Vivimos pendientes del WhatsApp

Todo lo enviamos por esa casilla que nos permite llegar a nuestro novio en segundos y nos parece que es la herramienta perfecta para comunicarnos, aunque a veces no es ni precisa, ni nos permite entender los detalles de la entonación de las palabras o de la actitud que las rodea.

¡Y esto es clave para entendernos! Bajémosle al WhatsApp para hablar de lo importante y volvamos a la llamada, a lo que podemos decir de cuerpo presente, mientras nos sea posible.

Apúrele y verá que la embarra

Por cuenta de las prisas o de que no le dedicamos tiempo suficiente, a veces WhatsApp no resulta el medio más adecuado para expresarnos.

WhatsApp nos permite una comunicación fraccionada, esto quiere decir que yo envío un mensaje a las 3 de la tarde, con una actitud y tiempos propios de una situación, y mi interlocutor puede leerlo a las 8 de la tarde, quizá cuando el tiempo ha cambiado por completo la situación; así que el mensaje a todas luces necesita de una actualización. Esto no ocurriría con una llamada, ni mucho menos con una comunicación directa.

Me llegó un mensaje horrible

Todos hemos vivido la situación de recibir un WhatsApp que nos ha hecho sentir descalificados, o nos ha hecho sentir mal. Lo que ocurre es que quizá la persona que nos envió el WhatsApp no tenía la firme intención de hacernos sentir como una chancla y lo envió sin pensar en sus consecuencias, o quizá lo envió pensando que entenderíamos su mensaje, cuando en realidad hicimos una lectura equivocada de sus palabras.

También existe la posibilidad de que esta persona quisiera hacernos sentir mal deliberadamente, aunque lo cierto es que esto no es lo habitual.

No es lo mismo escuchar a alguien de cuerpo presente, que leer sus mensajes entrecortados con caritas y dedos.

Ni todo el mundo escribe bien, ni tampoco es cierto que podamos ser del todo comunicativos por WhatsApp, por más emoticonos que sigan saliendo, hay emociones que no se leen y detalles que se pierden por ganar rapidez.

Cuando recibimos un mensaje que no nos gusta, tenemos que ser conscientes de que lo que se dice por WhatsApp no es exacto, es una aproximación a lo que queremos expresar, pero ahí faltan todos los matices que sí tenemos en la comunicación directa, lo que podemos contextualizar por el tono de la voz, las miradas, el movimiento del cuerpo, la respiración y la gestualización del lenguaje no verbal, que es clave para comunicarnos.

No hay que acelerarse

En caso de recibir un mensaje bomba, no hay que pensar que ha llegado el juicio final, hay que corroborar la información sin acaloramientos.

Si no sabemos qué es lo que falló y recibimos un mensaje de WhatsApp horrible, mi consejo es que no contestemos inmediatamente. Tratemos el mensaje como si fuera algo más especial que el resto e intentemos aclararlo por medio de una llamada.

Si esto no es posible, como mínimo intentemos dejar un audio para entenderlo mejor, pero con un tono moderado que nos deje margen de pregunta. Terminar una relación por WhatsApp u ofender a alguien por este medio, sólo traerá frustración y grandes dosis de ira.

Aprendamos a leer antes de ponernos histéricos

Tanto cuando recibimos un mensaje cáustico, como cuando escribimos mensajes en medio de un ataque de ira, es importante que aprendamos a leer las palabras, y a darles el tiempo que merecen. Cuando se tiene rabia, se escribe con rabia –y mucho más rápido- y los resultados suelen ser negativos, lo mismo podríamos decir de los mensajes conciliadores. Es mejor esperar, contar hasta 30 con respiraciones completas y después contestar, así serán más prudentes nuestras palabras y nuestra actitud nos permitirá estar más calmados y serenos.

Si el mensaje es importante, no lo diga por WhatsApp

Tómese el tiempo de hacer una llamada, una videollamada o incluso de ir a decirle a la persona lo que está sintiendo. Esta seguirá siendo la mejor forma de entenderse y de expresar lo que siente. Valore su tiempo, valore su comunicación y haga el mejor uso de ambos para entenderse con las personas que quiere.

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