Semejante despilfarro en un aparato que sirve para mirar fotos mentirosas en Instagram, ver peleas inútiles en Twitter y entrar a Facebook a… ¿Para qué es que seguimos utilizando Facebook? Piénsenlo: tener a la mano tremendo dispositivo, con tecnología de vanguardia, para contemplar en 4K, ultra HD, mega resolution, súper guau… los tuits de Gustavo Petro… o para ver cómo pasa la cuarentena ‘Epa Colombia’.

“La cámara es más potente”. Por supuesto… buenísimo para hacer las tomas de calidad que usted quiere y con las que busca competir con su documental en el Festival de Cannes. No sé cómo es que no se ha ganado un Golden Globe con todo el material que tiene de sus rutinas haciendo ejercicio… Ah, ¿es para tomarse selfis? Haberlo dicho antes. Importantísimo que quede registro detallado de su hermoso rostro, para que el mundo pueda contemplar semejante maravilla de la naturaleza… Ah… ¿La va a retocar? No entiendo. ¿Para qué quiere una cámara que capta en alta definición los poros de su cutis si no le gusta que se vea su poroso cutis?

Me asquean más, mucho más, los Apple Watch: un reloj que supera los dos millones de pesos, a cambio de dar la hora y contar los pasos. Ah, cosa inútil. Primero, porque la hora es como Dios y como la contaminación: está en todas partes. Segundo, porque pocos datos más irrelevantes que saber cuántos pasos ha dado uno en el día. “Solo he caminado 2.700 pasos hoy. Voy a la tienda, que está a 400 pasos, y así supero mi meta diaria de 3.000 pasos. Por semejante logro me voy a premiar con una empanada de carne y un merengón. No entiendo cómo no he bajado de peso con tanta actividad física”.

Otro más dijo por ahí: “Es que el Apple Watch me avisa cuando debo pararme si llevo mucho tiempo quieto”. Eso mismo hacía mi mamá, y gratis: “Párese y haga algo porque lleva ahí aplastado toda la mañana”. Y me aclaran que no, que es diferente, porque el Apple Watch sirve para hacer ejercicio y monitorear las pulsaciones. Pero, por supuesto. Qué idiota soy. Es que sin hacerle seguimiento al ritmo cardiaco no se puede hacer ejercicio. Son cavernícolas los que salen a correr y simplemente regulan la velocidad dependiendo del aire con el que se sienten. Eso de decir “¡bufff!… no puedo más… estoy ahogado”, sin que el reloj lo confirme, es inconcebible en el siglo XXI. ¿Qué sigue? ¿Dormirse con la incertidumbre de no saber cuántos pasos hemos dado en el día? Qué susto.

“Ah…”, dicen. “Es que tiene una brújula súper buena”. Obviooooo. Si la brújula es un artículo indispensable de uso diario, como la tarjeta ‘Tu llave’ y Facebook (aunque, insisto, no sepamos por qué lo seguimos utilizando). ¿O cómo creen que uno se mueve en Bogotá. Pues por brújula. “Me marca clarito que hacia allá es el oriente… allá donde se ven los cerros orientales”. El que no la tenga está jodido. Toca buscar a alguien con Apple Watch, no para preguntarle “¿me puede decir la hora, por favor?”, sino “hermanito, ¿me puede decir para dónde es el norte? Es que voy para el Éxito de la 170 y no sé a qué lado de la estación coger el Transmilenio”. Tiene hasta una función de “detección de caídas”, como si uno, luego de irse de mula, necesitara que el reloj dijera: “Acabo de detectar que te diste un guamazo”.

Todo esto para decirles que mis suegros me regalaron unos AirPods de casi 700 mil pesos y estoy feliz. Hago talleres por Zoom con mis hermosos audífonos inalámbricos de Apple, blancos como las nubes, lisos como las piedras de un río, elegantes como la princesa Letizia, sofisticados como Tom Cruise. Y así me siento: sofisticado, como Tom; princesa, como Leti. ¿Por qué no? Resentidos.

