Bogotá
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La mamá del soldado, que duró casi dos semanas secuestrado por el Eln, fue quien aseguró que él ha tenido varios problemas psicológicos, como depresión.
Tanto fue el impacto que provocó el rapto en el uniformado que, como él mismo dijo, ya se sentía “como amañado con ellos [el Eln]” y hasta se mostró triste por haberlos abandonado, pues se llegó a encariñar con sus captores; todo esto llevó a pensar a muchos que sí experimenta el síndrome de Estocolmo.
Pablo Monsalve, experto en psicología clínica y trastornos afectivos, aseguró a Pulzo que es poco común, pero “es factible” y su desarrollo depende “de los recursos psicológicos que tenga la persona”, es decir, de si sus necesidades primarias son sólidas.
Como indicó el especialista, la persona puede ser vulnerable al síndrome si carece de “relacionamiento social, aceptación, cariño o confianza”.
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Monsalve explicó que debido al problema de salud mental se generan lazos emocionales de la víctima hacia su agresor, la primera se siente culpable por los tratos que recibe y piensa que se los merece, pues ve al otro como un superior.
El síndrome se generaría porque toda persona es un ser social que necesita comunicarse, una vez consigue este vínculo, se sumerge en el mundo del secuestrador y empieza a mostrarse empática; incluso, podría adoptar algunas de sus ideiologías.
El también asesor externo para la Oficina de Naciones Unidas informó que el victimario no desarrolla la condición, lo que sí puede llegar a crear es un sentimiento tóxico, que consiste en mantener viva a su víctima para cumplir con un objetivo.
Aunque a simple vista no podría diagnosticarse, Pablo Monsalve dijo a Pulzo que sí hay señales básicas para tener en cuenta, y estas son:
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No suele ser tan sencillo como se piensa, pues el experto en psicología clínica comentó que el primer paso es hacer una reestructuración cognitiva, lo que implica volver a enseñarle a la víctima cuál es la realidad.
El secuestrado suele adaptar la realidad asociada a la supervivencia como suya, por lo que cree que está bien y los victimarios suelen implantarle sentimientos de culpa, como ocurre con algunas “sectas o grupos religiosos”.
En el proceso también es necesario fortalecer “los lazos que había antes de los que creó en cautiverio”; todo depende “del tiempo en que la persona haya estado secuestrada” y de la prontitud con la que se someta a un tratamiento.
De no recibir atención de parte de un especialista, la víctima podría desarrollar conductas agresivas y depresivas que, en algunos casos, terminarían en suicidio.
Aquí, algunas frases de alerta que indican que una persona estaría pensando en suicidarse:
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