Trump visita Reino Unido con una agenda marcada por anuncios económicos y controversias

Trump visita Reino Unido con una agenda marcada por anuncios económicos y controversias

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El presidente estadounidense Donald Trump inicia este miércoles 17 de septiembre una visita de Estado de dos días al Reino Unido. Se trata de una recepción de alto nivel, ya marcada por anuncios económicos y varios temas delicados que podrían opacar el evento.

El presidente estadounidense Donald Trump inicia este miércoles 17 de septiembre una visita de Estado de dos días al Reino Unido. Se trata de una recepción de alto nivel, ya marcada por anuncios económicos y varios temas delicados que podrían opacar el evento.

Paseo en carruaje, guardia de honor gigante, un desfile aéreo inédito… El presidente estadounidense es recibido con todo el lujo y la pompa que puede desplegar la monarquía británica. Antes de un banquete de Estado organizado por la pareja real, pasará un día en Windsor junto al rey Carlos III.

De esta manera, Donald Trump se convierte en el primer presidente de la historia en ser recibido por segunda vez en una visita de Estado al Reino Unido. Una consagración que él mismo saborea, siendo un admirador declarado de la monarquía y gran aficionado a la fastuosidad y los honores.

Mantener buenas relaciones

Si Londres tira la casa por la ventana, es también porque el primer ministro británico enfrenta un ejercicio de equilibrio complejo. El jueves 18 de septiembre, Keir Starmer recibirá a Donald Trump en su residencia de Chequers. Un encuentro delicado para el líder laborista, preocupado por conservar a toda costa la amistad del presidente estadounidense y evitar el más mínimo traspié, justo cuando éste cuestiona incluso las alianzas más sólidas de Washington.

La fórmula adecuada para apaciguarlo: presentar como un triunfo personal el acuerdo comercial alcanzado con Washington en mayo pasado.

Con una caída en las encuestas, el primer ministro británico espera sacar provecho de esta visita: busca sobre todo obtener excepciones en los aranceles que afectan al whisky (10%) y al acero (25%) británicos. En este punto, el optimismo se ha ido desvaneciendo poco a poco en Londres.

Anuncios económicos

En contrapartida, el gobierno de Starmer, debilitado en el ámbito económico y en plena crisis política, apuesta por una lluvia de anuncios de gran magnitud, centrados en el sector tecnológico y en inversiones estadounidenses. Ya puede presumir de una inversión masiva de 30 mil millones de dólares (25 mil millones de euros) de Microsoft, otra de 5.000 millones de libras (5,8 mil millones de euros) de Google y el anuncio de una asociación que incluye a OpenAI y Nvidia para desarrollar infraestructuras dedicadas a la inteligencia artificial en el noreste de Inglaterra. La británica GSK, por su parte, anunció invertir 30 mil millones de dólares (25 mil millones de euros) en Estados Unidos.

Londres y Washington también deben firmar un acuerdo de cooperación para impulsar la colaboración tecnológica en inteligencia artificial, computación cuántica y energía nuclear.

Dean, un habitante de Londres, espera que estas promesas se concreten. “Van a negociar varios acuerdos, sobre inteligencia artificial, sobre lo nuclear… Bueno, son muchas palabras, pero nos vendrían bien algunas buenas noticias”, dijo a nuestra corresponsal en Londres, Émeline Vin.

Pero la imagen de esta visita molesta a algunos londinenses. Anne, indignada al ver al magnate estadounidense recibido en el castillo, comenta: “No sabe comportarse. Es más que detestable. Todas esas guerras… Solo ve lo que puede sacar: minerales, petróleo… No tiene nada que hacer aquí, no deberíamos recibirlo”. Varias peticiones han exigido cancelar su visita. Para Louise, en cambio, la jornada y las ceremonias junto a Carlos III son un paso inevitable: “Es diplomacia: no tiene alternativa, es su trabajo”.

A su lado, Gordon añade: “Es una excelente manera de halagar el ego de Trump. Y la adulación parece ser la única forma de que se muestre simpático”.

Temas sensibles

La visita, sin embargo, podría verse empañada por varios asuntos conflictivos, como la guerra en Gaza y la regulación de las plataformas digitales, prometida por Londres pero considerada por Washington como una violación de la libertad de expresión.

Otro tema explosivo: el caso Epstein, que sigue complicando la situación de Donald Trump en Estados Unidos. El escándalo ha resurgido en el Reino Unido con la dimisión del embajador británico en Washington, destituido por sus vínculos con el delincuente sexual estadounidense. Las preguntas de la prensa británica al respecto podrían irritar al máximo a Donald Trump, algo que el inquilino de Downing Street quiere evitar a toda costa.

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