Por: RFI

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Este artículo fue curado por pulzo   Jun 9, 2025 - 10:15 am
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Con sus 68 millones de usuarios en 12 países, de los cuales 20 millones en Estados Unidos, su mayor mercado, la aplicación francesa Yuka se ha impuesto como un instrumento muy útil para evaluar la composición de productos alimenticios y cosméticos mediante el escaneo del código de barras. Incluso el secretario de Salud estadounidense, Robert F. Kennedy Jr., la elogió. Un informe de Aurore Lartigue, periodista de RFI. 

“Soy esa persona un poco rara que escanea todo en los pasillos del supermercado”, bromea Jilian, una estadounidense de Carolina del Norte contactada a través de Reddit. Desde que descubrió la aplicación Yuka hace seis meses, se declara “adicta”. Más que la cantidad de azúcar o calorías —dice que no necesita una app para saber que los snacks no son saludables—, lo que le preocupa son los aditivos químicos, especialmente aquellos que aún están permitidos en Estados Unidos pero prohibidos en Europa. Desde entonces, ha dejado de consumir muchos productos con mala calificación, especialmente cosméticos, y siente que ha “recuperado cierto control” sobre sus compras.

Devolver el poder al consumidor: esa es la misión que Yuka se propuso desde su creación en Francia en 2017. A través de un sistema de evaluación que va del rojo al verde —de “malo” a “excelente”— y una puntuación de 0 a 100, la aplicación escanea códigos de barras y permite conocer las cualidades nutricionales de un producto o detectar aditivos controvertidos. Yuka asegura no tener ningún vínculo con marcas.

Aunque desembarcó discretamente en Estados Unidos en 2020, el verdadero despegue ocurrió en enero de 2022 tras la viralización de un video en TikTok. “Se generó una ola de reacciones: otras personas hicieron videos similares, luego vino el boca a boca, y ahora los medios se han sumado”, cuenta Julie Chapon, cofundadora de Yuka.

En los últimos meses, la aplicación incluso ha entrado en el debate público. En una entrevista con CNN, el secretario de Salud estadounidense, Robert F. Kennedy Jr., figura del movimiento “Make America Healthy Again” (MAHA, una variante del MAGA de Trump), dijo que él y su esposa consideran la app como “invaluable”. Conocido en Europa por sus posturas antivacunas, Kennedy Jr. busca endurecer la regulación sobre aditivos, especialmente colorantes sintéticos derivados del petróleo aún permitidos en EE.UU., y limitar los alimentos ultraprocesados en comedores escolares.

“Que el ministro quiera abordar el tema, genial”, responde Julie Chapon. “Pero no queremos que se nos asocie políticamente con el movimiento MAHA”.

Hoy, de los 68 millones de usuarios que tiene Yuka en 12 países, más de 20 millones están en Estados Unidos, que se ha convertido en su principal mercado. El auge de la app refleja una creciente inquietud sobre la laxitud de las normas estadounidenses frente a las europeas.

Un aliado en tiempos de desconfianza

“Creo que en EE. UU. está ocurriendo lo mismo que pasó en Europa hace siete u ocho años, cuando los escándalos alimentarios alentaron la desconfianza hacia la industria”, comenta Chapon. En los últimos años, varios episodios de seguridad alimentaria han sacudido a la opinión pública estadounidense, como el caso de niños intoxicados con compotas de la marca WanaBana, contaminadas con plomo.

Pierre Chandon, profesor de mercadeo en el instituto Insead, confirma este análisis: el éxito de Yuka se explica por “una crisis de confianza hacia la industria”, a la que se acusa de anteponer los beneficios a la salud pública. “Estas herramientas reducen la asimetría de información: al escanear, accedemos a lo que los fabricantes no quieren contarnos. Yuka desempeña un papel importante en generar conciencia, incluso con posibles repercusiones legislativas”, afirma.

Desde septiembre de 2023, los tres fundadores de la app se instalaron en Nueva York para dirigir el desarrollo local. No es tarea fácil: “Estados Unidos es como 50 países en uno, con culturas alimentarias distintas y regulaciones variables”, señala Chapon.

¿Puede Yuka cambiar hábitos? En un artículo reciente, el New York Times consultó a varios nutricionistas. Algunos critican el sistema de calificación por su falta de base científica o por ponderar en exceso los aditivos. Sin embargo, la mayoría coincide en que responde a una demanda de información clara. “No es palabra sagrada, pero ofrece datos útiles”, escribió una usuaria en Reddit.

Las marcas se sientes presionadas por Yuka 

Según una encuesta realizada por Yuka en 2023 a más de 20.000 usuarios en EE. UU., el 92 % dijo haber reducido su consumo de productos ultraprocesados desde que usa la app. “Lo que hemos visto”, apunta Chandon, “es que estas apps influyen poco en los consumidores, pero sí presionan a las marcas, que reaccionan rápido ante las críticas”.

Yuka ya puede mostrar logros concretos en Francia. Uno de los más notorios es el caso de Intermarché, que reformuló 900 productos y eliminó 142 aditivos cuestionados para mejorar su puntaje en la app. La empresa espera replicar ese impacto en Estados Unidos.

Desde noviembre, Yuka permite a los usuarios contactar directamente a las marcas cuando detectan ingredientes marcados en rojo como “riesgosos”. En solo seis meses, los consumidores estadounidenses han enviado 650.000 alertas. Además, pueden publicar mensajes en redes sociales de las marcas como Instagram, LinkedIn o X.

Entre los productos más señalados está la crema de cacahuate Jif, con unas 2.000 alertas por contener mono- y diglicéridos. Una investigación francesa publicada en febrero de 2024 los asocia con un 15 % más de riesgo de cáncer, en particular de mama y próstata. Otro ejemplo es el Mac & Cheese de Annie’s, marca que se presenta como saludable, cuestionada por usar fosfato de sodio.

“Cuantos más usuarios tengamos, más podremos influir en la industria, como hicimos en Francia”, espera Chapon. De hecho, algunas marcas ya han respondido. “Unas se escudan en la regulación de la FDA, que permite esos aditivos. Otras nos contactan para entender la lógica de nuestras calificaciones y ver cómo mejorar”.

Para ello, Yuka desarrolló un simulador que muestra el impacto de cambiar un ingrediente en la nota final del producto.

Las marcas se movilizan 

La marca Chobani, citada por el Wall Street Journal, anunció que retiró los fosfatos de potasio de sus bebidas de avena. Los caramelos Skittles dejarán de usar dióxido de titanio, un colorante prohibido en Europa. “Aunque menos frecuente que en Europa, empieza a haber movimiento”, dice Chapon, que admite que ninguna empresa ha dicho públicamente que los cambios fueron motivados por Yuka.

Consultada por RFI, Jif defendió su producto asegurando que los emulsionantes provienen de fuentes vegetales, representan menos del 1 % del contenido y están autorizados por la FDA. Annie’s no respondió.

En febrero, la Asociación Internacional de Edulcorantes —que agrupa a gigantes como PepsiCo y Coca-Cola— arremetió contra una campaña de Yuka en contra del aspartamo. En Francia, la aplicación fue demandada en 2021 por la Federación de Industriales de Charcutería, tras una petición contra los nitritos y nitratos. Yuka ganó el caso.

¿Puede Yuka influir en la legislación? Julie Chapon se muestra optimista y dice estar en contacto con la FDA. “Nos hablaron de un proyecto de etiquetado nutricional que querían presentarnos”, afirma entusiasmada.

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