Bases y ejercicios militares: ¿qué fichas mueve Trump en Latinoamérica en plena tensión con Venezuela?

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Donald Trump apunta a reforzar la presencia militar de EE. UU. en América Latina y el Caribe con bombardeos a supuestas narcolanchas, entrenamientos en la selva de Panamá y en Trinidad y Tobago y un posible regreso de sus bases a Ecuador. Un plan que combina la narrativa antidrogas con la contención de rivales como China y la presión sobre Venezuela, según analistas. ¿Qué busca finalmente?

Estados Unidos mantiene el foco en América Latina y el Caribe o al menos eso indica el movimiento más reciente de sus fichas en el tablero de esta parte del mundo.

Desde agosto pasado, Washington ha aumentado su presión y presencia en el Caribe con ataques contra supuestas narcolanchas que han dejado más de 70 muertos en las aguas que bordean Suramérica. En ninguno de estos asaltos, el Gobierno estadounidense ha proporcionado pruebas suficientes para corroborar sus señalamientos y los detalles han sido mínimos.

El más reciente de estos bombardeos fue informado este viernes 14 de noviembre, con un saldo de cuatro muertos y que las Fuerzas Armadas de Estados Unidos enmarcaron en el operativo anunciado un día antes por el Pentágono como ´Lanza del Sur´.

La Administración republicana afirma que sus operaciones buscan frenar el tráfico de drogas proveniente de América Latina hacia suelo estadounidense. Esto ocurre en medio de la tensión con Venezuela, cuyo presidente, Nicolás Maduro, ha sido calificado por Estados Unidos como “líder ilegítimo” y con quien Washington mantiene una batalla mediática y discursiva abierta, que incluso ha dado pie a la idea de una supuesta incursión militar estadounidense en territorio venezolano.

En paralelo, el Gobierno de Trump ha incrementado la presión con el envío al Caribe de recursos militares como buques de guerra, cazas F-35, aeronaves de reconocimiento e incluso el USS Gerald R. Ford, el portaaviones más grande del mundo.

Mientras tanto, crecen las preguntas sobre la legalidad de las acciones estadounidenses en las aguas caribeñas, como los ataques contra las presuntas narcolanchas, que el alto comisionado de Derechos Humanos de la ONU, Volker Türk, ha calificado como equivalentes a “ejecuciones extrajudiciales”.

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La medida más reciente del país dirigido por Donald Trump ha sido el anuncio de la mencionada operación “Lanza del Sur”, que busca, según el secretario de Defensa, Pete Hegseth, expulsar a “narcoterroristas” de Estados Unidos. Esta decisión está precedida por todo lo ya descrito y ha sido interpretada incluso como la formalización de lo que ha venido ocurriendo en América Latina durante los últimos meses.

Con todo ello, más allá de las operaciones en el mar, Washington también está consolidando su presencia en la región, particularmente en los siguientes frentes:

Venezuela o China: ¿qué hay detrás de los ejercicios militares en Panamá?

Hace unos días se conoció que tropas estadounidenses y el Servicio Nacional Aeronaval de Panamá (Senan) están realizando entrenamientos en el área de Sherman, en la provincia de Colón, tal y como pudo confirmar EFE, después de que la cadena ‘ABC’ informara del envío de fuerzas terrestres a esa zona.

Según fuentes familiarizadas con el tema, los soldados estadounidenses participan en “algunos entrenamientos en la selva conjuntos” con el Senan en esa zona de Sherman, una densa jungla donde hasta 1999 operaba una antigua base militar estadounidense.

Además, según un funcionario del Pentágono, Washington ha enviado soldados e infantes de marina para completar un programa de entrenamiento en la base aeronaval Cristóbal Colón. Ante la especulación sobre una eventual misión de Estados Unidos en suelo venezolano, la fuente —citada por la misma televisora estadounidense— aclaró que estas acciones no persiguen ese fin.

Se trata de la primera vez en más de dos décadas que el Ejército estadounidense envía tropas convencionales a entrenamientos en la selva panameña, según reportes de ‘ABC’. Un movimiento que coincide con el amplio despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe y el Pacífico, cerca de las costas de Venezuela y Colombia.

Consultado al respecto, el presidente panameño, José Raúl Mulino, negó que la presencia de soldados estadounidenses en su país esté vinculada a la operación de Washington en aguas caribeñas. Dijo que “son temas distintos” y que una cosa “no tiene que ver con la otra”, descartando que Panamá esté prestando su territorio para algún “acto hostil contra Venezuela”.

Apuntó, en cambio, que los ejercicios responden a “un protocolo que se autoriza por parte del Ministerio de Seguridad”.

Dicho esto, esta y otras estrategias estadounidenses podrían apuntar a la otra superpotencia, China. Así lo indica Rafael Piñeros, analista internacional y profesor de la Universidad Externado de Colombia, quien señala en diálogo con France 24 que Washington busca reafirmar que la región de América Latina y el Caribe, “a pesar de la influencia creciente” de Beijing, seguirá “siendo una zona de influencia” estadounidense.

