Para empezar definiremos cada una para poder establecer las diferencias. Es clave hacerlo porque no a cualquier dolor de cabeza se le llama migraña.

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Cefalea: ¿Qué es?

Es un dolor generalizado que, contrario a la migraña, no llega acompañado de vómito. Tampoco aumenta con la actividad física. Es muy común, pero el neurólogo debe determinar si es un dolor temporal o recurrente; para ello, tiene que confirmar si hay una lesión estructural en el cerebro, un tumor, una trombosis, una infección o un aumento de la presión craneal.

El profesional debe valorar los antecedentes del paciente, las características del dolor y el resultado del examen neurológico.

¿Cuándo aparece el dolor de cabeza?

Cualquier persona puede sufrir de cefaleas o migrañas, aunque es más frecuente que den entre la segunda y la quinta década de la vida.

¿La migraña es una enfermedad?

No lo es, es una condición neurobiológica que hace que las arterias del cerebro se contraigan. Las dificultades del paciente en el trabajo tal vez incrementan el dolor, pero no lo producen. Puede llegar acompañada de luces que enceguecen, náuseas, entumecimiento de algunas partes del cuerpo y dificultad para hablar.

El bótox como alternativa

Los médicos especialistas lo utilizan para inhibir grupos de neuronas. La intención es contener las sustancias que estimulan la molestia. Otro tratamiento frecuente es la banda cefaly, que se pone sobre la frente y, al ir sobre el nervio trigémino, disminuye sustancialmente el padecimiento. Ambos tratamientos van acompañados de antiinflamatorios.

¿Automedicarse?

Los neurólogos se encuentran con una patología muy frecuente: el dolor de cabeza relacionado con el sobreuso de analgésicos. Se presenta en los pacientes que todos los días toman medicamentos para el dolor. Ellos deben ir con urgencia al médico.

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¿La dieta influye?

Es muy variable. Algunos dicen que los enlatados les producen el dolor, otros responsabilizan a los embutidos y a las bebidas negras. Es importante no especular e ir al médico.

El tratamiento

Se debe regular la concentración de neurotransmisores, a través de los cuales las neuronas se comunican entre sí. Para hacerlo, los neurólogos generalmente recetan profilácticos durante tres meses o más (antidepresivos, antiepilépticos o compuestos vitamínicos).

La idea es intervenir los neurotransmisores para que el dolor no sea frecuente ni intenso, y que aparezca, en promedio, solo dos veces al mes.