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En uno de esos paraísos ocultos que se preservan en el Centro de Medellín está el Taller de Relojería Chaverra, un pequeño local ubicado en el Pasaje Comercial Bancoquia, donde Elkin Chaverra, su dueño, mantiene viva una de las profesiones más hermosas y en extinción en la ciudad: maestro relojero.
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Elkin comenzó su oficio a los 14 años arreglando montones de relojes que su papá, también relojero, recogía todos los días de sus compañeros en Fabricato. Lo que no heredó Elkin de su padre, sino que él mismo lo cultivó, fue una fascinación y un talento innato para convertir la restauración y reparación de relojes en un arte. Es uno de los pocos en Medellín y hasta el país capaz de restaurar piezas de relojería extremadamente complejas, raras y valiosas.
Siendo todavía un veinteañero, pero habiéndose ganado ya el “derecho de piso” en una profesión exigente y competitiva como pocas, Elkin llegó a la famosa joyería Tiffany, hoy extinta, y allí se topó con el mítico reloj de Pablo Escobar.
Ocurrió en 1986, cuando Escobar, que entonces todavía no había desnudado públicamente su verdadera personalidad criminal, llevó a la joyería el mítico Rolex, relojes que son bastante caros, de 220 gramos de oro blanco, con un águila y repleto de diamantes.
Elkin tuvo la responsabilidad de reparar el reloj de Escobar y dejarlo impecable, así como lo hizo con miles de relojes modestos y otros valiosos para la historia de Antioquia.
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De hecho, Elkin es uno de los principales responsables de que se esté recuperando la historia de los relojes Ferrocarril de Antioquia, una historia de tradición familiar, de conquista económica de Medellín y Antioquia cuando lograron romper el cascarón, una historia del tiempo convertido en negocio, en lujo y en símbolo del eterno aspiracionismo paisa.
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