La periodista de Caracol Noticias en Medellín es célebre por su estilo particular que ha calado en el público. Pero antes de lograr reconocimiento vivió momentos difíciles que la llevaron a una crisis existencial donde se quería morir.

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Hoy, la comunicadora tiene 3 televisores grandes. Quizá uno de los pocos lujos que se da, ya que sigue viviendo con sus papás y hermanos en el corregimiento rural de Santa Elena, toma bus y sigue disfrutando del campo. Una periodista que luego de salir de la universidad superó muchas pruebas antes de que le llegara la oportunidad en el informativo más visto del país.

El duro pasado y las humillaciones de Érika Zapata

Sus primeros pinos fueron en un noticiero local donde hizo prácticas y comenzó a descubrir su estilo que la diferenciaba de los demás periodistas. A pesar que los buenos comentarios no la dejaron, y terminó su periodo de prácticas en la Gobernación de Antioquia, donde puso a prueba su talento para escribir. Luego tuvo la oportunidad en Teleantioquia, donde luego de pasar por varias áreas llegó al noticiero y comenzó un verdadero calvario con el director. “Me trató muy mal, me humillaba, me hacía sentir que todo lo hacía mal, como hablaba, como preguntaba”. Allí aguantó hasta fin de año.

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“A mí no se me daba nada. Y me eché a morir unas 10 veces, cuando a mí me echaron de ese último trabajo, me quería lanzar de ese edificio. Yo lo cuento con charla, pero es la verdad. Yo llegué a la crisis existencial más verraca que me quería morir, porque yo le daba a lo laboral una prioridad muy grande. Ni siquiera comía, me mantenía toda flacuchenta y llorando hasta el punto del desequilibrio mental”.

Érika admite que antes de entrar a Caracol estaba llena de resentimiento. “Tenía mucho dolor porque me habían cerrado las puertas”. Un recuerdo muy doloroso y que la impactó fue cuando esperó, al terminar un evento, al entonces Gobernador para entregarle su hoja de vida. “¿Sabe qué hizo delante de todo el mundo?: la rompió frente a mi cara”, recuerda.

“Yo me devolví para mi casa y nadie sabe lo que sentí. Yo venía derrotada. Si salía una vacante hablaban mal de mí. Yo rogué, me arrodillé. Quería salir adelante, no solo por mi realización profesional, sino que cuando se viene de una familia humilde que te da estudio es porque tienen las esperanzas puestas en vos, porque creen que cuando tú consigas trabajo los vas a ayudar; entonces yo era siempre con esa carga encima. El único que me abrió el camino fue Dios”.

 

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Sin opciones como periodista, Érika se vinculó a una campaña política. Hasta que una luz apareció al final del túnel. “Tuve la oportunidad de estar en Extra, un programa que no salió al aire por la pandemia y cuando terminó el contrato coincidió con la enfermedad de Andrés Noreña, un corresponsal del noticiero y Gloria Tisnes, gerente del Noticiero Caracol, sugiere mi nombre como reemplazo”.

La buena época de Érika Zapata

La historia de Zapata tuvo un nuevo comienzo. “Estoy en Caracol porque mi Dios es muy grande y lo ayuda a uno y le pone gente buena. Desde el primer momento me apoyaron y en tres años y medio que llevo en el noticiero jamás me dijeron que tenía que cambiar el estilo de hacer mis notas, que tenía que cambiar la voz o vestirme de cierta manera”.

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Y aunque admite que los momentos negativos dejaron secuelas, afirma que no guarda rencor. “El jefe que yo cuento tanto, que me trató muy mal, me lo encontré hace como tres meses y lo saludé común y corriente, pese a que me dejó sin trabajo injustamente, porque Dios me está bendiciendo a mí. Si ellos no me hubieran cerrado las puertas yo no estará donde estoy hoy”.

Érika resalta que encontró la forma de hacer un periodismo de profundidad de una manera amena y con el lenguaje de la gente. “Eso no es falta de estudio y preparación, es simplemente la forma. Me siento contenta que la gente reconozca mi trabajo, estoy orgullosa de él”.