Con 24 años y 25 tatuajes a bordo, la joven decidió practicarse la denominada ‘tinción esclerótica’, consistente en inyectar “tinta justo bajo la superficie de la conjuntiva” (en la parte blanca del ojo), una tendencia cada vez más popular entre los admiradores de la modificación extrema del cuerpo, según describe la Academia Americana de Oftalmología (AAO).

Pero algo salió mal en la tinción de Gallager. Empezó a ‘llorar tinta’, esta se desbordaba por sus mejillas, y en adelante solo empeoró, relata ‘The Washington Post’: “El ojo se hinchó y finalmente se infectó. Tres semanas después, la hinchazón interna se mantenía y los médicos le dijeron que corría el riesgo de sufrir ceguera permanente en el ojo afectado”.

Gallinger había cometido varios errores: el primero, dejarse llevar por la presión del tatuador, quien además era su novio; el segundo, confiar en el éxito de otras personas y no investigar lo suficiente.

Los demás errores, que no fueron pocos, los cometió el tatuador durante el procedimiento, según describió Gallinger a la revista Time:

“Él no mezcló la tinta con ninguna solución salina. Usó una aguja grande en lugar de una pequeña, que se adentró demasiado en el ojo. Y en lugar de hacer varias dosis pequeñas, simplemente tomó una inyección grande durante una sesión de 10 minutos”.

Han pasado dos meses desde entonces. El dolor que afronta la joven “es como tener una migraña y recibir un golpe en el rostro”, explica Gallinger, por lo que será sometida a una cirugía la próxima semana.

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Sin embargo, el procedimiento quirúrgico es tan riesgoso como la misma tinción esclerótica, porque los médicos “nunca antes han manejado un caso así”, por lo que “no están familiarizados con lo que deben hacer”, agrega el ‘Post’.

En octubre, Gallinger inició una colecta a través de la plataforma GoFundMe, donde espera recaudar 2.000 dólares (unos 6 millones de pesos) para cubrir los gastos médicos.