Y que solo abre el ojo para pedir comida y que inspira protección y suavidad. Un algodoncito para devorarlo a besos.

Sin embargo, encontrarse con la realidad del cansancio, de la falta de sueño, de saber si se está haciendo bien la tarea, de la cuenta del médico y de la lista de útiles escolares puede ser bastante frustrante.

Y los hijos son una bendición, claro, pero una bendición luchada. Nada de creer el cuentico de que cada hijo viene con el pan debajo del brazo. No. Y No es suerte. Tampoco es destino. Es sudor y sacrificio; es decir, trabajo sagrado, lo que hace la formación de un hijo. 

Por eso, si usted ya es papá, coincide conmigo en los cambios que llegan con el arribo de un hijo. Y si no lo es, tenga en cuenta lo siguiente para que se adelante a tenerlo o lo piense más de una vez, según su estilo de vida.

1. CEDES LA CAMA

Desde el embarazo uno necesita explayarse para dormir. Debemos abrirnos un poco más de piernas y tener una buena brecha para que la panza que apunta frontalmente se acomode plácidamente en nuestra cama.

Desde ahí, una pequeña preparación para lo que se avecina. Con la llegada del bebé, papá y mamá terminan en las esquinas del colchón y más de la mitad de la cama es de ese ser que apenas mide 70 centímetros y pesa 7 kilos.

Pero si solo fuera eso. Al día siguiente se levanta uno lacerado de recibir todas las patadas y los puños de su pequeño retoño, con la tristeza más amarga de que estuvo toda la noche en un kamasutra, pero de hijos, donde el de la mitad armó el campamento.

En la noche no hubo 69, sino una H infernal (los papás a los lados y el bebé en la mitad cruzado). O la pose ‘bufanda’ (el bebé en su cuello). O la pose ‘Chupe pierna’ (un pie del bebé en la boca de uno). Así es como terminas cediendo tu cama y hasta algunas de noches de pasión.

2. CAMBIO DE CANALES

Atrás quedan esas largas horas de partidos de fútbol, carreras automovilísticas, de ciclismo y hasta de caballos. Como también las bellas series de amor y romanticismo. Ahora, hay que compartir las horas de televisión para entretener al bebé con programas infantiles educativos y con dibujos animados.

Y uno, a aprenderse entonces las canciones y hasta la coreografía. Por lo tanto, ya Ana, Elsa, Buzz Lightyear y hasta Gloria, Melman y Alex hacen parte de nuestra familia. Y por ello, las noches son todas de Halloween en casa, todos disfrazados de alguna serie infantil.

3. SUEÑO QUERENDÓN

Esos minutos de más después de apagar el despertador marcaban la diferencia en el día. Ahora toca es despertarse más temprano, con la ilusión de que el día alcance para todo lo programado.

Anhelarás los fines de semana para no despertarte temprano, pero ¡sorpresa! muy a las 6 de la mañana los hijos entran felices por la puerta grande al cuarto de papás, con una cara de felicidad que delatarían una ganada de lotería. Y hasta ahí dura el sueñito.

4. MÚSICA PARA SUS OÍDOS

Adiós al ‘playlist’ del teléfono. El maravilloso capítulo infantil está en el top. Ya esas canciones de los Guns and roses, de Coldplay, de Maluma y de Jessi Uribe quedaron en la lista de las viejitas pero buenas. ‘Don´t Cry’, ‘Viva la vida’, ‘Qué pena’, ‘Alguien me gusta’. Ahora, a grito herido y baile al ritmo del freno del carro suenan la ‘Vaca lola’, ‘Arroz con leche’ y ‘Baby Shark’.

5. EL BAÑO DEL GATO

Se fueron esas duchas largas, pronunciadas y de depiladas carismáticas y cremosas, con pocas visitas sorpresa del esposo. A decir verdad, un baño de las alas y el motor que funciona perfecto cuando se es padre.

Duchas ágiles donde el champú queda estampillado sin enjuague por salir corriendo al escuchar los gritos de tu hijo anunciando que su hermana está rayando con marcador los muebles de la sala. O porque el bebé se despertará en 10 minutos. O simplemente porque en tu cronograma solo cuadran 5 minutos de limpieza corporal.

6. EL DÍA DE LOCHA ETERNO

Para muchos el famoso dominguero. Pero, ¡qué va!, esos días de películas, dormir, arrunchis, y dormir más ya no hay. Así haya quien prepare el desayuno en casa, sus hijos claman su presencia para la armada de un Lego, la jugada del ajedrez, el escondite y para los más cool el juego en el Xbox.

Así usted esté reventado, cansado, fatigado y con ganas de regresar el tiempo y vivir esos años solteros sin hijos, usted se levantará y armará una parranda por ellos, porque su conciencia no lo dejará dormir tranquilo.

7. MÁS AMOR Y RESPETO POR LOS PAPÁS

Reconoces el esfuerzo, la dedicación y todo el amor que has recibido de tus padres. Entiendes muchas de las frases célebres que tanto odiabas: “Soldado advertido, no muere en guerra”. “Entre cielo y tierra no hay nada oculto”, “Se le dijo, se le advirtió”, “Tanto da el cántaro al agua que al fin se rompe”. Incluso, muchas veces, quisieras regresar el tiempo y ofrecer disculpas por tantas malas palabras hacia los padres, por el desacato a sus órdenes, por las preocupaciones causadas y por cuanto detalle de tristeza les hayamos causado.

8. LÍMITE

Te das cuenta que en la maternidad y en la paternidad no hay límite. Te sorprendes de tu capacidad para superarlo todo. Haces de malabarista en la crianza. Te olvidas del dolor del parto, de las trasnochadas, de los dolores en los pezones y hasta de la tarjeta de crédito que por 5 años llevas pagando por las compras para tus hijos. Te repones de un cansancio extremo, como literal de una sacada de leche. Tienes la paciencia. Pides por más cordura. Brindas el aliento. Un abrazo y hasta dispones de tu cuerpo para soportar el de ellos, aún, sintiendo, que el tuyo está a punto de caer.

Yo amé esos cambios, así algunos me saquen de tono, me agoten, me hagan dudar de haber hecho lo correcto. Porque por más trabajo sagrado que exista, hoy me siento un ser más amado y con la sed de ser mejor cada día.

Amé la familia que recibí. Y tú, ama la familia que tienes. Cuídala. Tenla como la mata más bella de tu jardín. Acepta y recapacita cuando la maltrates. No la dejes. Lúchala hasta el final y búscale siempre tu mejor tiempo. Lo merece, así el sueño, la ducha, la televisión y la música, no sean las que tenías en tus viejos tiempos.

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*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.