¿Cómo se cronometra el Tour de Francia?
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Visitar sitioEn una carrera de tres semanas cada segunda cuenta. RFI visitó el camión de cronometraje de Tissot para conocer la tecnología y la precisión milimétrica que definen al ganador, por ejemplo en una etapa que necesita foto-finish o durante la contrarreloj.
En una carrera de tres semanas cada segunda cuenta. RFI visitó el camión de cronometraje de Tissot para conocer la tecnología y la precisión milimétrica que definen al ganador, por ejemplo en una etapa que necesita foto-finish o durante la contrarreloj.
No hay que olvidar que el Tour de Francia es una carrera de tiempo. La etapa la gana quien llega en el menor tiempo posible a la meta, y el campeón es aquel que pierde menos tiempo a lo largo de tres semanas de competencia. Pascal Rossier, responsable del cronometraje de Tissot, cronometrador oficial del Tour, nos introduce en un mundo donde la precisión es ley. “Al final, somos los guardianes del tiempo”, dice.
Dentro del camión de Tissot “todos los sistemas son dobles. Si un aparato falla, siempre tenemos otro de respaldo para que la competición nunca se detenga”, afirma el responsable. Incluso la energía está garantizada. Además de los generadores externos, el camión cuenta con su propia reserva de energía capaz de mantener todo funcionando durante 30 minutos en caso de un apagón total.
Cinco hombres trabajan dentro del camión de cronometraje. “En este puesto, tenemos la parte de la gestión de la competición, de los resultados. Al lado tenemos el servicio de la foto-finish en el que se reconstruye la imagen de las fotos que toman las tres cámaras en la línea de llegada”, explica Rossier durante su visita guiada. “Tenemos otra foto-finish aquí que se utiliza en caso de que necesitemos un respaldo, y también para la difusión televisiva. Cuando es una llegada muy ajustada, la televisión toma la foto-finish para enriquecer la producción de TV, para explicar, como hicimos en la tercera etapa con una llegada que se terminó en 22 milésimas entre Tim Merlier, y Jonathan Milan”, añade.
Foto-Finish
En una etapa en línea, el reglamento oficial mide el tiempo al segundo. Dos ciclistas pueden cruzar la meta con el mismo tiempo oficial, por ejemplo, 4:55:36, pero eso no significa que lo hayan hecho a la vez. Aquí es donde entra en juego la tecnología que decide las victorias más reñidas: la foto-finish.
“La foto-finish es tanto un aparato de cronometraje como un dispositivo óptico”, explica el experto. No es una cámara de fotos tradicional. En su lugar, utiliza una rendija vertical de apenas 19 micras alineada perfectamente con la línea de meta. Esta cámara no toma una foto, sino que escanea continuamente esa línea a una velocidad vertiginosa de 10.000 veces por segundo.
El resultado es una imagen compuesta, construida en el tiempo. “Si cierras las persianas en casa y dejas una pequeña rendija, al pasar una bicicleta verás primero la rueda delantera, luego el cuadro, y así sucesivamente. Tu cerebro compone la imagen. La photo-finish hace lo mismo: crea una imagen en una duración determinada”.
Esta tecnología permite diferenciar márgenes increíblemente pequeñas. Como en la tercera etapa entre Valenciennes y Dunkerque, norte de Francia, en la que Tim Merlier y Jonathan Milan fueron separados por solo 22 milésimas de segundo. Aunque su tiempo oficial fue el mismo, la foto-finish no dejó lugar a dudas sobre quién fue el ganador.
La necesidad de resultados inmediatos ha impulsado la evolución de esta tecnología. Lo que en los años 40 era un proceso con película analógica que requería un revelado y minutos de espera, hoy es un sistema digital que ofrece respuestas casi instantáneas.
“Hoy, el podio debe anunciarse en los cinco segundos posteriores a la llegada”, comenta Pascal Rossier. Todo lo que el espectador ve en su pantalla, en las webs o en las aplicaciones, nace en este “centro neurálgico” del cronometraje, una caseta amarilla ubicada en la línea de meta.
Una de las llegadas más memorables y ajustadas tuvo lugar en el Tour de Francia 2017, en Nuits-Saint-Georges. “Edvald Boasson Hagen y Marcel Kittel llegaron en un sprint increíblemente reñido. La diferencia fue de 6 mm de segundo, una diferencia de menos de una milésima de segundo. A 68 km/h, eso representa un margen de solo seis milímetros. Gracias a la tecnología, pudimos distinguirlos”, recuerda el experto suizo, en ese momento también al mando del cronometraje.
El desafío de la contrarreloj
El dispositivo cambia para una prueba de contrarreloj, donde los ciclistas salen a intervalos regulares. “Nuestra responsabilidad es medir el tiempo de cada uno de ellos en tres momentos”, explica
En la salida, una célula fotoeléctrica emite un haz de luz. Cuando el ciclista lo corta, su cronómetro personal se pone en marcha. En varios puntos del recorrido, un microchip instalado en cada bicicleta es detectado por antenas en la carretera, registrando los tiempos intermedios. Y en la llegada el ciclista vuelve a cortar una célula fotoeléctrica para detener su tiempo. “Pero, seguimos juzgando con la foto-finish, porque es lo que exige el reglamento de la Unión ciclística internacional”, puntualiza.
Todo este flujo de datos es procesado automáticamente por un software de gestión que calcula las clasificaciones en tiempo real y las distribuye a todas las plataformas.
La visita de Pascal Rossier, responsable del cronometraje de Tissot, termina de una anécdota personal. ¿Un experto en tiempo cronometra también a su familia? “Sí, es un defecto profesional”, admite entre risas. “Siempre estoy mirando el reloj y diciendo ‘nos quedan diez minutos’. Pero mi familia es muy tolerante, así que todo va bien”.
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