Paul y Anne Mock estaban en su finca con sus hijas cuando una gran tormenta arrojó casi 70 mm de lluvia a su presa. Paul, preocupado porque el agua rompiera las barreras de protección, salió en medio de los rayos y la lluvia, publica el diario The Guardian.

Sin embargo, se llevó la sorpresa de que cientos de sapos de caño invadieron su jardín y una docena de ellos estaban encima de una pitón de 3,5 metros de largo, que cruzaba a toda velocidad, explica The Guardian Australia.

Estaba literalmente moviéndose a través de la hierba a toda velocidad con las ranas colgando. Pensé que era fascinante que algunos de los reptiles locales se hayan acostumbrado a los sapos de caña y no se los coman”, dijo Paul Mock al mismo medio.

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La historia tomó tanto revuelo en redes, después de que el hermano de Paul, Andrew Mock, publicara en Twitter una foto y un video de lo sucedido, que la experta en anfibios Jodi Rowley dio la razón científica, señala The Guardian.

Según Rowley, catedrática de ciencias biológicas en la Universidad de Nueva Gales del Sur, los sapos intentaban aparearse con la pitón: “Este es uno de los videos más asombrosos que he visto… Muchos y ‘muy’ calientes sapos de caña tratando de hacerlo con una gran pitón olive, con otras ranas cantando alrededor”, explicó en Twiiter.

Incluso, la experta en anfibios detalló que no es algo inusual en los sapos de caña. Pues en alguna ocasión presenció el momento en el que un anfibio macho intentó montar a un mango, cita The Guardian.

Los sapos de caña son una plaga dañina en el norte tropical de Australia, pues son altamente venenosos y han acabado con especies nativas, finaliza el rotativo inglés con sede en el país oceánico.