Los integrantes de Llaneros están furiosos porque la cobertura de telefonía en el estadio Centenario funciona muy bien. Hubieran preferido que el móvil del árbitro Gustavo Cortés, una mechita que ya está para cambio, que toma fotos borrosas y cuya memoria se llena muy rápido, por tantísima basura que llega a los grupos de WhatsApp, no hubiese funcionado.

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Pero el ringtone sonó nítido en la fría noche de Armenia, y una voz le dijo: “No hubo mano, ‘no pités’ ese penal”.

Transcurría el minuto 67, y el juego Deportes Quindío vs Llaneros, válido por la primera fecha del Grupo A, en los cuadrangulares semifinales del Torneo de la Primera B, estaba igualado 2-2, y el ‘Jardín de América’ se enfrió cuando Cortés se llevó el silbato a la boca y señaló el punto blanco de pena máxima.

@llanerosfcfans ¡POLÉMICO ARBITRAJE! Aunque quizás no fue penal, el torneo de la B no tiene VAR y si fuera así tendrían que anular el segundo gol del local. ⚠️⚠️⚠️ #futbol #bellohorizonte #llanerosisoyllanero #llanerosfc #villavicencio #reypele🇧🇷 #armenia #quindio #deportesquindio #fifa #betplaydimayor ♬ sonido original – Llaneros FC fans

Los del departamento del Meta celebraron de manera anticipada, pues si convertían la diana se irían para su casa, la ciudad de Villavicencio, con 3 puntos en el bolsillo, pero ese minutico gastado, que muchos llaman la llamada de Dios, hizo que la justicia se posara sobre la grama del monumento al fútbol que fue erigido en la comuna uno de Armenia.

De inmediato, el colegiado revirtió la decisión, pues prefirió no decretar un penal que no existió, aunque con un método non sancto, que haber sido la comidilla de todos por haber pitado un penalti fantasma que hubiera perjudicado a un equipo que de eso sabe mucho.

En el minuto 8, Jhon James Gamboa, marcado con la camiseta número 28, había convertido un autogol con el que la visita se fue adelante en el marcador. Como no hay autogol feo, se deslizó al mejor estilo de un goleador e infló la red, ante el desconsuelo de la hinchada milagrosa; pero después, en el 20, el paraguayo Juan Villamayor, de exquisito derechazo, mediante un impecable tiro libre, puso la paridad, enviando la bola directo al ángulo de 90 grados, a la mano izquierda del portero.

El chiquitín guaraní la sigue rompiendo y hace que su camiseta, la número 11, comience a tener un valor especial, y esa uve que lleva en su pecho comienza a adquirir un nuevo significado, el de la inicial de su nombre, que a fuerza de entrega comienza a hacerse grande en este sufrido Quindío.

Pero después de esa obra en mármol, vino la de arena, cuando la defensa se deshizo y después de un disparo de media distancia, los de Villavicencio, a través de Harold Reina, aprovecharon el rebote para poner el 2-1 parcial. Todos los quindianos reclamaron, levantaron las manos, se miraron feo, pero no había nada que hacer, el esférico los esperaba estático en el fondo de la red.

Gamboa, el del autogol bonito, gritó mirando hacia el cielo. “No jodás”, decía, “me voy a vengar”, maldecía, y fue después de otro tiro libre de Villamayor, tras rebote y un remate de uno de sus compañeros, que el balón le llegó como caído del cielo y anotó el gol en un claro fuera de lugar. Pero como que en ese momento el del plan de celular con minutos gratis para llamar a cualquier árbitro en el territorio estaba, tal vez, haciendo del uno, porque el ‘cel’ no sonó.

Los llaneros reclamaron, se halaron los cabellos, desenfundaron sus reclamos como si estuvieran en una película de vaqueros, pero no fueron escuchados. ¡Gol!, y Gamboa gritó “lo hice”, mientras sus amigos lo rodeaban entre risas de victoria. “Arreglaste la embarrada”, le dijo uno y juntos se fueron a sus posiciones. Si hubiera VAR lo hubieran anulado, pero no había y el juez de línea corrió rapidito al medio del campo.

Dos yerros garrafales en un mismo juego no aguantaban, por esos quizás un amigo del hombre de negro cogió su celular, con el dedo puesto en el telefonito verde, pues no lo iba a desamparar. Ambos conjuntos seguían empujando en busca de la victoria y vino la jugada que bien podría ser llevada al cine por una multinacional de las telecomunicaciones, pues esa llamada para evitar un gol que no debía ser pasa a ocupar un renglón en la larga lista de colombianas en el fútbol nacional, como cuando el mundialista Óscar Julián Ruiz parió el VAR, por allá en el año 2000, en un partido Santa Fe vs Tolima.

Jefrey Díaz hizo un gol, y los jugadores tolimenses fueron y le reclamaron airados. El cuarto árbitro, Francisco Camero, que estaba a un lado de una cámara grande, le dijo que había sido con la mano y este lo anuló, ante los ojos desbordados y las bocas entrebiertas de los puristas del fútbol. Solo hasta 2016 dizque se inventó el VAR.

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Y los llaneros reclamaron, no se quedaron quietos, como sí lo hicieron en 2021, en su juego ante Unión Magdalena, cuando sus defensas permanecieron estáticos, como clavados en el piso, como en un sketche dominical, y permitieron que el Unión Magdalena remontara el marcador, anotando dos goles paródicos, y lograra ascender, contra todo pronóstico, perjudicando Fortaleza. Aquel día falló la señal, el juez fue burlado; quizás por ello el árbitro Cortés hizo una recarga de $6.000, con minutos ilimitados, unas meguitas de navegación y redes sociales gratis, pues quería evitarse la molestia de amanecer el sábado con un guayabo llanero, ya que llegado el caso sabía que entraría la “justa llamada”.