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Este artículo fue curado por Luis Bello   Nov 30, 2023 - 5:26 pm
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Carmen Soreli Romero vive con sus tres hijos y su esposo desde hace más de dos años en el corregimiento de Curazao, en San Juan del Cesar, La Guajira. Aunque su casa está ubicada a la orilla del río San Francisco, el acceso al agua para ella y su familia es difícil. Para cocinar, bañarse y lavar deben pedir prestadas mangueras a sus vecinos para sacar agua de pozos artesanales.

Por esto, el anuncio que hizo la Gobernación el pasado 18 de septiembre llenó de ilusión a los habitantes de Curazao y dos corregimientos más (La Peña y La Junta). La gobernadora Diala Wilches informó la construcción de la línea de conducción que llevará agua desde la válvula de la represa del río Ranchería hasta San Juan del Cesar las 24 horas del día. En la primera etapa, según dijo, se contempla llevar el servicio a estos tres lugares con una inversión de más de 10 mil millones ($ 10’696.897.523). Sin embargo, dos meses después, el proyecto se encuentra en licitación y no ha sido socializado con las comunidades.

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Para Romero, de 33 años de edad e integrante de la Junta de Acción Comunal de Curazao, esta es una promesa que siempre se hace. “No lo veo como una solución, pienso que más que palabras quisiéramos hechos, todo el mundo sabe en La Junta, Curazao y La Peña estamos sufriendo. Con decirnos que nos van a colocar el agua no nos solucionan nada, seguimos igual. Hasta que no veamos movimiento en marcha no podemos creer ni alegrarnos”, asegura.

“Ese anuncio fue algo que se hizo público en las redes, nadie ha venido hasta acá a reunirse con nosotros para exponer algún proyecto o algo. Nos gustaría que nos aclaren y reúnan a las tres comunidades y nos digan algo. Cada cuatro años es el tema de los políticos y como es la necesidad fundamental que tenemos lo utilizan como estrategia de política, venimos siendo usados en ese sentido”, agrega.

En Curazao reciben agua desde un acueducto ubicado en el corregimiento de Potrerito, el cual le suministra el servicio a toda esa zona, pero esto solo es posible en épocas de invierno. Las familias en Curazao han durado hasta 2 años sin el servicio y, por tanto, decidieron construir un acueducto alterno que funciona por medio de turbinas que halan el agua desde pozos artesanales construidos a las orillas del río Santo Tomás. Estas mangueras son de propiedad de algunos vecinos y quienes quieran usarlas deben pagar. “La hora de llenado sale de 7 mil a 10 mil pesos, antes costaba 5 mil y ahora lo han elevado”, asegura Carmen Romero.

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Romero paga por este servicio cada cuatro días para llenar unos tanques que tiene en el baño y la cocina. Además, cuando va de visita a Carrizal, una vereda cercana donde viven sus suegros, lleva canecas y trae agua para consumir, puesto que la que reciben no es tratada y causa enfermedades. “Es agua que llega de los pozos y es salobre, está contaminada porque hay muchas personas que tienen el ganado suelto y hacen sus necesidades en el río y así se consume. Eso está causando enfermedades”, recalca.

Del otro lado de Curazao vive Jorge Luis Mendoza, líder comunitario de 32 años de edad. Cuestiona que aunque el acceso al agua es un derecho fundamental en su comunidad no lo están recibiendo. “Es un servicio vital y no lo tenemos, solo hay acceso día por medio con muchas dificultades porque el río está seco y desde allí depende el agua que nosotros consumimos. Cuando no tiene suficiente caudal pasamos necesidad”, relata.

“Es un servicio vital y no lo tenemos, solo hay acceso día por medio con muchas dificultades porque el río está seco y desde allí depende el agua que nosotros consumimos. Cuando no tiene suficiente caudal pasamos necesidad”

Jorge Luis Mendoza, líder comunitario

Los habitantes de Curazao reciben un carrotanque cada 15 días que es enviado por la alcaldía municipal, pero este no pasa por todo el corregimiento y no es suficiente. “Nos mandan un carrotanque cada 15 o 20 días, 500 litros de agua por casa, es agua solo para consumir y no alcanza porque hay casas con bastantes personas. Además, hay partes en el corregimiento que son de difícil acceso”, asegura José Luis Mendoza.

Mendoza puntualiza que está no es la primera vez que les prometen agua. “Ya van como tres veces que nos prometen eso y nada. Ese es un caballito de troya que tienen todos los políticos cada vez que hay elecciones, nos dicen que nos van a suplir esa necesidad y pasan los años, pasan gobiernos y seguimos igual”, dice.