Con mis AirPods escucho podcasts mientras lavo loza, hablo por teléfono mientras juego Play Station, oigo música mientras trabajo. A veces duermo con ellos puestos y les susurro: “Hasta mañana, pequeños. Los amo. Ustedes aceleran mi corazón. En serio. Ojalá tuviera un Apple Watch para comprobarles que es cierto lo que digo. ¿Cómo? ¿Quieren que los guarde en su bello estuche? Tan bobitos. Claro que sí. Descansen”.

Adiós a esos cables tercermundistas que había que desenredar todo el tiempo como si fueran la pita vieja de una cometa. Adiós a ese “plug” que tenía que estar pegado al celular, como un niñito consentido que no se puede separar de la mamá. Adiós a esa vida sinsentido. Dejen la envidia. Dejen de vivir en la edad media, sin un celular con una cámara potente, ni un reloj que mida sus pasos diarios, ni una brújula que les indique dónde quedan los cerros orientales.

Sígame como @AGOMOSO en Twitter, Facebook e Instagram.

Encuentre esta columna de @agomoso cada 15 días.

La próxima, el miércoles 29 de julio: “Detesto quedar de jefe (e), pero detesto más que dejen encargado a otro”.

Si se perdió las columnas anteriores, aquí están:

Odio que me regañe un desconocido en la calle… y más cuando tiene razón

Guía práctica para lavar los baños sin caer en la depresión

Ruidos entre vecinos

Mi esposa y yo le tenemos miedo a nuestro hijo de dos años

Me cae muy mal la gente que quiere liderarlo todo

¿Por qué es normal que un perro haga chichí y popó en calles y parques?

Confesiones que apenan: me dan miedo los perros callejeros

Que exijan licencia para ser padre, así como piden licencia para conducir

Estoy mamado de lavar loza

Envidio a quienes les va mejor que a mí y hasta disfruto cuando les va mal

Quisiera saber pelear, para darles en la jeta a los matones

Duele tanta maldad e indiferencia, pero igual saco tiempo para ver series en Netflix

No se diga mentiras: aunque sea un año nuevo, usted va a seguir en las mismas

Me siento obligado a comprar regalos que no quiero dar

Me ofende que no me inviten a los matrimonios

Soy un interesado

Llevo dos años sabáticos y ya se me está acabando la plata

Qué rico jubilarme… a los 36 años

No soy mejor que nadie, pero me encanta sentirme mejor que los demás

Quiero informarme seriamente, pero los medios insisten en tentarme a leer pendejadas

Yo también fui un periodista que gorreaba desayuno a las fuentes

Segunda parte: testimonio de un comediante principiante que no hace reír al público

Primera parte: testimonio de un comediante principiante que no hace reír al público

¿Cómo sería una red social en la que compartiéramos nuestros estados reales y antisexis?

Endiosamos a nuestros padres y con los años nos damos cuenta de que son humanos

Me la paso compitiendo con mi esposa aunque ella no lo sabe

¿A cuento de qué tengo que salir de la zona de confort si tanto luché para llegar a ella?

Propuesta al mundo mundial: revaluemos los piropos

Las manos son como un par de hijas: a una se le exige y sale adelante, la otra…

Carta abierta de un aficionado al Play Station

Más que un niño interior, tengo un adolescente interior… y es un petardo

Nadie me contó que uno también termina con los amigos

Cuando chiquito quería ser gomelo. Lo logré

Lleno de expectativas a los 18 años; lleno de incertidumbres a los 35

Yo pensé que después de los 33 años todos madurábamos

Cuando uno es de centroizquierda… y el suegro es uribista (y viceversa)

No solo nos gusta aparentar, nos fluye sin siquiera darnos cuenta

Ver la vida a través de LinkedIn, tan frustrante como verla a través de Instagram

La Navidad es un tranquilo paseo de diciembre… para quien no tiene bebés

Mi papá es un hipócrita

Ser ateo es más difícil en las vacas flacas

Cambiar de peluquero en la misma peluquería… mala idea

 

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.