Estados Unidos
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Aunque la ley estadounidense no lo prohíbe, es importante tener en cuenta ciertas reglas que se deben cumplir para no arriesgarse a una deportación.
Casarse en Estados Unidos es el sueño de muchas parejas, pero ¿qué sucede si una de las dos personas está en el país con una visa de turista (B-1/B-2)? Esta situación, común entre ciudadanos colombianos que viajan al país norteamericano, despierta dudas sobre su legalidad y las consecuencias migratorias.
(Vea también: ¿Cuánto dinero se debe tener en el banco para sacar la visa de turista de Estados Unidos?)
Aunque la ley permite celebrar un matrimonio bajo este estatus, las implicaciones dependerán de las intenciones del extranjero al entrar al país y de los pasos que tome luego de la boda.
Según el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS), no existe ninguna normativa que prohíba explícitamente casarse en el país mientras se está con una visa de turista B-2, destinada a viajes de placer, turismo o visitas familiares.
La ley federal no regula el acto del matrimonio, que es competencia de cada estado, y la mayoría solo exige documentos básicos como pasaporte, certificado de nacimiento y, en algunos casos, prueba de estado civil previo (como un divorcio).
Por ejemplo, en estados como Nueva York o Nevada, obtener una licencia de matrimonio es un trámite sencillo que no requiere un estatus migratorio específico. Por lo tanto, casarse en estas circunstancias es completamente legal, siempre y cuando el matrimonio sea genuino y cumpla con los requisitos locales.
Sin embargo, el problema surge cuando se analiza la intención del extranjero al ingresar a Estados Unidos. Las visas de turista están diseñadas para estancias temporales, con la expectativa de que el visitante regrese a su país de origen antes de que expire su autorización de estadía, generalmente de hasta seis meses.
Si una persona entra con la intención premeditada de casarse y permanecer permanentemente en el país, esto puede ser considerado “fraude migratorio” por el USCIS.
Acá, unas recomendaciones de una abogada sobre el tema:
Según la guía de la agencia, el fraude migratorio ocurre cuando alguien miente sobre sus intenciones al solicitar una visa o al cruzar la frontera, lo que puede derivar en sanciones graves, como la negación de futuros beneficios migratorios o incluso la deportación.
Una práctica común es que, luego de casarse con un ciudadano estadounidense o residente permanente, el extranjero solicite un ajuste de estatus para obtener una ‘Green Card’ (residencia permanente) sin salir del país, mediante el formulario I-485.
Aunque esto es técnicamente posible, el USCIS aplica una regla informal conocida como la “regla de los 90 días”. Si el matrimonio o la solicitud de ajuste de estatus ocurren dentro de los primeros 90 días después de la entrada con visa de turista, las autoridades podrían presumir que el extranjero tenía intenciones migratorias desde el inicio, lo que podría interpretarse como fraude.
Para evitar esta sospecha, muchos expertos recomiendan esperar al menos 91 días antes de presentar cualquier solicitud, aunque esto no elimina por completo el escrutinio.
Además, permanecer en el país más allá del tiempo autorizado por la visa puede complicar el proceso. Según el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), el sobrepasar el periodo permitido genera un estatus irregular, lo que podría resultar en procedimientos de deportación o una prohibición de reingreso a Estados Unidos por varios años.
Por ejemplo, una estadía irregular de más de 180 días puede implicar una prohibición de tres años o hasta diez. Incluso si el matrimonio es legítimo, el USCIS exige pruebas contundentes de que la relación es auténtica, como fotos, mensajes, cuentas conjuntas o documentos de convivencia, para descartar un matrimonio por conveniencia.
Para quienes planean casarse y establecerse en Estados Unidos, la opción más segura es la visa de prometido (K-1), diseñada específicamente para extranjeros que desean entrar al país con la intención de casarse con un ciudadano estadounidense dentro de los 90 días posteriores a su llegada.
Aunque el proceso es más largo y requiere más documentación, garantiza un camino claro hacia la residencia permanente sin riesgos de acusaciones de fraude.
Otra alternativa es casarse en el país de origen del extranjero y luego solicitar una visa de cónyuge (CR-1 o IR-1) a través del procesamiento consular. Esto evita cualquier sospecha sobre la intención al entrar con una visa de turista y permite un proceso migratorio más transparente, aunque implica esperar fuera de Estados Unidos hasta que se apruebe la visa.
Aunque es posible y legal, las decisiones posteriores pueden tener consecuencias significativas. Si el objetivo es regresar al país de origen luego de la boda, no hay mayores complicaciones, siempre que se respeten los plazos de la visa.
Sin embargo, intentar quedarse permanentemente sin un plan claro puede derivar en problemas migratorios difíciles de resolver. La recomendación unánime de expertos es consultar con un abogado de inmigración antes de tomar cualquier paso, para evaluar las circunstancias específicas y evitar errores costosos.
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