Romero y Mendoza no son los únicos que viven esta problemática de no tener agua las 24 horas del día. En esa misma situación está Beltran Acosta Mendoza, de 69 años de edad, residente en el corregimiento de La Peña, a 15 minutos de San Juan del César. Acosta se dedica a trabajar como conductor de transporte. Para poder recoger agua, asegura que debe esperar a que los otros dos corregimientos que están antes del suyo terminen de llenar. “Aquí el agua nos llega cuando ya todo mundo recoge en La Junta y en Curazao y nos llega un poquito. La recogemos por medio de turbina, en mi caso yo la recojo en la noche que es donde puede llegar mejor, porque a esa hora no hay nadie agarrando. Pero hay momentos que queda uno con la turbina puesta porque no llega nada”, asegura Acosta.

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El agua llega a La Peña cada 8 días, de allí se abastecen cerca de 400 personas en todo el corregimiento. Hay días y temporadas en las que no les llega el servicio y deben ir hasta el río a llenar las canecas. Cuando es época de verano y el río está seco deben conectar turbinas a los pozos que están a orillas del afluente para halar el agua que no es apta para el consumo humano.

“Ahí al frente de mi casa hay un anillo con agua de la misma playa del río y ahí va la gente en burro, a pie o en carro a buscar un poquito de agua, que solo es apta para bañarse y lavar, para tomar no sirve”, relata Acosta, quien tiene dos hijos que viajan a Valledupar, a casi 45 minutos de La Peña, y le traen canecas de agua potable. En su pueblo hay quienes no tienen el dinero para comprar el agua y mucho menos quien se las traiga, es por eso que se ven obligados a consumir el agua que reciben de los pozos la cual ha causado enfermedades en la piel y el estómago. En La Peña hay alrededor de 200 casas, habitadas de 3 a 4 personas y en otras hasta 7 personas.

Por esto, Beltrán Acosta dice que la comunidad está a la expectativa de que el proyecto se ejecute: “Cuando oí el anuncio por la radio de que nos van a traer el agua de la represa, nosotros nos pusimos contentos en el pueblo porque yo sé que esa represa tiene agua para todo San Juan y sus corregimientos”.

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“Según los anuncios, nos tienen satisfechos de que sí va a llegar el agua. Siempre las cosas se mueven más cuando están en política, pero esto ya viene desde hace tiempo”, agrega.

“Desde que yo nací nos están prometiendo agua”

En el corregimiento de La Junta también carecen de agua. Para sus (3.000 habitantes aproximadamente) es una fortuna cuando llueve porque esto implica que el caudal del río incrementa y que tengan agua. Pero el afluente casi siempre está seco y cuando es verano la situación empeora.

“A pesar de que en algunas partes la lluvia hace daño, a nosotros nos favorece porque estamos en zona alta y no sufrimos de inundaciones, más aún el caudal del río aumenta”, manifiesta Jhon Jairo Acosta, presidente de La JAC.

Acosta, de 48 años de edad, advierte que llevar agua a su comunidad ha sido una promesa de toda la vida: “Desde que yo nací nos están prometiendo agua”. “No es la primera vez que nos hacen ese tipo de ofrecimiento y más cuando llega la política. De pronto para darle impulso a los candidatos, se basan en esos anuncios para tratar de dominar la mente de las personas”.

Y agrega: “Yo le pongo 40 años más o menos para que podamos ver el agua acá. Muchos de nosotros no alcanzaremos a verlo”.

“Es importante el agua porque es una de las necesidades más grandes del ser humano, además es un derecho fundamental que se está vulnerando”, sostiene.

Acosta rescata que la comunidad espera que el proyecto se ejecute. “Hay quienes están muy ilusionados, creen que esto ya se resolvió e incluso que el alcalde de San Juan del Cesar antes de dejar el mandado va a entregar ese acueducto”. “Hay falta de comunicación, de conocimiento porque un proyecto de esos no se ejecuta en dos o tres meses. Lleva un proceso largo, unos estudios y eso mucha gente no lo sabe”, advierte.

“En el momento nos da alegría pero cuando uno analiza, vuelve y cae uno en la misma tristeza porque es algo a largo plazo, cuándo veremos a San Juan con agua las 24 horas del día, si ahora mismo con la empresa Veolia hay un desastre por el mal servicio con la cantidad de agua que tiene”, cuestiona.

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