Siempre se sientan en las cabeceras de las mesas. Algunos explican (sin que nadie haya pedido explicación) que se sientan allí de manera inconsciente, que no es una decisión pensada sino instintiva, porque dirigir hace parte de su naturaleza. “Es que soy tan líder… El otro día me soñé que había una mesa redonda y, no me pregunte cómo, igual me senté en la cabecera”. Claro, porque es muy líder.

Puede que les pase lo mismo que a quienes estudiaron medicina por tradición familiar. Es decir, sienten la obligación de ser líderes de todo porque sus padres han sido líderes de todo, y los padres de sus padres han sido líderes de todo. Y en ese sentido, no pueden defraudar a sus ancestros. Sienten el deber de dar órdenes hasta en un partido de fútbol aficionado: “Usted defiende y yo en el medio del campo, obvio, creando juego… porque… ya sabe, es que soy muy líder, soy ocho en el eneagrama”.

Viven siempre al mando, “contribuyendo” con sus instrucciones (“hay que poner esto allá”), con sus verdades incuestionables (“habría sido peor con Petro, se lo aseguro”; o también: “habría sido mejor con Petro, se lo aseguro”), con sus incontrovertibles opiniones no pedidas (“así no se hace… así es como se hace”). Me pasó que una de estas personas, para refutar algo que yo expresaba, arrancó su “argumentación” diciendo: “Andrés, le voy a explicar por qué usted está equivocado”. No dijo “Andrés, creo (CREO) que se equivoca”. No. Estos líderes innatos no dan opiniones, sino las respuestas que el mundo necesita.

Son como ese papá insoportable (llamado a liderar por el simple hecho de ser papá) que siempre anda con el índice en alto definiendo lo que está bien y lo que está mal (“ser homosexual es antinatural”), sin asomo de dudas (“cuando yo le diga que el burro es negro no le busque pelo blanco”), sin permitirse pensar que, tal vez, increíblemente, pudiera estar errado. Me recuerdan al Profesor Jirafales, cuando una vez dijo inconsciente de su soberbia y, a la vez, inconsciente de su ignorancia: “Una sola vez me equivoqué… una vez que creí que estaba equivocado”.

Tienen que liderar hasta cuando no es su turno de liderar. Petro, el alcalde que ya no es y el Presidente que no fue, no puede resistir el impulso de pontificar sobre lo que hay que hacer frente a la pandemia (“Le voy a explicar, doctora Claudia López, por qué usted está equivocada”). Tengo amigos que le indican por dónde andar al taxista que lleva 20 años en el oficio, con millones de kilómetros al volante. Yo, alguna vez, le dije a mi abuela como fritar sus milenarios chicharrones.

Detesto la seguridad de estos líderes de todo. Son, como decía de mí una suegra: “Brutos pero decididos”. Detesto esa seguridad con la que afirman cosas que nadie sabe si son ciertas: “El coronavirus es una cortina de humo. Si yo le digo que el burro es negro…”. Y los detesto porque hablan con tanta propiedad que me hacen dudar: “Pues hasta razón tendrá… para qué le busco pelo blanco…”.

Tal vez no son idiotas. Tal vez. Dudar es la certeza con la que he crecido. Creo (nótese que dije “creo”) que se puede confiar más en las preguntas que en las respuestas: ¿Será? ¿Quién dijo? ¿Y eso qué tiene que ver? ¿Está seguro?

Y aún cuando no puedo (aunque quiero) asegurar que son unos idiotas, sí puedo afirmar que me caen gordos, tal vez porque una parte de mí quisiera ser como ellos, para decirles unas cuantas verdades y ponerlos en su sitio a todos juntos, como lo haría un líder de lo que sea. A una parte de mí le gustaría decir: “Profesor Jirafales, le voy a explicar por qué usted es un petardo”. Así, sin el “creo”, sin aclarar que es una opinión. No. “Le voy a explicar por qué, a todas luces, tras hacer varias pruebas contundentes y definitivas, después de conducir una serie de estudios clínicos y matemáticos, usted es un petardo sin remedio… Además, le voy a compartir un secreto, para usted que lo responde todo, que lo ‘aclara’ todo con su liderazgo y conocimiento infinito. Tome nota. El secreto es el siguiente: decir ‘no sé’ también es una respuesta correcta. Aprenda que no le voy a durar toda la vida”.

