De prisión a museo: cómo las cárceles panópticas en Latinoamérica se transformaron en espacios de memoria y arte
El Espectador es el periódico más antiguo del país, fundado el 22 de marzo de 1887 y, bajo la dirección de Fidel Cano, es considerado uno de los periódicos más serios y profesionales por su independencia, credibilidad y objetividad.
Visitar sitioDe cárceles a centros culturales: conoce cómo estos espacios represivos se han transformado en símbolos de memoria y resistencia en América Latina.
El modelo panóptico, concebido en el siglo XVIII por el filósofo Jeremy Bentham, introdujo una estructura arquitectónica destinada a la vigilancia total de internos desde un único punto de control. Este diseño marcó profundamente los recintos carcelarios en América Latina y se extendió como símbolo de control social y represión. En la ciudad de Ibagué, la antigua cárcel panóptica, inaugurada en 1889, fue durante casi un siglo el principal espacio de reclusión, llegando a albergar hasta 4,000 personas en un área de más de 16,000 metros cuadrados, bajo la mirada atenta de un sistema centralizado de vigilancia (Instituto de Cultura de Ibagué, 2023).
Tras su cierre en 2003, debido al traslado de los presos a la cárcel de Picaleña, el recinto inició un proceso de restauración que permitió transformar el lugar en un centro cultural. De las 186 celdas originales, 72 fueron especialmente adaptadas para acoger exposiciones artísticas y actividades que hoy contribuyen a resignificar el pasado del edificio. Allí donde antes predominaba el encierro y la disciplina, se abrieron espacios para la reflexión social y la creatividad, proyectando una nueva relación entre la memoria y el presente de la ciudad.
Este proceso de reconversión de cárceles panópticas en espacios culturales no es exclusivo de Ibagué. En Bogotá, la antigua prisión adoptó un nuevo rol como sede del Museo Nacional, custodiando el patrimonio histórico y artístico del país. En México, el Palacio de Lecumberri pasó de prisión a ser el Archivo General de la Nación, mientras que en Cuba, El Presidio Modelo fue transformado en un centro cultural enfocado en la memoria histórica. Cada uno de estos casos representa una búsqueda de resignificación de espacios donde, históricamente, se ejerció el control y la violencia (El Espectador, 2022).
De acuerdo con el Consejo Internacional de Museos (ICOM), este tipo de transformaciones se enmarca en una tendencia global que revaloriza los lugares de memoria asociados a la represión, vinculándolos con la educación y la promoción de los derechos humanos. Así, apartándose de la percepción tradicional del castigo, estos sitios facilitan el diálogo sobre experiencias de violencia estatal y la construcción de memoria colectiva (ICOM, 2023).
No obstante, la resignificación de cárceles panópticas contrasta con políticas actuales como las implementadas en El Salvador durante el gobierno de Nayib Bukele. En ese país, la expansión del uso penitenciario se ha presentado como remedio a la criminalidad, reforzando el encarcelamiento masivo como solución y generando denuncias internacionales por violaciones a los derechos humanos (Human Rights Watch, 2024). Este contrapunto evidencia cómo la gestión de los espacios carcelarios aún refleja disputas en torno al control social y la búsqueda de justicia.
En espacios como el panóptico de Ibagué, hoy pueden encontrarse elementos que muestran la vida cotidiana de los reclusos, como una mesa donde se jugaba parqués, y murales que dan voz a historias silenciadas durante años. Estas iniciativas, además de preservar la memoria, cumplen una función pedagógica y cultural que pone en evidencia la dimensión humana de la reclusión.
La recuperación de estos espacios penitenciarios forma parte de una reflexión mayor sobre la memoria histórica y su papel en la reconciliación social. Investigaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México destacan que la visibilización de las dinámicas de control y violencia estatal contribuye a prevenir futuros abusos. Por último, la transformación de estos recintos invita a la revisión de políticas públicas, la reparación de víctimas y una reflexión ética sobre la función del castigo en la sociedad contemporánea.
¿Qué significa el término “panóptico” en el contexto carcelario?El vocablo “panóptico” se refiere a una tipología de prisión circular, diseñada para que un vigilante ubicado en un punto central pudiese observar a todos los internos sin ser visto. Esta estructura permitía el control constante y la disciplina de los encarcelados, generando una sensación de vigilancia permanente. En América Latina, el modelo panóptico trascendió su función arquitectónica inicial y se convirtió en símbolo de sistemas de control y represión.
Comprender este concepto resulta relevante porque las cárceles panópticas no solo marcaron una época de políticas punitivas, sino que actualmente su resignificación representa un acto de memoria y reconciliación social. Al transformar esos espacios, las comunidades buscan desmantelar los vestigios de opresión y reflexionar sobre su historia.
¿Por qué es importante preservar y resignificar las antiguas cárceles en América Latina?La preservación y resignificación de prisiones históricas permite visibilizar episodios de violencia y control estatal que han impactado a generaciones enteras. Estos sitios, cuando se convierten en centros culturales o museos, sirven como herramientas pedagógicas y ayudan a fomentar la memoria colectiva, contribuyendo así a evitar la repetición de abusos en el futuro.
Según estudios citados, convertir cárceles en lugares de memoria y diálogo promueve el reconocimiento de las víctimas y apertura hacia procesos reparativos. Además, estas transformaciones ayudan a repensar las políticas de castigo y a propiciar una reflexión crítica sobre los sistemas penales y los derechos humanos en la región.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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