docudrama.

Al paso que vamos, el nuevo y poderoso virus habrá cumplido un objetivo que a lo mejor nadie se imaginó inicialmente: la transformación del mundo que conocíamos por uno lleno de miedo, fácilmente manipulable y controlable.

Me surge una pregunta: de ser ciertos los vaticinios apocalípticos y el cambio de todo lo que conocemos ¿Qué sería preferible, sobrevivir a la pandemia o morir debido a ella? En cualquier caso que Dios nos tenga de su mano.

POSDATA: Con los diluvios en Bogotá y las inundaciones, no he visto que el nuevo contrato social de la alcaldesa López tenga en cuenta que el alcantarillado pluvial y de aguas negras ya no está dando abasto en las zonas consolidadas. Las inversiones y trabajos son urgentes para que la ciudad no comience a hundirse, porque ya está inundada.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.