Este martes el centro médico anunció el cierre de cuatro servicios esenciales: rayos X, urgencias, farmacia y hospitalización. Consonante accedió a los más recientes informes de la Supersalud y la Contraloría que confirman que el hospital no cuenta con los recursos para mantenerse, y no tiene insumos tan básicos como termómetros o monitores de signos vitales.

Los usuarios del hospital San José de Tadó, Chochó, se encontraron con que el ala de hospitalización estaba cerrada. Un letrero pegado con cinta y ubicado en el muro donde está el nombre de la dependencia, indicaba que la Secretaría Departamental de Salud había sellado este espacio. Lo mismo pasó con tres de los servicios más importantes del centro médico, incluyendo el de urgencias.

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Este anuncio confirma una situación que las directivas han intentado ocultar infructuosamente desde hace más de tres años: déficit en la atención de salud, desconocimiento de su estado financiero, falta de implementos mínimos en la unidad de urgencias, entre otras falencias. 

Todo lo anterior llevó a que la Superintendencia de Salud y Contraloría visitaran, en abril y en agosto de este año, el centro médico para inspeccionar y vigilar su estado financiero, administrativo y asistencial. Allí revisaron el estado de las instalaciones, miraron los archivos, soportes y facturas e incluso hicieron un seguimiento a los pacientes que se encontraban en ese momento en el hospital.

Las conclusiones que arrojan los informes de la Supersalud y la Contraloría muestran la inviabilidad del centro de salud por su mal manejo de los recursos, las inconsistencias en los reportes de lo que generan y lo que gastan y también de los contratos que hacen. También evidencian que el hospital no garantiza la atención de manera integral, continua y oportuna de los pacientes y tampoco cuenta con planes de mejora que le permitan salir de esta situación.

La Supersalud registró 35 hallazgos en diferentes requisitos relacionados con el manejo financiero y con la prestación de servicios. De los 35, 20 están relacionados con el manejo de los recursos y todas muestran que la información financiera del hospital es poco confiable.

Este asunto demuestra un problema operacional que hace que el hospital no sea rentable. Respecto a los ingresos y a los gastos en la operación, la superintendencia encontró que los gastos operacionales del hospital superan a los ingresos en un 28.3 por ciento. Mientras que los ingresos operacionales registrados en el Sistema de Información Hospitalaria (SIHO) son de 3.270 millones de pesos, los gastos y los costos de ventas de servicios de salud encontrados en la auditoría son de 4.195 millones de pesos, lo que representa una pérdida operacional de 925 millones de pesos en el año 2021. Esto, para la entidad muestra que “que no existe una política de contención de costos y gastos, lo que hace que la operación corriente de la entidad no sea rentable”.

Para la Supersalud, esto también evidencia que el centro médico hospital tiene debilidades en el control de sus recursos y está infringiendo el principio de la eficiencia, ya que no está administrando de la mejor forma los recursos, los servicios y las tecnologías que tiene disponibles para garantizar el derecho a la salud de la población.

Además indicó que el hospital está “atravesando por una difícil situación de liquidez” y que repercute en la calidad de la prestación de servicios de salud y no permite cumplir con sus obligaciones. El nivel de endeudamiento del centro médico está en el 38 por ciento. 

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Según la Supersalud, los estados financieros del hospital “no son confiables y, por ende, no reflejan la realidad económica de la entidad”. Y es que hay inconsistencias en los reportes de activos, pasivos y de patrimonio que el hospital registró en el Sistema de Información Hospitalaria (SIHO) y lo que encontró la Supersalud durante la auditoría. En el SIHO, el hospital presentó una cifra de 4.621 millones de pesos en activos, mientras que en la auditoría se encontró que los activos del centro de salud son de 5.012 millones. Esto representa una diferencia de 390 millones de pesos.

Por su parte, los pasivos registrados en el SIHO son de 1.750 millones de pesos, mientras que los encontrados por la Supersalud son de 2.594 millones, que es una diferencia de 843 millones de pesos. Respecto al patrimonio, el hospital registró en el SIHO 450 millones más de lo que en realidad tiene, comparado con lo que encontró la Supersalud.

Al desorden en las cuentas se suma otra deficiencia alertada por los entes de control y vigilancia: el hospital no cuenta con una política contable que le permita registrar y evaluar de manera adecuada su estado financiero. Es decir, no tiene un plan o una herramienta para ver cómo está la salud financiera del centro de salud. Tampoco con el control de su inventario y el ‘stock’.

Este es tal vez uno de los inconvenientes más evidentes del centro médico que está a la vista de todos los habitantes del pueblo. Las puertas y las ventanas están oxidadas, algunas tienen los vidrios rotos y otras, inclusive, no tienen vidrios. Los lavamanos y sanitarios permanecen fuera de servicio y varios cables de energía están expuestos. La planta eléctrica tiene fallas, lo que pone en peligro el flujo permanente de energía para mantener servicios esenciales. Además, la única ambulancia disponible está en un taller pues le falta un repuesto.

En el reporte de la Supersalud se encontró que el hospital no garantiza la presentación y mantenimiento en los servicios de urgencias, consulta externa y hospitalización. Tanto en los espacios donde se presentan estos servicios como en los del almacén, rayos x, laboratorio, área de esterilización, cocina y pasillos las paredes están en mal estado, y hay humedades, moho, y goteras.