Leer tambiénPanamá no apoyará ningún “acto hostil contra Venezuela”: Mulino, pese a ejercicios militares con EE. UU.

Piñeros explica que, aunque Washington “no ha tenido que desarrollar en el pasado una presencia fuerte, ahora ve las cosas de forma distinta. A China y a otros hay que competirles con presencia y determinación”.

Por su parte, Óscar Palma, doctor en Relaciones Internacionales y profesor de la Universidad del Rosario, asegura que “una gran posibilidad de todo esto es presionar para un cambio de régimen en Venezuela”, lo que “genera un mensaje muy claro” al público interno venezolano “de que el presidente Trump está haciendo algo” para cambiar el rumbo del país.

El posible regreso de bases estadounidenses a Ecuador

El domingo 16 de noviembre, Ecuador vota un referendo que incluye una propuesta para permitir el regreso de bases militares extranjeras a la nación andina, donde Estados Unidos ya operó una base durante la Segunda Guerra Mundial y, más recientemente, entre 1999 y 2009.

Tanto Marco Rubio, secretario de Estado estadounidense, como Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional, han expresado el interés de la Administración Trump en volver a operar una posición militar estratégica en el Pacífico, en caso de que los ecuatorianos aprueben el retorno de bases extranjeras.

En una visita a Quito, Rubio afirmó que, “si los invitan a regresar”, evaluarían su retorno, ya que Ecuador es “un punto muy estratégico” para enfrentar el “narcoterrorismo” y la “pesca ilegal”.

En ese contexto, el Gobierno ecuatoriano ha adelantado que prevé la instalación de dos de estos emplazamientos en la costa continental: uno en Manta y otro en Salinas. Sin embargo, el Ejecutivo no ha especificado si dichas bases estarían destinadas exclusivamente a fines militares o si también funcionarían como instalaciones de control.

Actualmente, el artículo 5 de la Constitución ecuatoriana —impulsada en el Gobierno del izquierdista Rafael Correa (2007-2017)— prohíbe de manera tácita la instalación de bases militares extranjeras en territorio nacional, lo que llevó al retiro de Estados Unidos de Ecuador en 2009. No obstante, bajo el mandato del derechista Daniel Noboa, el Ejecutivo defiende y promueve el retorno de estas bases, dejando en manos de la ciudadanía la decisión sobre su reinstalación.

Pero, ¿por qué Estados Unidos está dando estos pasos en países como Ecuador y Panamá? Para Piñeros, ambas naciones pueden ser vistas como “opciones estratégicas en las que disminuyó la presencia estadounidense y hay que volver a estar ahí”, incluso cuando la sombra china sigue presente, especialmente en el caso panameño.

Vuelven los ejercicios militares en Trinidad y Tobago

El Gobierno trinitense confirmó también el viernes 14 de noviembre el regreso de la Marina de Estados Unidos a su territorio para retomar los ejercicios militares con la Fuerza de Defensa de la nación caribeña, actividades que “forman parte” de la “histórica colaboración” entre ambos bandos, según indicó el ministro de Asuntos Exteriores, Sean Sobers.

La confirmación llegó después de que el fiscal general del país, John Jeremie, anunciara que los militares de la Unidad 22 de la Expedición Marina de EE. UU. intensificarán sus prácticas en el territorio trinitense del 16 al 21 de noviembre.

Sobers explicó que los ejercicios responden “a los constantes hechos de violencia y actividad de bandas criminales” y buscan reforzar la coordinación entre las fuerzas de seguridad locales y las estadounidenses.

La narrativa de la lucha contra el narcotráfico: “medio y fin”

Como ha defendido Washington, el gran objetivo de su cruzada en América Latina y el Caribe es combatir el tráfico de estupefacientes hacia suelo norteamericano, lo que constituye, según el analista Palma, “un mensaje y un simbolismo muy fuerte en estas estrategias”.

Este experto considera que se trata de una narrativa dirigida “al público interno de Estados Unidos, que busca demostrar que Trump, a diferencia de Gobiernos anteriores, sí está haciendo algo en la guerra contra las drogas”, sobre todo en medio de la crisis del fentanilo que ha matado a miles de personas en el país.

Sin embargo, también destaca la lectura de otros actores geopolíticos: “En otros sectores genera mucha crítica y lleva a situaciones como que el Reino Unido diga: ‘No vamos a cooperar con inteligencia con Estados Unidos porque las acciones son violatorias del Derecho Internacional’”.

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Para Piñeros, “el narcotráfico se convierte en medio y fin”: “medio para justificar las operaciones ante la opinión pública interna —y parte de la internacional—”, y fin porque permite al Gobierno estadounidense emprender acciones destinadas a contrarrestar amenazas difusas como el tráfico de drogas, que si bien no son la amenaza más importante a nivel interno, sí funcionan como argumento político y estratégico.

Con EFE, Reuters, AP y medios locales

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