Por: El Espectador

El Espectador es el periódico más antiguo del país, fundado el 22 de marzo de 1887 y, bajo la dirección de Fidel Cano, es considerado uno de los periódicos más serios y profesionales por su independencia, credibilidad y objetividad.

Este artículo fue curado por Mariana Urrea   Jul 11, 2023 - 8:47 pm
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La crisis climática y ecológica es la mayor amenaza que jamás haya afrontado la humanidad. Sin duda, será el asunto que por excelencia definirá y configurará el futuro de nuestra cotidianidad. Esto es lamentablemente obvio. En los últimos años, el modo en que percibimos la crisis y hablamos de ella ha empezado a cambiar. Pero como hemos desperdiciado tantas décadas ignorando y subestimando esta creciente emergencia, nuestras sociedades siguen en un estado de negación.

Al fin y al cabo, esta es la era de la comunicación, en la que lo que se dice logra tener más peso que lo que se hace. Por ese motivo hoy hay tantos países productores de combustibles fósiles y grandes emisores de carbono que se llaman a sí mismos «líderes climáticos», aunque no implementan ninguna política creíble de mitigación del clima. Estamos en la era de la gran maquinaria del ecoblanqueo.

(Lea también: Greta Thunberg ya había sido detenida por la policía en enero de este año en Alemania por protestar contra las minas de explotación de carbón).

Nada en la vida es blanco o negro. No existen respuestas categóricas. Todo es objeto de debates y concesiones interminables. Ese es uno de los principios básicos de la sociedad actual. Una sociedad que, en materia de sostenibilidad, tiene muchas cuentas que rendir. Porque ese principio está equivocado. Sí hay cuestiones que no admiten medias tintas. Sí hay límites planetarios y sociales que no deben traspasarse.

Por ejemplo, decimos que nuestras sociedades pueden ser un poco más o un poco menos sostenibles. Pero a la larga no se puede ser «un poco» sostenible: o se es sostenible, o no. Es igual que caminar sobre una capa fina de hielo: o soporta tu peso, o no. O bien llegas a la orilla, o bien te hundes en la profundidad de las aguas oscuras y frías.

Y si eso llegara a pasarnos, no habría ningún planeta cercano que viniera a rescatarnos. Estaríamos completamente solos.

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