“Tan pronto fue instalada no faltaron quienes calificaron el tema como una lambonería. Pero creo que es el momento de reconocer que en Belén de Andaquíes la guerra ya se fue. Yo crecí viendo ataques de la guerrilla y eso ya no se da. Debemos reconocer lo bueno que nos ha dejado la paz”, afirmó el alcalde del municipio, Edilmer Leonardo Ducuara, citado por El Espectador.

Aunque Ducuara reconoció que le han dicho “lambón” y “enmermelado”, agregó que la polémica “ha venido bajando” porque, según él, las personas “reconocen que ya no vivimos en guerra”.

La obra es de bronce, fue construida en 33 días, pesa 130 kilogramos y mide 1,8 metros, explicó el artista que la construyó, Aníbal Castillo, de acuerdo con el diario.

Según Ducuara, la estatua no fue pagada con dinero público, sino gracias a la gestión de la fundación Corpocom, dirigida por su hija Paola y William Wilches, cita El Espectador.

Una de las personas que ha criticado su instalación es Jaime Prada, figura del uribismo en el Caquetá, que le dijo a Diario Extra lo siguiente:  “He interpuesto queja disciplinaria en la Procuraduría y denuncia en la Fiscalía contra el alcalde por violar la norma que prohíbe la colocación de monumentos en el espacio público de su localidad”.

El decreto 1678 de 1958 prohíbe que las oficinas públicas tengan retratos, grabados o leyendas que puedan tomarse como un homenaje al Presidente de la República.

Además, según el decreto 2759 de 1997, no se pueden instalar placas, leyenda o monumentos que recuerden que cierto funcionario público participó en la construcción de obras públicas.

Tampoco se pueden designar con nombres de personas vivas “de las divisiones generales del territorio nacional” sitios o bienes públicos.

Sin embargo, las autoridades departamentales o municipales “podrán designar con el nombre de personas vivas los bienes de uso público a petición de la comunidad y siempre que la persona epónima haya prestado servicios a la Nación que ameriten tal designación”, dice el mismo decreto.