Un color rojo en un pequeño anfibio, puede ser un grave problema, pues difícilmente pasará desapercibido por los predadores, pero la naturaleza es sabia y los animales saben o aprenden, a raíz de experiencias desagradables, que las tonalidades muy llamativas pueden ser sinónimo de peligro.

Es el caso de la Andinobates bombetes, que precisamente por la pigmentación de gran parte de su cuerpo es conocida como la rana rubí, pero para los animales que intenten comerla tiene una gran sorpresa: alcaloides en su piel.

Cristian González Acosta, egresado del programa de Biología de la Universidad del Quindío y quien dentro de su labor en una empresa de ecoturismo se ha involucrado en el estudio de distintas especies, entre ellas esta rana, dijo que se trata de un animal endémico de Colombia, distribuido en el Quindío, Valle del Cauca, Risaralda y el Chocó.

“Es muy especial porque pertenece al grupo de las ranas venenosas, su apariencia física es muy bonita, tiene rayas rojas y de ahí su nombre común. Lamentablemente se encuentra en categoría de amenaza vulnerable debido a la deforestación, ampliación de la frontera agrícola y contaminación”.

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Los registros dan cuenta de la presencia de la rana en Armenia y en Filandia, en bosques, pues requiere de plantas que crecen en los árboles para su supervivencia.

Es una especie diurna y el macho es un excelente padre. “Tiene cuidado parental, es decir, que desde que la hembra pone los huevos y el macho los fertiliza, es el padre el que los cuida del peligro, los humedece hasta que eclosionan y salen los renacuajos”.

Los renacuajos suben a la espalda del papá y este los carga 1 o 2 días mientras busca un lugar con agua para depositarlos. “El macho inicia una travesía por el bosque y sube a los árboles para poder encontrar una planta que se llama bromelia, la cual acumula agua en las axilas de las hojas y allí deposita los renacuajos que terminan su metamorfosis para luego bajar convertidas en ranas y continuar su ciclo de vida”.

De dónde proviene su veneno

El biólogo subrayó que es venenosa al tener alcaloides en su piel, que adquiere a partir de su dieta. “Comen ácaros y hormigas de un grupo taxonómico que le proveen los alcaloides que la rana transforma para su beneficio”.

Aun así, tiene depredadores: “Lo que hemos evidenciado es que los depredadores primarios son las aves, estas las atacan mucho, también serpientes y pequeños mamíferos. No quiere decir que estos animales sean resistentes al veneno, sino que aprenden a no tratar de comerse estas ranas, ya que cuando la atacan experimentan desagrado, botan el anfibio y no vuelven a atacar este animal relacionando el color con la amarga experiencia. En algunos casos la rana muere y en otros esta se salva, pero la población de depredadores comienza a aprender que tiene que buscar otro tipo de comida”.

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Investigaciones y conservación

Sobre los trabajos investigativos sobre la rana rubí, el biólogo informó que en la reserva privada donde se hacen diferentes actividades de ecoturismo, ubicada el cañón de Barbas Bremen, han venido evaluando sus características de canto y comportamiento.

“Estamos haciendo un estudio sobre si los cantos varían a lo largo de su distribución, para determinar las diferencias significativas y también estamos haciendo trabajos de conservación en la reserva, pues esta rana, junto en el mono aullador, el yarumo y el tucán rabirrojo, son las especies representativas de esta zona”.

Así mismo, destacó el trabajo que hacen algunos de sus compañeros desde la Universidad del Quindío. “También han venido haciendo planes de manejo en algunas reservas con respecto a esta especie y otras como la rana de cristal Centrolene savagei y la rana de chocolate. Han hecho planes de conservación junto con la CRQ, para poder incentivar y proteger estas especies carismáticas del Quindío y que la gente se dé cuenta de la biodiversidad que tienen aquí y que hay que protegerla”.