Por: El Espectador

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Este artículo fue curado por Santiago Avila   Ago 30, 2023 - 12:48 pm
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Más de 80 millones de niñas y niños recibieron comidas escolares en 2022 en América Latina. Se trata de programas que, según el Programa Mundial de Alimentos, desempeñan un papel fundamental a la hora de motivar a ir a la escuela. Una vez en el aula, las comidas escolares garantizan que los estudiantes estén bien alimentados y preparados para aprender. Sin embargo, 2022 fue un año difícil. La pandemia interrumpió la educación de 165 millones de estudiantes y el cierre de las escuelas privó a los niños de esas comidas.

Un nuevo informe publicado este martes realizado por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) pone de manifiesto los retos que enfrentan los programas de alimentación y escolar.

“Ahora que las escuelas han reabierto en toda la región, se necesitan enfoques integrados de apoyo a la salud, la nutrición y el bienestar de los niños y las niñas para salvaguardar su desarrollo y reintegrar su participación en el sistema educativo”, dicen en el documento. Hay, también, buenas noticias a resaltar y, sobre todo, que hay que mantener.

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Por ejemplo, el informe (titulado “Estado de la Alimentación Escolar en América Latina y el Caribe”) deja claro que los programas nacionales de alimentación escolar de América Latina son los que más han progresado. La región es la segunda a nivel mundial con el mayor número de niños recibiendo estos alimentos. Los Estados, reconoce el informe, tuvieron un éxito general a la hora de adaptar y ampliar sus programas nacionales de alimentación escolar durante la pandemia, incluso, utilizándolos para llegar a más personas vulnerables que los necesitaban durante esa emergencia.

“A pesar de la crisis, el compromiso político y las inversiones en programas nacionales de alimentación escolar siguen siendo elevados”, dice el documento. Los gobiernos financian alrededor del 99% de esos programas, con una inversión regional estimada de entre 3.6 mil millones de dólares (reportados) y 7.6 mil millones de dólares (estimados). Los marcos institucionales para la alimentación escolar son sólidos, agrega el informe, tanto que la alimentación escolar suele estar integrada en los planes nacionales de desarrollo, así como en las políticas de educación y seguridad alimentaria.

Al menos 19 países de la región cuentan con una política o ley específica de alimentación o nutrición escolar. Muchos otros están desarrollando nuevos marcos. Y a medida que pasa el tiempo, esas políticas han demostrado ser más sensibles a la salud y la nutrición en las escuelas y a los sistemas alimentarios locales. A pesar de todas estas buenas noticias, sin embargo, hay unos riesgos y alertas inmediatas.

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Desigualdad reinante y altos precios

El informe señala que persisten las desigualdades entre los países que poseen más recursos y los que tienen menos y, dentro de cada país, en cuanto al alcance, la pertinencia y la calidad de los programas. Por ejemplo, mientras en los países de bajos ingresos el costo de la alimentación escolar asciende a US $ 10 anuales por niño, en los países de altos ingresos se estima en US $ 293. Aunque la mayoría de los programas de la región fueron diseñados con alcance universal, aún no alcanzan una cobertura total, que oscila entre el 30 y el 100 por ciento de los niños y niñas matriculados en primaria.

La calidad es otro reto en el que se tiene que mejorar. Aunque la mayoría de los programas de la región tienen objetivos de mejoramiento de la salud y la nutrición, solo cuatro, según el informe, indican que ofrecen un paquete totalmente integrado de al menos seis intervenciones sanitarias o nutricionales junto con la alimentación escolar. Y en este contexto, el precio es un gran obstáculo. “La reciente subida vertiginosa de los precios de los alimentos y el combustible está afectando la calidad general y el alcance de los programas nacionales”, alerta la investigación.

Aunque algunos gobiernos han aumentado su presupuesto para la alimentación escolar, en otros los programas deben reducir el número de días de alimentación o un promover un cambio en la oferta alimentaria a alimentos menos nutritivos y más asequibles. “En vista del alto costo de la dieta y el aumento de la inseguridad alimentaria en la región, los programas deben especialmente bordar la malnutrición en todas sus formas, incluyendo la prevención del sobrepeso y la obesidad, y la promoción de mejores dietas sobre la base de alimentos diversos, frescos y producidos localmente, dentro y fuera de las escuelas; y mejorar los entornos alimentarios escolares y las directrices dietéticas”, se puede leer.

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Por eso, se señala como una recomendación que los países aumenten la participación de las mujeres agricultoras, los jóvenes y los Pueblos Indígenas en la cadena de valor escolar. Pocos países han logrado incluir sistemáticamente a los productores a pequeña escala a todo lo largo del programa nacional, lo que podría ayudar a paliar los altos precios internacionales.

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