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Escrito por:  Fredy Moreno
Editor jefe     Feb 12, 2024 - 8:49 am

Este lunes cumple su periodo constitucional Francisco Barbosa al frente de la Fiscalía General de la Nación. Una fecha que esperaba con impaciencia el Gobierno Nacional, pues Barbosa superó los límites de sus competencias y se convirtió no solo en una piedra en el zapato para Gustavo Petro, sino en autoinvestido jefe de la oposición, hasta el punto de que, para muchos, en el último año y medio de su gestión, lo que hizo fue impulsar su eventual candidatura presidencial.

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Sus permanentes intervenciones en política descalificando al gobierno de Gustavo Petro contaminaron las acciones que como fiscal ejecutó correctamente. Llegaron al punto de dar pie al presidente para que hablara de una supuesta “ruptura institucional”. Es decir, el propio Barbosa les dio municiones a Petro y a sus seguidores, así ellos tampoco tuvieran la razón. El país ha sido el perjudicado por esta nueva polarización.

El afán del Gobierno de que tan pronto terminara el periodo de Barbosa no quedara ningún vestigio de él en la Fiscalía condujo a que el presidente Petro pasara a la Corte Suprema de Justicia, con suficiente anticipación, una terna de candidatas para reemplazar a Barbosa, conformada por Ángela María Buitrago, Amelia Pérez y Amparo Cerón, a quien cambió después por Luz Adriana Camargo.

Otra de las grandes preocupaciones de Petro y sus seguidores es que, sí la Corte no elige pronto el remplazo de Barbosa, comienza un periodo de interinidad en el que el cargo lo ocupa la vicefiscal, Martha Mancera, que provoca muchos resquemores entre Petro y el Pacto Histórico, que la señalan de haber favorecido a un exdirector del CTI en Buenaventura vinculado con organizaciones de tráfico de estupefacientes y de armas.

En otras palabras, sienten que con Mancera en el cargo de fiscal general será Barbosa el que siga dirigiendo en cuerpo ajeno al ente acusador, justo cuando se adelantan, por ejemplo, serias investigaciones contra el hijo mayor del presidente, Nicolás Petro (que podrían probar irregularidades en la financiación de la campaña del presidente en la costa Atlántica); contra su funcionaria más consentida, Laura Sarabia (por las supuestas chuzadas a su niñera), y contra Fecode (que habría entregado plata a la campaña de Petro de manera irregular).

Pero hay más. Desde la perspectiva de Petro y sus seguidores, Barbosa carga el lastre de haber llegado al cargo apadrinado por el expresidente Iván Duque (a cuya gestión Petro le achaca la mayoría de sus problemas de hoy), y de que ambos hubieran sido muy buenos amigos durante su época de universitarios. Barbosa, pues, reúne todos los requisitos para tener la antipatía de Petro y sus partidarios.

Gustavo Petro y Francisco Barbosa terminan igualados

Petro y sus seguidores querían que la Corte eligiera de una vez, en su sesión del jueves pasado, al remplazo de Barbosa para matar dos pájaros de un solo tiro. Primero poner ya en el cargo de Fiscal a una de las ternadas por Petro y segundo evitar que Mancera durara siquiera unas horas como fiscal general. Para provocar que eso sucediera, el presidente Petro invitó, fiel a su estilo, a sus seguidores a salir a las calles. Y lo hicieron, pero la situación se salió de madre porque quisieron ingresar por la fuerza al Palacio de Justicia.

En todo caso, la Corte Suprema de Justicia tiene un reloj diferente al de Petro. Y eso quedó probado, como ya ha ocurrido antes, con el hecho de que no ha elegido, en cuatro sesiones que ha tenido para hacerlo, al reemplazo de Barbosa. Eso es normal. Antes de nombrar a los últimos cuatro fiscales en propiedad, la Corte ha designado durante varios meses a quien para cada momento ha ocupado el cargo de vicefiscal. En este caso, Martha Mancera.

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El nudo de la confrontación entre Barbosa y Petro se puede sintetizar en el hecho de que el fiscal ha sostenido que, palabras más, palabras menos, lo que busca Petro es entregarle el país a la criminalidad. En respuesta, el presidente ha reiterado con insistencia, aunque sin mostrar ninguna prueba, que la Fiscalía fue tomada por las mafias del narcotráfico.

Es innegable que Barbosa traspasó los límites del ámbito de su competencia al meterse de lleno en el debate político con el pretexto de defender la Constitución y las leyes. El hasta hoy fiscal debió considerar, como jurista que es, esa premisa de quienes imparten justicia según la cual los magistrados y jueces solo hablan a través de fallos y sentencias.

Pese a que el lema en la administración de Barbosa fue que “La Fiscalía habla con resultados”, quedó claro que él habló también desde sus opiniones y aspiraciones. De hecho, se situó a la cabeza de la oposición al Gobierno de Petro, lo que ha dado pie a que se crea que, desde muy temprano, lanzó su candidatura presidencial.

Esa actitud de Barbosa les dio la oportunidad al presidente y a sus seguidores de asegurar que el fiscal los perseguía. Pero con la presión que ejercieron a través de manifestaciones para que la Corte eligiera de una vez a la nueva fiscal, lo que hicieron fue enrarecer desde ya el ambiente para quien sea el reemplazo de Barbosa. Como dijo Humberto de la Calle, las presiones de Petro a la justicia minan el mandato de una nueva fiscal, “que nace con fórceps”.

Barbosa y Petro, diametralmente opuestos en lo ideológico y lo político, quedaron igualados sin embargo por la actitud que han tenido de irrespetar la independencia que deben tener las ramas del poder público en las democracias liberales. Petro quiere incidir en la rama Judicial y Barbosa se metió en terrenos del Ejecutivo que no le correspondían. Como resultado, el país atraviesa de manera innecesaria por una peligrosa tormenta.

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