Pero al final, el factor humano sigue mandando.

Es deber aplaudir la valentía de un canal deportivo que transmite la etapa de una gran vuelta de ciclismo por más de cinco horas seguidas. Durante una de las transmisiones de La Vuelta a España, los comentaristas debatían sobre la influencia reciente que tiene la tecnología en uno de los deportes en los que el factor humano es el más preponderante. El tema, para sorpresa, resulta ser interesante y muy pasional.

Los viejos aficionados al ciclismo todavía observan con algo de antipatía cómo los equipos controlan los pedalazos de los ciclistas casi que en tiempo real. Y no es para menos. Hace tres décadas, los pedalistas ni siquiera usaban casco, mucho menos corrían con una decena de sensores que median y promedian hasta el número de bocanadas de aire que toma en una jornada de entrenamiento. Lo que vemos hoy en las carreteras del mundo, quizá, es el mejor ejemplo de transformación digital y uso de tecnologías maduras.

El ejemplo más evidente es el Big Data. Actualmente, casi todos los equipos profesionales de ciclismo aplican la recolección y análisis de datos para tomar decisiones de carrera.

Algunas cifras: de acuerdo con el portal Blogthinkbig.com, en una etapa de una gran vuelta cada ciclista puede generar en torno a 144.000 datos. Así mismo, El País de España informó que, en la Vuelta a España del 2016, el equipo de Nairo Quintana manejó entre 22 y 25 millones de datos de ocho de sus ciclistas relativos a su comportamiento en carrera.

¿Cómo funciona? Cada corredor lleva consigo una serie de sensores que recogen diferente información. Los principales son el potenciómetro, que va en los pedales de la bicicleta y mide la potencia en vatios, la cadencia, los ciclos de pedaleo y la fuerza que se ejerce sobre los pedales. Sumado a esto, los ciclistas tienen una banda de frecuencia cardíaca situada alrededor del pecho. Estos sensores envían de manera inalámbrica toda la información a un dispositivo situado en el manillar.

Con lo técnico explicado, comienza la discusión. ¿Para qué sirven los millones de datos, si al final del día, cómo lo ha dicho Nairo, “cuando las piernas no dan se pedalea con el corazón”? El ciclismo, como ningún otro deporte, maneja dos variables que no son muy amigas de la tecnología y la manida transformación digital: los imprevistos y la valentía.  

Por un lado, los pedalistas cada que tienen oportunidad sueltan la frase “vamos a ver cómo están las piernas hoy”. No es gratuita la sentencia. El deporte de las bielas es una cuestión de cómo se sienta el deportista esa mañana. Se puede hacer toda la preparación, se puede marcar el sitio exacto donde pueden atacar o defender, se puede conocer qué velocidad deben emplear para sacar diferencias. Lo que no puede predecir el Big Data, es el corazón y la valentía del humano que va montado en pedales y sensores.

Por otro lado, el factor humano no puede ser lo único que se tenga a consideración. La tecnología bien implementada por los equipos y por los propios ciclistas puede ser el diferencial en una carrera. No es un secreto que Chris Froome se ha valido de la tecnología para definir momentos cumbres en su carrera y particularmente en sus victorias. Así pues, el tema se reduce a limitar las expectativas y tener claro que herramientas como el Big Data, por si solas, no garantizan victorias.

Volvemos al tema del complemento entre la tecnología y el ser humano. El equipo puede tener miles de datos, es más puede analizarlos y tomar las mejores decisiones de carrera, pero amigo: si las piernas no están ese día, no hay interfaz, algoritmo o aplicación que lo pueda ayudar a pedalear. Y me parece fenomenal.

En el tiempo reciente nos vienen incendiando con mensajes tipo “las máquinas nos quitarán el trabajo”, “los robots nos dominarán” y el más usual “si no se sube al tren de la transformación digital, quedará en la calle”. Mensajes de miedo. Y, creo, el ciclismo es un gran ejemplo de cómo al final es el humano el que puede hacer la diferencia porque, “cuando las piernas no dan se pedalea con el corazón” y todavía no se han inventado una máquina que tenga esa determinación. Felizmente.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.