A lo largo de los años, la sociedad ha sido testigo de la destrucción progresiva de la Amazonía a manos de la desforestación y los incendios forestales.

Y es que los datos presentados por la Universidad de Maryland arrojan un total de dos millones de hectáreas afectadas, en su mayoría por esta práctica.

“Brasil, con el 73 %; Bolivia, con el 10 %; Perú con el 8 %; y Colombia con el 6 %”, son los países donde más se ha registrado pérdidas, según el informe.

Aunque a partir del 2020 Colombia y Perú presentaron reducciones, las cifras siguen permaneciendo altas.

Durante el año pasado, la Amazonía colombiana perdió 98 mil hectáreas de bosque por la desforestación y otras nueve mil más por los incendios, lo que suma un total de 107 mil hectáreas perdidas.

En el país sigue existiendo un “arco de deforestación” al noroeste de la Amazonia colombiana, es decir, un sector donde se concentra la problemática. En este arco están los departamentos de Caquetá, Meta y Guaviare.

La explotación ganadera, la expansión de la frontera agrícola, el acaparamiento de tierras, el desarrollo de infraestructura y la minería, son algunas de las mayores causas de esta situación ambiental. Como también, los cultivos ilícitos y la explotación maderera son factores, en este caso ilegales, que alimentan la deforestación colombiana y en parte dificultan los procesos que propician su conservación.

Sin embargo, existen varias alternativas que buscan conservar y aportar una visibilidad positiva al territorio amazónico y en TuBarco les contaremos acerca de ellas.

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El Guaviare

Siendo uno de los departamentos que comprenden la amazonia colombiana más golpeados por la desforestación de sus bosques, el Guaviare ha sido testigo de grandes proyectos que se han comprometido a participar en la conservación.

Ejército Nacional de Colombia

Por su parte, el Ejército y la fuerza pública también se han comprometido con la concienciación ambiental, conservación y la reforestación en la región.

Para ello, como parte de la Operación Artemisa, la Brigada de Selva No. 22 en sus funciones diarias, cultivan plantas y árboles nativos que posteriormente se plantan o entregan a los guaviarenses.

Según el coronel Giovanni Tauta Ramírez, se ha logrado evitar la deforestación de aproximadamente 2.000 hectáreas de selva con Artemisa.

La operación también contempla la instalación de puestos de control ambiental del Ejército para evitar el tráfico ilegal de madera o pescado.

Firmantes de paz

Por otro lado, gracias los procesos de Capacitación y Reincorporación de los Acuerdos de Paz con las extintas Farc, exmiembros de la antigua guerrilla han ideado nuevas alternativas al maltrato del medioambiente y a la deforestación.

Los firmantes de paz, ahora habitantes de la vereda Colinas en el Guaviare, han creado cooperativas para ayudar a los campesinos de la zona a que no caigan en la ganadería o la coca.

Para esto, reciben los productos en una planta de procesamiento donde la yuca y el plátano se transforman en semiprocesados mucho más fáciles y baratos de transportar para vender en el resto del país.

Con estos productos empacados buscan «generar un encadenamiento económico y darles la oportunidad a los campesinos de que puedan vender su producto en una parte más cercana», cuenta Michael, firmante de paz y líder social.

Pues «las condiciones de vías y de producción en el departamento no son las mejores», explicó.

Otro de sus proyectos fue hacer un recorrido por el antiguo campamento que montaron en la selva cuando estaban en armas. De esta manera, le cuentan al turista cómo era la vida guerrillera.

Caquetá

Como forma de contrarrestar los estragos que provocó la ganadería extensiva en el territorio, las comunidades del Bajo Caguán, ubicado en el municipio de Cartagena de Chaira, decidieron adoptar la ganadería intensiva a través de sistemas agrosilvopastoriles.

“Este sistema permite un manejo equilibrado entre la agricultura, árboles nativos plantados, ganadería y rotación de potreros”, explica Leonardo Serrato, ecólogo y profesor de la Universidad Central.

De acuerdo a un artículo del portal Mongabay, cada finca ha trabajado en los procesos de reforestación y en el aislamiento de fuentes hídricas para proteger el agua de la contaminación que produce el ganado.

Es decir que por medio de un pequeño acueducto, los animales disponen de este recurso sin tener que ir a las riveras de las quebradas.

La ventaja del sistema agrosilvopastoril es que divide el terreno en potreros y los animales se van rotando. Así, se pueden tener hasta 3 cabezas de ganado por hectárea.

Además, se siembran arbustos y árboles que dan alimento y sombra, lo que permite que el suelo se regenere y sea útil por más tiempo.

Sumando a las iniciativas, se realizó un ejercicio científico de la biodiversidad en la zona, donde 141 familias acogieron los sistemas agroforestales como opción económica más viable.

Este sistema agroforestal les ha permitido generar ingresos a corto plazo con sus propios recursos. “Por primera vez han sembrado plátano, yuca, maíz y cacao para el autoconsumo», afirmó Jaime Barrera, coordinador del proyecto GEF Corazón de la Amazonía.

Además, hacen un intercambio de semillas que provienen de su propia tierra e identificaron que podían hacer cosas por sí mismos”, aseguró

Hasta el momento, hay 183 hectáreas sembradas. Por otro lado, el modelo de enriquecimiento de rastrojos ha ayudado a los campesinos a recuperar y restaurar áreas, convirtiéndolas en bosques secundarios.

Imagen cortesía de Parques Nacionales Naturales de Colombia
Imagen cortesía de Parques Nacionales Naturales de Colombia

En definitiva, la realización y adopción de proyectos alternativos que centran su mirada a la conservación y protección de la Amazonia, son la prueba del entendimiento de «sin bosque no habría futuro».