
La encrucijada en el alma que le dejó a Álvaro Uribe la muerte de Miguel Uribe Turbay
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La familia del joven político asesinado habría dicho que Juan Carlos Pinzón debe recoger sus banderas, pero eso provocaría una ruptura en el Centro Democrático.
En la vida de todo político y gobernante hay momentos que se presentan como serias encrucijadas: dos o más rumbos para tomar con el agravante de que la camino u opción que se elija tendrá serias consecuencias y afectará el destino del partido político y hasta del país. El expresidente Álvaro Uribe, como todos los políticos y gobernantes, tuvo que enfrentar varias de esas circunstancias, pero hubo una a la cual le puso un nombre que se hizo célebre. Hoy, con la muerte del precandidato Miguel Uribe Turbay, el exmandatario se ve de nuevo enfrentado a un dilema que siente en lo más hondo.
(Le interesa: Miguel Uribe Turbay, el tercer aspirante a la presidencia más joven asesinado en Colombia)
A poco más de un año de terminar su segundo mandato (2006-2010), Uribe tenía las preocupaciones de cualquier presidente: conseguir que su proyecto político y sus iniciativas tuvieran continuidad aun después de terminar su periodo. Ya llevaba en su cuenta una reelección encima, y cuando fue a la Cancillería a recibir la Medalla del Decano del Wharton School-Universidad de Pensilvania, un asistente le preguntó por la posibilidad de una segunda reelección. “Me preocupa mucho lo que pueda pasar con estas políticas. Tengo una responsabilidad con los colombianos. Entonces, cuando veo todo esto en la balanza me crea eso que yo llamo ‘la encrucijada del alma’. ¡Qué difícil!”, respondió en ese momento.
Hoy fuera del poder (y además privado de la libertad), salvo el que aún conserva como líder natural de su partido Centro Democrático más la innegable influencia que tiene sobre decenas de miles de colombianos que están convencidos de que “liberó” al país de los violentos, el expresidente Uribe vuelve a enfrentar una encrucijada del alma a la que se ve abocado por la prematura pérdida de Miguel Uribe Turbay, a quien el exjefe de Estado venía perfilando y acompañando, con un inusitado afecto, como heredero de sus ideas y político joven con potencial real de llegar a la presidencia de la República.
En palabras de Miguel Uribe Londoño, padre de Miguel Uribe Turbay, el expresidente Uribe Vélez “vio y reconoció” en su hijo “el liderazgo del futuro, la nueva política, y por eso lo invitó a participar en las filas de su partido”. Y el exmandatario estaba cultivando en tierra fértil, según las mismas palabras del padre del joven político asesinado: “Las ideas de Miguel, inspiradas por sus propias vivencias y moldeadas por los resultados de la presidencia de […] Uribe Vélez, a quien mi hijo calificaba cono el líder que liberó a este país en 2002, explican por qué su destino era llegar al Centro Democrático, el partido que siempre le ha ofrecido a Colombia la respuesta al más trascendente clamor nacional: la seguridad”.
Pero las afirmaciones del padre de Miguel Uribe fueron más allá y empujan con vigor al expresidente hacia su nueva e íntima encrucijada. Uribe Londoño le dijo al exjefe de Estado que les devolvía a él y a Colombia a su hijo “para emprender la lucha más grande de todos los tiempos para el restablecimiento de la paz en nuestro país. Estamos en la obligación de enaltecer y alcanzar el propósito al que dedicó toda su vida: un país sin violencia”.
Uribe Londoño recordó que la causa de su hijo Miguel fue la seguridad. “Este país nunca saldrá de donde está sin seguridad. Una Colombia en paz para todos los colombianos, esa tiene que ser nuestra lucha. El momento es ahora”, dijo, y lanzó una invitación a los colombianos: “Organicemos con bríos y con absoluta determinación esa causa y en los próximos meses escojamos y defendamos el triunfo abrumador e incuestionable de ese liderazgo que tome las banderas de Miguel para que Colombia vuelva a la seguridad. Sin seguridad nunca habrá paz, sin seguridad nunca habrá nada”.
¿A quién entregará Álvaro Uribe las banderas de Miguel Uribe?
Pero ahí está el problema. El Centro Democrático, con varios precandidatos (Ploma Valencia, María Fernanda Cabal, Paola Andrea Holguín Moreno y Andrés Guerra Hoyos), está definiendo el mecanismo mediante el cual será elegido el aspirante que participe por esa colectividad política en las elecciones presidenciales de 2026. Sin embargo, el periodista Melquisedec Torres informó que el nombre que quiere la familia de Miguel Uribe para que recoja sus banderas es el del exministro de Defensa y exembajador en Washington Juan Carlos Pinzón, amigo personal del político asesinado.
Pero Pinzón, si bien comparte las ideas del expresidente Uribe y la visión de país de Miguel Uribe, no hace parte del Centro Democrático, aunque hay voces de peso en ese partido, como la de José Obdulio Gaviria, que le dicen al expresidente Uribe que la persona que debería recibir las banderas de Miguel Uribe sí es Pinzón. Una decisión del expresidente Uribe en ese sentido podría provocar una ruptura sin precedentes en el partido que fundó y que se considera, en las actuales circunstancias, baluarte contra el interés reeleccionista del proyecto político de la izquierda en Colombia. Además, Pinzón fue ministro de Juan Manuel Santos, y eso podría restarle puntos con el expresidente Uribe.
El tiempo corre y las elecciones se acercan. El expresidente Uribe y su partido deben definir si siguen con la idea de la consulta interna para elegir su candidato o se abren y consideran nombres de aspirantes que no son del Centro Democrático para que participen en esa consulta, algo a lo que el jefe de ese partido no se encuentra cerrado. Ahí surgen figuras como Abelardo de la Espriella (que ha dicho que habla todos los días con el expresidente Uribe), y muy improbablemente el de Vicky Dávila, pero la familia de Miguel Uribe ya dijo lo que esperaba.
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