Volver a la realidad sin teñirla de pasiones y prejuicios. Fracasó el proyecto selección (¿acaso había proyecto?).

Si bien, fue decorosa la actuación por Jerry y unos pocos, por su valor y su entusiasmo, imposible resulta justificarla, si se compara con la refulgente presentación del mundial anterior y los niveles de juego de los protagonistas del torneo ruso, tan cercanos a los nuestros por habilidades y destrezas.

Pero no solo fue Pékerman el responsable, con su insubordinación o sus equivocaciones. También su entorno tóxico saturado de asesores y no de entrenadores con misiones específicas. Caso particular el de su empresario, experto en lucrarse de las emociones de los colombianos y su tolerancia extrema. ¿Frente a este personaje qué hacen los dirigentes?  ¿Qué tanto sabe y que tanto tapa? ¿Es o no, como se afirma, inspirador de embrollos que perjudican la salud del equipo y sus finanzas?

Pero mayor responsabilidad tiene la dirigencia que, como de costumbre, pasa de largo, sin despeinarse,  ante los desaciertos registrados. Se recuerda que mientras la selección fortalecía los sueños de victoria de la afición, en Rusia, en Colombia los conflictos por el poder se multiplicaban y hasta amenazas había.

Con Pékerman o sin él, con técnico colombiano o extranjero, la selección necesita un serio proyecto, sin mirar hacia atrás donde Bolillo, Maturana y otros  más, son historia. Un proyecto que abarque todas las áreas del fútbol, sin nombrar, para pagar favores políticos, a los entrenadores subalternos de categorías menores.

El descrédito de los dirigentes, también tiene un costo. Es hora de una renovación parcial o total de las esferas de mando, para darle acogida a nuevas ideas,  aquellas que no se nutren por la ambición desbordada de quienes se enriquecen sin importarles el pueblo o el espectáculo.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.