Por culpa de la soberbia que suele envolver a quienes creen que están haciendo lo mejor, jamás creí posible una derrota. Sin embargo, ganó la democracia y se impuso el NO.

A pesar de todo, lo realmente preocupante no fue eso. Lo más grave, para mí, es la reacción de muchos de los que estábamos anhelando que se aprobara el acuerdo al que se llegó con las Farc en La Habana.

Los seguidores del SÍ, cuyas redes sociales estaban llenas de mensajes de ‘paz’, ‘esperanza’, ‘trabajo en equipo’, ‘orgullo patrio’ y ‘solidaridad’, se llenaron de odio.

‘País de mierda’, ‘que vergüenza ser colombiano’, ‘me quiero ir del país’, ‘somos lo peor del mundo’, fueron algunas de las cosas que pude leer. Más allá de la derrota del SÍ (que recordemos fue por una mínima diferencia), eso es lo que de verdad entristece y asusta.

Ahora que estamos tan cerca de llegar a un acuerdo, ahora que Gobierno, Farc y oposición siguen haciendo un llamado al diálogo y a la negociación, ahora que hemos probado una pequeña pizca de lo que sería Colombia sin las Farc, ¿nos vamos a rendir tan fácil?

No es posible que los que votamos SÍ nos rindamos ahora que los principales líderes políticos de Colombia continúan hablando de diálogo y negociación. Sí, va a ser difícil. Sí, va a tomar tiempo. Sí, tocará que todas las partes cedan más… Pero valdrá la pena. Estamos muy cerca y no es hora de tirar la toalla y darle la espalda al país.

Todos los colombianos debemos unirnos, llegar a un acuerdo y buscar lo que es mejor para el país. Los del SÍ, los del NO y los que no votaron (que es una cantidad vergonzosa) tenemos la responsabilidad de no dejar apagar este proceso.

Tenemos que seguir luchando para que todos nuestros líderes se sienten en una mesa y logren que las Farc entreguen las armas.  Somos una generación que estamos muy cerca de hacer historia para Colombia… ¿Nos vamos a rendir así de fácil?