La despedida fue en medio del llanto de los que partían con sus ilusiones guardadas en maletas y bultos, en contraste con la incertidumbre de quienes se quedan a la espera de poder viajar próximamente, relató la agencia Efe.

Ante la falta de tapabocas, algunas personas recurrieron a una dosis de ingenio e improvisaron caretas hechas con garrafas de plástico transparente, todo con tal de protegerse del COVID-19.

“Este es un viaje humanitario, es un corredor humanitario que ha autorizado la Cancillería de Colombia y Migración Colombia”, dijo a periodistas la secretaria de Bienestar Social de Cali, Fabiola Perdomo, quien explicó que la Administración invirtió 70 millones de pesos.

La mayoría de quienes salieron hoy de Cali estaban establecidos en la ciudad pero también había algunos que llegaron de Ecuador atravesando la frontera por trochas, porque la cuarentena en ambos países los dejó sin medios de subsistencia.

Migrante venezolano en Colombia

Artículo relacionado

9 alcaldes ofrecen pagarles tiquetes aéreos a venezolanos para que regresen a su país

Libia Valero, de 55 años, salió de su país hace seis meses por la crisis, pero dijo que se devolvía a Venezuela porque el trabajo que tenía de peluquera en Cali se le acabó por la pandemia del COVID-19. Desde que terminaron las fiestas de fin de año notó que su actividad comenzó a mermar, pero dice que “apenas llegó la pandemia fue horrible. Quedamos sin trabajo, sin (plata para pagar el) arriendo”.

Valero, quien viajó con su hija y su esposo, sabe que a su regreso a Venezuela se encontrará con una situación más complicada que la que había cuando abandonó su tierra. “La situación allá no es fácil, sé que ahora es peor que antes”, aseguró.

Igual le sucede a Andreina Romero, de 20 años, quien hace 18 meses, en compañía de su esposo y de su pequeña hija, abandonó Venezuela en busca de mejores oportunidades y logró establecerse en Cali, en donde era vendedora informal. Pero con la epidemia las ventas cayeron dramáticamente y dice que “las personas ya no querían recibir (los productos) por miedo a contaminarse”, por lo que llegó al punto de no vender nada en todo un día.

“Uno paga habitación, paga comida, medicinas para mi hija y definitivamente sin trabajo no puedo estar acá. Para estar sobreviviendo así prefiero estar allá (en Venezuela) y sobrevivir con mi familia”, lamentó la mujer

Romero partió con miedo porque dice que en Venezuela la situación “está muy mal” y que, según le han contado, pasar la frontera es “una pesadilla” porque a los hombres los maltratan y les dicen que son “traidores a la patria”.

Entre tanto, Jesús Peña González, de 49 años, llegó a Cali procedente de Ecuador, país en el que, según dijo, la gente no se cuida de la pandemia. En la ciudad de Loja (sur de Ecuador), él y su esposa eran vendedores informales y pasaban las noches en modestos hoteles, pero cuando llegó el coronavirus se vieron forzados a volverse a Venezuela. “Allá (en Ecuador) la gente no se cuida, la gente anda sin tapabocas, y allá se va a morir el 80 %. Es lo triste”, dice el hombre quien denunció que fue maltratado en el trayecto entre Ecuador y Colombia.

Aunque todavía no ha conseguido los asientos en los autobuses para regresar a Venezuela, espera poderlo hacer pronto, pese a que el panorama en su país no es bueno. “Allá lo que hay es hambre, pero si uno va a morir que sea en su pueblo y no por aquí tan lejos”, aseguró.