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Hago “stand-up comedy”. Para la muestra, un botón:

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Por primera vez un público se rió de una rutina mía de stand-up. Fue una alegría enorme: ver gente al frente carcajeando con lo que yo decía. No lo podía creer. Había fracasado cinco veces y la frustración es dura. Cinco veces estuve parado frente a un grupo de personas que me miraron durante cinco minutos sin lograr reír de verdad. Con seguridad "moriré" de nuevo en una tarima. He aprendido en estos meses que, no importa cuántos años lleve un comediante haciendo esto, cuando se para a probar material lo hace sabiendo que puede fallar. O mejor, se para a hacer stand-up a pesar de que puede fallar, porque lo anima más su ilusión de hacer reír. @123porwilly fue el primero que me dejó intentarlo, por allá en noviembre en @elsofaclub, junto a su socio de aventuras, @elpanterarojas. Willy, además, ha tenido el gesto de tallerear conmigo, cuando no es mucho lo que yo le pueda aportar a él. @hoyosgrises fue otro que me "adoptó". Me metió en el bolsillo, solo porque sí, para llevarme a cuánto Open Mic se encontraba. @gacastellanos, un comediante que saca adelante este duro oficio en Bucaramanga, resultó ser un fan enamorado del blog en eltiempo.com, y sin esperar absolutamente nada a cambio, me animó a seguir a pesar de las malas rutinas y estaba más convencido que yo de mis propias ideas. Y finalmente, quien pareció terminar de encajar las piezas, para que al fin me saliera una buena rutina, fue @monobio_. Con él, Gonzalo Valderrama, hice un taller que me permitió entender mejor todo eso que Willy, Germán y Alejandro me habían dicho en tantas conversaciones. Con Gonzalo pude al fin ver, al menos para una rutina, el código de "the Matrix". Gracias a ellos y a todos los que me que han prestado una tarima para hacer stand-up a pesar de ser tan malo y de ser un completo aparecido: @lacasivirgen, en @mrboggartcafemagico; @digameperez, en @cafesalvaje; @mafecomediante, en @aseismanos; @silviadefrente, en @comediaenchapines; @complejodeusuario, en @el_bajo_mundo Gracias también a los que sin tener idea de quién soy, me darán un espacio en los próximos días: @puracomediapapa, en @rembrandt_bar; @sandritahuertas, en @cafedelamontana; @rafadedospatas, en @tomatutomateopenmic.

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Encuentre esta columna de @agomoso cada 15 días.

La próxima, el miércoles 6 de mayo: “Mi esposa y yo le tenemos miedo a nuestro hijo de dos años”.

Si se perdió las columnas anteriores, aquí están:

¿Por qué es normal que un perro haga chichí y popó en calles y parques?

Confesiones que apenan: me dan miedo los perros callejeros

Que exijan licencia para ser padre, así como piden licencia para conducir

Estoy mamado de lavar loza

Envidio a quienes les va mejor que a mí y hasta disfruto cuando les va mal

Quisiera saber pelear, para darles en la jeta a los matones

Duele tanta maldad e indiferencia, pero igual saco tiempo para ver series en Netflix

No se diga mentiras: aunque sea un año nuevo, usted va a seguir en las mismas

Me siento obligado a comprar regalos que no quiero dar

Me ofende que no me inviten a los matrimonios

Soy un interesado

Llevo dos años sabáticos y ya se me está acabando la plata

Qué rico jubilarme… a los 36 años

No soy mejor que nadie, pero me encanta sentirme mejor que los demás

Quiero informarme seriamente, pero los medios insisten en tentarme a leer pendejadas

Yo también fui un periodista que gorreaba desayuno a las fuentes

Segunda parte: testimonio de un comediante principiante que no hace reír al público

Primera parte: testimonio de un comediante principiante que no hace reír al público

¿Cómo sería una red social en la que compartiéramos nuestros estados reales y antisexis?

Endiosamos a nuestros padres y con los años nos damos cuenta de que son humanos

Me la paso compitiendo con mi esposa aunque ella no lo sabe

¿A cuento de qué tengo que salir de la zona de confort si tanto luché para llegar a ella?

Propuesta al mundo mundial: revaluemos los piropos

Las manos son como un par de hijas: a una se le exige y sale adelante, la otra…

Carta abierta de un aficionado al Play Station

Más que un niño interior, tengo un adolescente interior… y es un petardo

Nadie me contó que uno también termina con los amigos

Cuando chiquito quería ser gomelo. Lo logré

Lleno de expectativas a los 18 años; lleno de incertidumbres a los 35

Yo pensé que después de los 33 años todos madurábamos

Cuando uno es de centroizquierda… y el suegro es uribista (y viceversa)

No solo nos gusta aparentar, nos fluye sin siquiera darnos cuenta

Ver la vida a través de LinkedIn, tan frustrante como verla a través de Instagram

La Navidad es un tranquilo paseo de diciembre… para quien no tiene bebés

Mi papá es un hipócrita

Ser ateo es más difícil en las vacas flacas

Cambiar de peluquero en la misma peluquería… mala idea

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.