Lo hace en entrevista con El Espectador, donde primero relaciona a la gerente de publicaciones Semana Sandra Suárez, quien ocupó diversos cargos en la administración del expresidente Álvaro Uribe (2002-2010) -entre ellos el de ministra de Vivienda-, con su salida del grupo de columnistas de la revista.

“Era una ficha del expresidente Álvaro Uribe, a quien he dedicado buena parte de mi carrera como columnista. Me sentí como Juan el Bautista cuando entregaron su cabeza a Salomé como premio”, dice Coronell cuando el periódico le pregunta por su opinión frente al mensaje de Whatsapp donde Suárez le comunicó, el pasado 1 de abril, la decisión de prescindir de sus servicios como columnista.

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Para el periodista, hay un mensaje del uribismo para él detrás de la forma como le notificaron su despido:

“Siento que a ella [Sandra Suárez] le dieron ese trofeo y que ella lo usó con infinito placer. Era una forma, no solo de cancelar mi columna, sino de hacerlo de manera más ominosa posible para mí”, sostiene en el diario bogotano.

El comunicador también manifiesta allí su inconformismo frente a los cambios que percibió en la revista cuando regreso como columnista en junio pasado, pues -señala en la entrevista- “Semana estaba privilegiando una visión partidista y no periodística de la realidad nacional”.

Así mismo, menciona en el periódico algunas decisiones, frente a sus artículos de opinión, que lo llevaron a pensar que “la revista trabajaba en contra de la difusión de mi propia columna”.  

Sobre esto último, Coronell critica en El Espectador que, según su relato, el accionista de Semana Gabriel Gilinski lo hubiera buscado, antes de su despido, para hablar con él “sobre la columna que no le gusto”, esto en alusión al artículo donde el columnista criticó a la revista, y que se convirtió en su última opinión en la publicación.

“Hay un problema de gobernanza en Semana: un señor [Gabriel Gilinski] que no aparece en la bandera recibe los contenidos que no se han publicado y, además, se siente con la autoridad de pedir explicaciones a un columnista”, cuestiona el periodista en su entrevista con el rotativo bogotano.

Coronell dice en ese periódico no tener nada contra Gilinski, pero si le critica que, a su juicio, el accionista no separe “sus gustos del manejo editorial de la revista”. Para exponer esto, el comunicador menciona algunas conversaciones que tuvo con Gilinski, las cuales -sugiere- demostrarían que el empresario no comprendió que “entre los intereses corporativos y los intereses editoriales debía existir una separación total”.

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Por todo esto, el columnista considera, en su diálogo con el Espectador, que la tradición y el periodismo de la revista “se están desdibujando”, y también critica que Gilinski y el semanario estén apostándole tanto a un canal de televisión digital: “A punta de hablar del futuro, Semana se está quedando sin pasado y sin presente”.

Finalmente, el comunicador lamenta que Alejandro Santos, director de la revista, “se ha vuelto un testigo instrumental de las cosas que allá están pasando”, por lo cual, concluye Coronell: “Yo creo que él ya salió hace bastante tiempo de la revista, de lo que no ha salido es de la bandera ni de la nómina”.