Bogotá
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En hospitales la precaución es mayor: habitaciones, camas, quirófanos o unidades que llevarían el número 4 o 9 suelen ser renumeradas o etiquetadas diferente.
En muchos hospitales, hoteles y edificios de Japón es habitual no encontrar ni el piso 4 ni el piso 9 señalados en los ascensores ni en las tarjetas de habitación.
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A simple vista puede parecer una excentricidad administrativa, pero detrás de esa práctica hay razones lingüísticas y culturales que conectan directamente con la forma en que en japonés se pronuncian esos números y con asociaciones que se consideran de mal agüero, sobre todo en entornos sanitarios.
La clave está en la polisemia fonética: algunas palabras y números se pronuncian igual o muy parecido a términos con connotaciones negativas.
El número 4 puede leerse como “yon” o como “shi”. El problema es que “shi” (し) es también la lectura de la palabra 死, que significa muerte. Esa homofonía convierte al 4 en un número tabú, especialmente sensible en hospitales, funerarias y otros espacios vinculados al final de la vida.
Por otro lado, el número 9 tiene las lecturas “kyū” (más neutra) y “ku”. La lectura “ku” suena igual que 苦, que significa dolor, sufrimiento o pena. En contextos médicos, donde evitar asociaciones con el dolor es lógico, el 9 pierde popularidad.
Por estas razones, tanto el 4 como el 9 provocan rechazo simbólico; no es una superstición aislada ni una broma administrativa, sino una respuesta cultural a una coincidencia del idioma.
En la vida cotidiana y en la organización de espacios públicos y privados en Japón se adoptan varias soluciones para minimizar la presencia de esos números: en ascensores y planos de edificio es frecuente ver que luego del piso 3 está el 5, o que el número 4 se sustituya por una letra (por ejemplo “3A” o “F”) o una denominación alternativa.
En hospitales la precaución es mayor: habitaciones, camas, quirófanos o unidades que llevarían el número 4 o 9 suelen ser renumeradas o etiquetadas de otra forma.
En hoteles y edificios de oficinas, por razones comerciales y de confort del cliente, también evitan asignar habitaciones con esos números (por ejemplo, no hay habitación 404 o 914 en algunos establecimientos).
Es importante subrayar que estas prácticas no son universales: su presencia depende del gestor del edificio, de la región y del perfil de la clientela. Pero la tendencia es lo bastante marcada como para ser notoria.
El término tetrafobia viene del griego tetra (cuatro) y phobia (miedo), y se usa para describir el miedo irracional o el rechazo social hacia el número 4. En la literatura sobre supersticiones y diseño urbano se cita a menudo como ejemplo de cómo las creencias lingüísticas influyen en el espacio construido: numeración y diseño se adaptan para evitar causar incomodidad a pacientes, visitantes o clientes.
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