Según The Wall Street Journal, la compañía de ropa deportiva envió hace unos meses un correo a sus trabajadores pidiéndoles que dejaran de utilizar las tarjetas corporativas en sus visitas con atletas o compañeros de trabajo a estos locales de ocio nocturno, una costumbre que incluía a su consejero delegado, Kevin Plank.

En dicha comunicación, el jefe de finanzas de la empresa, David Bergman, aseguraba que ya no reembolsarían algunos gastos, entre los que también se incluían limusinas o apuestas.

Si bien la vicepresidenta de comunicaciones corporativas de Under Armour, Kelley McCormick, ha declarado que en su empresa no reniegan del uso de esta clase de entretenimientos a la hora de hacer negocios, también ha destacado que su consejero delegado no se vio envuelto en esas actividades.

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Además, distintas fuentes consultadas por el periódico explican que algunos directivos se comportaban de manera inapropiada con algunas de sus subordinadas, por ejemplo, invitándolas a la conferencia anual de la compañía si eran atractivas y podían entretener a sus invitados masculinos, una práctica que denominaban “rellenar el estanque” (“stock the pond”), en inglés.

Algunos de los asistentes a las celebraciones del año pasado relataron sentirse incómodos debido a la presencia de bailarinas ligeras de ropa.

Under Armour, que cuenta con unos 14.000 trabajadores en plantilla, de los que casi la mitad son mujeres, es una de las empresas que está tratando de resolver sus problemas acerca del comportamiento hacia las mujeres en el trabajo, en particular desde que el movimiento #MeToo comenzó a finales del año pasado, aseguró The Wall Street Journal.

Uno de los primeros empleados de la empresa y hermano del consejero delegado, Scott Plank, dejó su cargo como vicepresidente de la compañía en 2012 y, aunque la razón oficial fue que lo hacía para dedicarse al negocio inmobiliario, diversas fuentes afirman que lo hizo por acusaciones de acoso sexual.