Luisa Montalvo es una quindiana de 27 años, oriunda de Armenia, apasionada por la música y en especial, por el saxofón. Desde el vientre, según sus padres, todo el tiempo escuchaba música.

Su interés por los instrumentos, la danza y los sonidos, la llevaron a experimentar con flautas dulces y pianos prestados; luego de varios intentos por aprender, decidió hacer parte de la banda marcial de Armenia tocando unos platillos que, aunque no estaban en muy buen estado, aumentaron su interés por vincularse en la vida musical. La insistencia por tocar algún instrumento generó en sus padres la iniciativa de incorporarla a la banda juvenil de Armenia; de ahí nació su pasión por conocer y experimentar el saxofón, con tan solo 10 años. 

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Esta comunicadora social y periodista, egresada de la Universidad del Quindío, perteneció a la orquesta tropical, así mismo, fue asistente de la banda departamental del Quindío e independientemente de su carrera, su gran sueño siempre fue dedicarse de lleno a la música.

Su pasión la llevó a educar su talento tocando puertas a nivel nacional: en Medellín, en la Universidad Eafit, y en Cali, en el conservatorio Antonio María Valencia. Con el propósito de estudiar música en una universidad pública fue becada en el último semestre de comunicación, por el ministerio de Cultura para hacer su pasantía en la revista Contratiempo de la Biblioteca Nacional de Colombia. Durante su estadía en Bogotá, audicionó en la Universidad Nacional y se llevó la sorpresa de ser admitida.

En los años más enriquecedores de su carrera tocó música de cámara con el cuarteto de saxofones, acompañando a la banda sinfónica, siendo miembro del Big Bang en los ensambles de jazz, y como saxofonista en el grupo de investigación de la orquesta Tropical, experiencia que le permitió viajar a México a exponer su talento, además de ser incorporada a la Banda filarmónica de Bogotá. 

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Luego de culminar sus estudios, volvió al Quindío desempeñándose como catedrática del instituto de Bellas Artes de la Universidad del Quindío, empezando oficialmente su carrera como docente; en 2021 y a la par con esta labor, también era la comunicadora en la secretaría departamental de Cultura.

El trabajo de educación musical que desde el departamento realizó con los niños de las bandas juveniles de los pueblos, hicieron que Luisa, con estos retos personales y artísticos, buscara la forma de exportar su talento tocando el saxofón en todos los rincones del mundo. En esa búsqueda dio con la convocatoria de Legoland, uno de los parques de diversiones de la cadena Lego, en Chuncheon, en el norte de Corea del Sur, y hace un mes está allí.

¿Cómo logra postularse y ser elegida para hacer parte del Legoland? 

Sin mucha ilusión de poder ser elegida, me doy cuenta de la convocatoria, sigo las instrucciones de la convocatoria, envio mi hoja de vida, anexo los videos de la experiencia en las distintas bandas de las que había hecho parte y sin imaginar, una noche me llama el manager desde Tokio y me notifica que fui seleccionada y así fue, hoy me encuentro tocando saxofón a 35 horas de mi ciudad natal.

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¿Cuál es el mayor reto al que se ha enfrentado en este proceso? 

Los retos iniciaron desde que conocí que me iba, el hecho de enfrentar a mi familia y dejar los procesos que venía desarrollando en el departamento, saber que iba a estar a 14 horas de diferencia horaria y también, saber que dejaba toda mi vida, fue el primer reto; en adelante, los tres días de viaje para llegar, y la limitación del lenguaje han sido asuntos complicados, pero igualmente emocionantes, ya que me han alentado a aprender algo diferente. El contraste cultural fue impactante por la forma estricta en que todo se desarrolla y surge, saber que debía exigirme y ser muy puntual y disciplinada, han sido retos y experiencias enriquecedoras.

Dentro de las actividades que realiza en el parque, ¿cuál es la experiencia más gratificante? 

Dentro del tiempo que llevo y con los shows que realizamos no solo en el parque, sino también en el hotel con la banda y los bailarines, la experiencia más linda la brinda el público, pues siento que no se presenta mucho la oportunidad para nosotros los músicos, de tocar para los niños y que estos sean nuestro principal objetivo, esto es lo más emocionante de lo que hago, no solamente tenemos un esfuerzo en los montajes para que la música funcione y suene bien, para que las coreografías salgan bien, tocando y bailando a la vez, sino que también el reto de dirigirse a un público infantil y lograr conectar con ellos. Para mí esto es lo que más vale la pena y lo que hace que ame lo que hago.

Partiendo de esta experiencia, ¿cuál cree que es el desafío del departamento en materia cultural y artística? 

Siento que hay mucho que aportarle a la construcción de un sistema integral de las artes y la cultura en el departamento, hasta el momento lo que se hace es muy disperso y no alcanza niveles que trasciendan, entonces, sí hay escuelas de teatro, de danza, de música, artes plásticas, pero todas están desarticuladas y ninguna llega a un nivel profesional. Pensaría que debemos apostarle a crear un sistema inspirado en proyectos que partan de lo básico y lleguen a lo profesional. De igual forma, creo que hay que tener más referentes para la guía e inspiración de los más pequeños, viendo cómo se genera un sistema más completo, abriendo la oferta académica para que incluya también las carreras de artes, tejiendo así espacios de formación artística.

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Ahora, ¿cuál es el paso a seguir? 

A corto plazo, el plan es continuar el contrato en Legoland hasta noviembre de este año, aprendiendo mucho de la música y del idioma, tocando el saxofón cada vez mejor y creciendo como persona. Luego de terminar el contrato, quiero seguir estudiando, haciendo el postgrado y la maestría, apostándole a las ideas con las que podría comenzar el trabajo de articulación en la formación artística del departamento que seguramente es un trabajo muy extenso y de muchos esfuerzos, pero en el que siento que podría aportar mucho desde mi experiencia.