La papa, orgullo y futuro de Colombia: biodiversidad, ciencia y tradición ante el reto climático

Economía
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La biodiversidad de la papa en Colombia es clave para la economía y la cultura, pero enfrenta amenazas.

La papa es mucho más que un cultivo en el contexto colombiano: representa el eje de la economía rural, una expresión de riqueza cultural y un laboratorio viviente para la innovación científica en medio de desafíos globales como el cambio climático. Con una producción que ronda las 2,5 millones de toneladas al año, este tubérculo se siembra en las zonas de páramo y montaña, especialmente en regiones como Boyacá y Nariño. Para miles de familias campesinas, la papa constituye tanto su sustento diario como parte de su identidad regional, lo cual refleja una tradición agrícola de siglos de antigüedad según la Agencia de Noticias UN - Unimedios.

Un aspecto determinante de esta actividad agrícola es la extraordinaria biodiversidad presente en el país. En Colombia existen cerca de 850 variedades diferentes de papa, cifra que supera ampliamente a las populares pastusa, criolla o sabanera que se encuentran normalmente en los mercados. Estas variedades exhiben una rica gama de formas, tamaños y colores, con aplicaciones culinarias diversas y adaptaciones específicas a variados entornos agroecológicos. Según la Agencia de Noticias UN - Unimedios, esta diversidad genética es resultado de generaciones de adaptación local, proporcionando un patrimonio que en la actualidad se encuentra bajo amenaza y requiere acciones de conservación urgentes.

El mejoramiento genético de la papa en Colombia ha contribuido notablemente a la evolución del sector. Desde 1988, alianzas entre la Universidad Nacional de Colombia, el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) y Fedepapa han dado como resultado 22 variedades mejoradas, de las cuales la papa criolla sobresale con el 72% de la innovación. Un caso emblemático es el de la “Pastusa Suprema”, producto de un cruce con variedades mexicanas, que se expandió rápidamente hasta alcanzar 46.000 hectáreas en 2009 y permitió reducir a la mitad el uso de fungicidas contra la enfermedad conocida como “gota”. Estos avances han facilitado la entrada de la papa a nuevas zonas, impulsando la rentabilidad de los productores.

No obstante, variedades tradicionales como la “Diacol Capiro” enfrentan vulnerabilidades crecientes frente a las plagas y los cambios climáticos, como advierten la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Banco Mundial. El deterioro de estas variedades puede poner en riesgo tanto la economía regional como la seguridad alimentaria. Por ello, la conservación local de semillas y la mejora de cultivos nativos aparecen como tareas urgentes para el futuro del país, sobre todo en el actual contexto de variabilidad ambiental.

La colaboración entre investigadores, instituciones y campesinos ha demostrado ser un camino eficaz para salvaguardar la biodiversidad y adaptar la producción de papa a nuevos retos. Incluir activamente a los agricultores en la elección y validación de semillas ha garantizado que las nuevas variedades resulten útiles y culturalmente pertinentes. Espacios como las ferias campesinas en municipios como Toca o Ventaquemada reafirman la importancia del intercambio de conocimientos y del fortalecimiento del patrimonio genético, como destaca la Agencia de Noticias UN - Unimedios.

Expertos de entidades como el Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias (IFPRI) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) coinciden en que la articulación entre ciencia, tradición y políticas públicas es esencial para la sostenibilidad y resiliencia del sector papero. El desarrollo de políticas que incentiven la investigación aplicada y las prácticas agroecológicas, así como el apoyo a la comercialización nacional, permitirá consolidar una agricultura inclusiva, resiliente y sostenible en Colombia.

La papa colombiana, por tanto, reúne elementos identitarios, científicos y económicos que requieren protección estatal y social. El robustecimiento de toda su cadena de valor, desde la conservación genética hasta su presencia en el mercado, es crucial tanto para el futuro del país como ejemplo global de sostenibilidad agrícola, tal como lo subrayan las fuentes consultadas.

¿Qué desafíos enfrenta la comunidad campesina en la conservación de la papa nativa? Para la comunidad campesina, conservar las variedades nativas de papa implica superar obstáculos relacionados con el acceso a recursos, adaptación a los cambios climáticos y el impacto de plagas nuevas o reemergentes. Este desafío incluye no solo la preservación genética, sino también la transmisión de conocimientos ancestrales y la defensa de prácticas agrícolas adaptadas a cada territorio. El soporte institucional y la participación comunitaria son claves para esta labor, como evidencian los procesos de validación de semillas en ferias campesinas y la articulación con entidades de investigación, según la Agencia de Noticias UN - Unimedios.
Además, la tendencia hacia el monocultivo o la reducción de variedades en aras de la rentabilidad puede contribuir a la erosión genética, lo que implica riesgos futuros para la seguridad alimentaria. Los agricultores, junto con los investigadores, enfrentan el reto de equilibrar rentabilidad, sostenibilidad y conservación, en un contexto global donde el cambio climático pone a prueba la resiliencia de los cultivos tradicionales.

¿Por qué es importante el mejoramiento genético de la papa en Colombia? El mejoramiento genético es crucial porque permite adaptar el cultivo de la papa a nuevas amenazas derivadas de plagas, enfermedades y condiciones ambientales cambiantes. La introducción de variedades como la "Pastusa Suprema" ha demostrado cómo la investigación puede reducir costos, minimizar el impacto ambiental y abrir nuevas zonas aptas para el cultivo, tal como informa la Agencia de Noticias UN - Unimedios.
Este tipo de avances no solo protege la productividad y la estabilidad económica de los campesinos, sino que también salvaguarda la diversidad genética y cultural. De este modo, el mejoramiento genético contribuye a garantizar la seguridad alimentaria y a fortalecer la tradición agrícola de Colombia frente a las exigencias del siglo XXI.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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