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Siga con la tradición navideña colombiana con cada una de los pasos que incluye. Este jueves 19 de diciembre la reflexión es a pensar en el cuerpo divino.
Avanzan las novenas de Navidad este 2024 y las familias se reúnen para compartir y degustar comida típica. Así encuentra el texto completo que necesita para rezarla al pie de la letra, para el día 4.
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro hijo, la mejor prenda de vuestro amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio.
Yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.
En torno a él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado; suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en su pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.
(Se reza tres veces el Gloria al Padre).
Desde el seno de su madre comenzó el Niño Jesús a poner en práctica su entera sumisión a Dios, que continuó sin la menor interrupción durante toda su vida. Adoraba a su Eterno Padre, le amaba, se sometía a su voluntad, aceptaba con resignación el estado en que se hallaba conociendo toda su debilidad, toda su humillación, todas sus incomodidades. ¿Quién de nosotros quisiera retroceder a un estado semejante con el pleno goce de la razón y de la reflexión?, ¿quién pudiera sostener a sabiendas un martirio tan prolongado, tan penoso de todas maneras? Por ahí entró el Divino Niño en su dolorosa y humilde carrera; así empezó a anonadarse delante de su Padre, a enseñarnos lo que Dios merece por parte de su criatura, a expiar nuestro orgullo, origen de todos nuestros pecados.
¿Deseamos hacer una verdadera oración? Empecemos por formarnos de ella una exacta idea contemplando al Niño en el seno de su madre, El Divino Niño ora y ora del modo más excelente. No habla, no medita ni se deshace en tiernos afectos. Su mismo estado, aceptado con la intención de honrar a Dios, es su oración y ese estado expresa altamente todo lo que Dios merece y de qué modo quiere ser adorado por nosotros.
Unámonos a las oraciones del Niño Dios en el seno de María; unámonos al profundo abatimiento y sea este el primer afecto de nuestro sacrificio a Dios. Démonos a Dios, no para ser algo como lo pretende continuamente nuestra vanidad, sino para ser nada, para quedar eternamente consumidos y anonadados, para renunciar a la estimulación de nosotros mismos, a todo cuidado de nuestra grandeza aunque sea espiritual, a todo movimiento de vanagloria. Desaparezcamos a nuestros propios ojos y que Dios sólo sea todo para nosotros.
Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera por madre suya.
Te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma, y la de todos los que en este tiempo hagan esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo.
¡Oh dulcísima Madre! Comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con la que guardaste tú, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
(Se reza nueve veces el Avemaría).
(Vea también: Cuál es el villancico más cantado en novenas de Navidad en Colombia y por qué; muy querido)
¡Oh Santísimo San José! Esposo de María y padre adoptivo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza.
Te ruego, por el amor que tuviste al Divino Niño, me abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.
(Se reza el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria).
¡Ven a nuestras almas!, ¡Ven no tardes tanto!
que al nivel de un niño te has rebajado!
¡Oh divino Niño, ven para enseñarnos
la prudencia que hace verdaderos sabios!
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
de Israel al pueblo disteis los mandatos!
¡Ah! ven prontamente para rescatarnos.
Y que un niño débil muestre fuerte brazo!
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
presentan al orbe tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño que has sido llamado
lirio de los valles bella flor del campo!
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
las cerradas puertas del regio palacio!
¡Sácanos, Oh Niño, con tu blanca mano,
de la cárcel triste que labró el pecado!
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
que entre las tinieblas tu esplendor veamos!
¡Niño tan preciado, dicha del cristiano,
luzca la sonrisa de tus dulces labios!
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
sin igual imagen del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado
y en forma de Niño da al mísero amparo!
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
de Israel anhelo, pastor del rebaño!
¡Niño que apacientas con suave cayado
ya la oveja arisca, ya el cordero manso!
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
Bienhechor rocío, como riego santo!
¡Ven hermoso Niño! Ven Dios humanado
luce, hermosa estrella, brota flor del campo.
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
do su niño vean, en tiempo cercano!
¡Ven, que ya José, con anhelo sacro,
se dispone a hacerse de tu amor sagrario!
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
consuelo del triste, luz del desterrado!
¡Vida de mi vida, mi dueño adorado,
mi constante amigo, mi divino hermano!
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
Bese ya tus plantes, bese ya tus manos!
Prosternado en tierra te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases te dice mi llanto!
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto !
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
Acordados ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”.
Llenos de confianza en ti, ¡Oh Jesús, que eres la misma verdad! Venimos a exponerte toda nuestra miseria. Ayudadnos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada.
Concédenos, por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a ti ¡Oh niño omnipotente! Seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que, en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.
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