“Para Arabia Saudita, los videojuegos son una herramienta de ‘soft power’”

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El editor estadounidense de videojuegos Electronic Arts anunció el lunes 29 de septiembre su adquisición por 55.000 millones de dólares por parte de un consorcio formado por el fondo público de inversión saudita y dos fondos de inversión privados estadounidenses, entre ellos Affinity Partners, empresa fundada por Jared Kushner, yerno de Donald Trump. Con esta compra, Arabia Saudita se hace con licencias muy rentables y populares como Los Sims, Battlefield y, sobre todo, EA Sports FC (antes Fifa). Una inversión que no es solo financiera. Entrevista con Joost van Dreunen, especialista en la industria de los videojuegos y profesor de la Stern School of Business de la Universidad de Nueva York.

El editor estadounidense de videojuegos Electronic Arts anunció el lunes 29 de septiembre su adquisición por 55.000 millones de dólares por parte de un consorcio formado por el fondo público de inversión saudita y dos fondos de inversión privados estadounidenses, entre ellos Affinity Partners, empresa fundada por Jared Kushner, yerno de Donald Trump. Con esta compra, Arabia Saudita se hace con licencias muy rentables y populares como Los Sims, Battlefield y, sobre todo, EA Sports FC (antes Fifa). Una inversión que no es solo financiera. Entrevista con Joost van Dreunen, especialista en la industria de los videojuegos y profesor de la Stern School of Business de la Universidad de Nueva York.

Por Nathanaël Vittrant

RFI: ¿Qué lectura hace de este anuncio?

Joost van Dreunen: En primer lugar, la adquisición del mayor fabricante de videojuegos con sede en Estados Unidos por parte de un fondo soberano extranjero por 55.000 millones de dólares nos muestra que la ola de consolidación del sector no ha terminado. En segundo lugar, si nos fijamos en la estructura financiera, los sauditas y sus socios están poniendo mucho dinero sobre la mesa en comparación con lo que piden prestado. Esto es señal de que se trata de una inversión a largo plazo.

No estamos ante una compra que vaya acompañada de una cura de adelgazamiento de la empresa para mejorar la rentabilidad y los márgenes antes de revenderla con beneficios, sino en un escenario de adquisición coherente con la visión estratégica del fondo soberano saudita, que pretende utilizar Electronic Arts y sus licencias para convertirse en un actor importante en el mundo de los medios de comunicación, el entretenimiento y las tecnologías.

¿Se refiere al proyecto Visión 2030?

Sí, Arabia Saudita ha reservado 38.000 millones de dólares para diversificar su economía y reducir su dependencia del petróleo. Los videojuegos, al igual que el deporte o el entretenimiento, forman parte de este esfuerzo. Los sauditas han invertido en fútbol y en toda una serie de deportes, y la semana pasada invitaron a varios cómicos estadounidenses a participar en un festival de humor en Arabia Saudita. Están invirtiendo de forma masiva y decidida en estas industrias culturales.

¿Podría esto tener un impacto en los contenidos y los juegos producidos?

Si se observa la evolución de la cartera del fondo soberano saudita en el sector de los videojuegos, se aprecia que ha cambiado mucho. En 2023, ascendía a unos 20.000 millones de dólares, la mitad de los cuales correspondían a empresas que cotizan en bolsa, como Nintendo, por ejemplo. Desde entonces, no solo su cartera ha crecido hasta alcanzar los 30.000 millones de dólares, sino que los sauditas también han vendido muchas de las participaciones que podían tener en empresas que cotizan en bolsa, especialmente asiáticas, para reorientar sus activos y ser mucho más protagonistas en la edición y publicación de juegos, en lugar de ser simplemente un inversor pasivo.

Ahora nos encontramos con un importante centro de videojuegos en Arabia Saudita que pesa más de 70.000 millones de dólares. Se trata de una herramienta de poder blando y es de esperar que tenga un impacto en el contenido de los juegos, los temas que se pueden o no se pueden abordar, los centros de interés… Pero espero que esto se haga poco a poco. No les interesa ir demasiado rápido.

El Fondo Público de Inversión de Arabia Saudita ha firmado recientemente un acuerdo con la empresa francesa Ubisoft que ha dado lugar a una ampliación de su juego Assassin’s Creed Mirage, que se desarrollará en Arabia Saudita, en un lugar emblemático del patrimonio cultural y turístico del país. Una decisión que ha suscitado mucha inquietud en Ubisoft. ¿Es este el tipo de injerencia que cabe esperar?

Sí, del mismo modo que la aproximación entre Ubisoft y la empresa china Tencent plantea interrogantes cuando se habla de una industria cultural local. A largo plazo, cabe esperar un impacto editorial. Aunque no les conviene hacerlo de forma demasiado brusca, ya que correrían el riesgo de ganarse la antipatía del público. Sería contraproducente en términos de soft power e influencia. Lo que ha ocurrido con Ubisoft es un buen ejemplo, se parece a lo que ocurre en Inglaterra cuando un oligarca compra un club de fútbol.

Los países ricos, al igual que las personas ricas, utilizan su riqueza para ampliar su influencia cultural. No es nada nuevo: Corea del Sur crea infraestructuras de Internet para beneficiar a su economía, Japón es conocido por sus exportaciones culturales: Pokémon, mangas, etc. Por lo tanto, no es de extrañar que otro país se lance a ello. La cuestión será saber hasta qué punto intentarán imponer sus propias ideas y reglas.

Cuando Microsoft adquirió Activision Blizzard en 2023 por 75.000 millones de dólares, los reguladores examinaron detenidamente esta compra. ¿Debemos esperar el mismo nivel de minuciosidad?

La diferencia en el caso de Microsoft y Activision es que se trataba de una integración vertical: una plataforma compraba lo que en ese momento era el mayor productor de videojuegos, con el riesgo de crear una distorsión de la competencia o una barrera para los consumidores. Dicho esto, sigue siendo una inversión muy importante y el regulador inevitablemente la examinará, sobre todo cuando hay un fondo soberano en juego y está a punto de tener acceso a los datos de los jugadores y ciudadanos estadounidenses, y de gestionar las licencias estadounidenses.

Pero si tuviera que ser cínico, diría que, dado que Jared Kushner está involucrado, cabe esperar que su suegro, Donald Trump, dé luz verde a la transacción pase lo que pase.

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