La Supersalud encontró ‒como era de esperarse‒ que el hospital no está destinando el 5 por ciento de sus ingresos al mantenimiento y mejora de la infraestructura. Respecto a esto, la gerente Vanessa Córdoba dice que es consciente de este requerimiento, pero “los recursos que le entran al hospital alcanzan para la nómina y para comprar insumos, no alcanza para hacer los trabajos de la planta física”.

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En el centro de salud no funcionan los equipos básicos para la atención de emergencias como los desfibriladores y los equipos de órganos. Foto: César Rojas.
En el centro de salud no funcionan los equipos básicos para la atención de emergencias como los desfibriladores y los equipos de órganos. Foto: César Rojas.

La Supersalud comprobó que los problemas anteriores repercuten en la calidad del servicio de salud que el hospital presta a la población local. Hay varios ejemplos de esto. Los servicios de urgencias se realizan en un espacio que no garantiza la libre circulación ni la intimidad, básicamente porque hay demasiadas camillas y están muy pegadas unas con otras. Además, tampoco existe una zona de triaje definida y los tiempos de espera, en promedio, son de tres horas.

Todo esto lleva a que los pacientes no sean atendidos de manera oportuna. La situación es tan alarmante que la Supersalud, en su informe, establece que “el Hospital San José de Tadó aumenta el riesgo vital y/o deterioro en los pacientes que requieren de una atención oportuna en el servicio de urgencias”. En otras palabras, una persona que atraviesa emergencia de salud puede empeorar si decide ir al hospital para ser atendida.

La superintendencia también encontró medicamentos caducados, como un balón de Bakri vencido desde el 2019, implemento que se usa para controlar las hemorragias postparto y otros esenciales que hacen falta, como el Losartán que se usa para el tratamiento de crisis hipertensivas. Dice que el hospital no tiene un inventario actualizado y no cuenta con un protocolo para controlar los inventarios y para la adquisición de medicamentos e insumos médicos.

Además, la superintendencia encontró que el hospital tampoco tiene en buen estado equipos esenciales en la atención de urgencias como el carro de paro, que le falta el resucitador pulmonar manual, un monitor de signos vitales con accesorios y un aspirador o sistema de vacío. También tiene fuera de funcionamiento los desfibriladores, un equipo de órganos, tensiómetros, bombas de infusión y ni siquiera había glucómetro ni termómetros.

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La Contraloría encontró que durante 2020 y 2021 el personal del centro médico no publicó contratos en el Secop ni en Sia Observa, un paso necesario a la hora de hacer contratos con recursos públicos. Esto es importante porque permite conocer con quién se está contratando y de qué forma se están invirtiendo los dineros públicos, además es una obligación de las instituciones públicas.

También dice que el centro de salud “no cuenta con un plan de compras o plan de inversión lo cual muestra una falta de planeación”. Dice además que hay una debilidad en la supervisión de los contratos, pues en los soportes entregados no se especifica qué se está haciendo.

No hay un plan de mejora: Vanessa Córdoba, gerente del hospital, dice que la falta de soportes y registros en el área financiera, contractual y asistencial que debían ser entregados por la anterior gerencia, han dificultado conocer el estado real del hospital y diseñar un plan de mejora. 

A pesar de que Córdoba está al frente del centro médico desde hace casi cuatro meses, insiste en que todavía no ha podido asumir su rol. “No hemos recibido el hospital a cabalidad, porque no hay claridad sobre el estado financiero, ni de la compra de equipos biomédicos, las ambulancias y el pago de los salarios de algunos funcionarios”, sostiene.

La gerente dice que aunque el Plan de Saneamiento Fiscal se cayó porque no se dio respuesta a las solicitudes del Ministerio de Hacienda, el hospital no será intervenido.

“Tenemos dos compromisos grandes por cumplir, pero la anterior gerencia no aclaró cuáles deudas de este plan se pagaron y cuáles quedaron por pagar”, asegura. La gerente presentó una respuesta al informe de gestión de Anny Katherine Yurgaky, la gerente saliente, con el fin de que fueran suministrados los registros, soportes del estado del hospital, pero todavía no ha tenido respuesta.

De acuerdo a la personería municipal, el cierre de cuatro dependencias por parte de la Secretaría Departamental no había sucedido antes. Esto pone en evidencia que el hospital tiene dificultades para hacer las mejoras en los servicios y cumplir sus compromisos con las entidades.

La gente no pierde la esperanza: Aunque los y las tadoseñas llevan años soportando un mal servicio, aseguran que con la nueva gerencia han visto pequeñas mejoras. “Antes en el hospital no se veían los insumos, pero ahora se ven más”, dice Leidy Perea.

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Sin embargo, comenta que es importante que se mejore la planta física del hospital y volver a poner en funcionamiento la ambulancia. “Ha mejorado en la prestación del servicio, pero deben mejorar la planta física, los medicamentos y la ambulancia”, cuenta Francisco Asprilla, integrante de la veeduría municipal.

Lo que sigue: La nueva gerencia del hospital insiste en que está trabajando para mejorar poco a poco el servicio a los pacientes. Sin embargo, reconoce que el hospital es simplemente inviable. “Con los recursos financieros que llegan al hospital no lo vamos a lograr. Si no seguimos tocando puertas, haciendo alianzas de servicio a la oferta. También queremos tratar de sostener los indicadores de cumplimiento para el 2023, de lo contrario es muy difícil sostenernos”, dice Córdoba.