Esta semana se produjo un hecho “legal” absolutamente inconcebible, inconstitucional, producto de la manguala politiquera en una insólita unidad de toda la extrema derecha, la derecha y el oficialismo.

El raponazo del Consejo Nacional Electoral que en una decisión ilegítima tumbó, en principio, la revocatoria a Peñalosa y que de paso pone en duda todas las demás. Aunque falta una nueva ponencia que seguramente será fallada de la misma manera espuria en los próximos días, el golpe está dado.

Paso a armar el rompecabezas y el “organigrama” de esta acción que atenta de frente contra la democracia.

En la parte legal, el Consejo Nacional Electoral no tiene las facultades para tomar esta determinación, pero lo ha hecho en contravía de la Constitución. Es decir, legalmente no puede revisar los motivos expresados por los Comités que reunieron las firmas para la revocatoria. Y mucho menos decidir contra viento y marea que esos motivos no son válidos.

Por ejemplo el CNE se arroga el derecho ilegítimo de valorar los motivos de incumplimiento del plan de gobierno.

Basado en ello y con la determinación tomada, se desploma de una el mecanismo constitucional de control político, la revocatoria misma, y se le da viabilidad a la imposición dictatorial del CNE.

La decisión tomada viola claramente los artículos 103 y 259 de la Carta que garantizan el voto programático y precisamente le revocatoria de manera explícita. Con la decisión se destroza el derecho de la gente a controlar a los gobernantes.

Queda abierto, además, el oscuro camino de acabar con los plebiscitos y referendos, las iniciativas populares, los cabildos abiertos si al CNE se le da la gana de también levantar a machete estas garantías constitucionales, de acuerdo con las necesidades políticas de sus miembros mayoritarios, que son las mismas del régimen y sus partidos, incluida allí toda la panoplia politiquera desde el Centro Democrático hasta el Partido Liberal.

Con esta decisión además queda abierta la posibilidad de que se le pueda también dar un zarpazo a otras acciones populares, como la consulta minera. Que, obvio, está dentro de los intereses de esa nueva e insólita unidad de todos los sectores de derecha.

Curiosamente en este caso en el CNE se pusieron de acuerdo todos los partidos. Se unieron Santos y Uribe para defender a Peñalosa, con la ayuda de Cambio Radical, el verdadero partido del alcalde, la U, los conservadores y los liberales. Es decir, el Frente Nacional de nuevo cuño.

Una extraña unidad en la cual cupieron además de los “polarizados” Santos y Uribe, todos los partidos mencionados y claro, el expresidente Gaviria. Ahí, cuando se trata de tocarles las prebendas están todos en la misma jugada.

Las diferencias y odios se olvidan, porque la salida de Peñalosa sería una bofetada a todo el régimen del cual hacen parte. Saben muy bien que está en juego detrás de la revocatoria, el regreso de la izquierda Bogotá y por qué no la llegada al país, vistas las encuestas. De tal modo que la decisión encarrila las cargas tradicionales en la ruta del 2018.

Y lo que es más grave aún, la sórdida decisión puede crear el piso “legal” y teórico de las clientelas, para acabar de desmontar en su conjunto el bien supremo, es decir la Democracia Participativa.

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La cosa fue fácil: los siete magistrados contra la revocatoria, recibieron sus órdenes directas, se encerraron, se pusieron de una de acuerdo y dieron el golpe de mano.

Pasemos al organigrama del raponazo…

Arriba, en primera línea ordenando y liderando la acción, Peñalosa, Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe. En segunda línea César Gaviria y Germán Vargas Lleras. En tercera línea los alfiles del uribismo, el santismo, la U, el partido liberal y los conservadores. Y en la cuarta línea, la que decidió, siete magistrados del CNE. Todos ellos que exhalan un contenido mucho más político tradicional que académico o jurídico ¿Quiénes son?

Alexander Vega, presidente del Consejo Electoral, del partido de la U. Hombre importante en todos los movimientos dentro de las cortes, promotor de candidaturas en el Congreso, lleno de relaciones y quien exhibe sus amistades con personajes con Dilian Francisca Toro. Visitado por muchos, no pocos de ellos que llegan a las cortes. Gobiernista…

Carlos Camargo, conservador de Córdoba, prestante miembro de la clase política cordobesa, gran manejador de lo regional, fue secretario general de la Registraduría. Y dio el salto promovido por el ex registrador Carlos Ariel Sánchez. Aspiró a ser… ¡Contralor de Bogotá! Dicen que su jefe directo es su propia suegra. O sea un ejemplo de pensamiento premoderno y feudal de las regiones.

Héctor Elí Rojas, decano de las movidas politiqueras, ejemplo del político tradicional liberal. No hace mucho lo retrataban divinamente en “La Luciérnaga” de Caracol Radio. Fue derrotado en sus aspiraciones al Congreso por Boyacá. De la cuerda de César Gaviria, o sea neo liberal salvaje. Y lo mejor, amigo íntimo de Peñalosa. Su hija fue subsecretaria de la alcaldía. Se salió de las deliberaciones, pero era quien le daba el definitivo pedal a descabezar la revocatoria.

Felipe García, una especie de Fernando Londoño pero mucho más fino y delicado que su ejemplo a seguir. Del Centro Democrático, bogotano, una especie de Godofredo Cínico Caspa pero de estrato seis. Mensajero directo de Uribe. Dicen que lo llaman “El Capitán Araña”. Como todo el CD, de gran habilidad para “interpretar” la Constitución.

Yolima Carrillo, de Cambio Radical o sea de Peñalosa directamente, de la Guajira, si de la Guajira de tantos otros amigos de Vargas Lleras. Relacionada con todo lo que significa política y clientelarmente hablando Cambio Radical en la Guajira. Amiga de Char. Se dice Wayúu, se arropa con el discurso de género.

Emiliano Rivera será quien presente el nuevo proyecto para hundir definitivamente la revocatoria. Liberal boyacense, oficialista a tope, amigo del ex Ministro del Interior Juan Fernando Cristo, ahora en campaña. Santista gris, ex funcionario del Congreso. Se las sabe todas. Aparentemente le hace honor a aquella frase que dice: “la mejor rama del derecho es la ganadería”.

Bernardo Franco, hombre mayor, experimentado, caldense, funcionario de siempre, puesto allí por el Partido de la U y de confianza total para el senador Lizcano presidente del Congreso. Hombre disciplinado, recibe órdenes y actúa. Bueno, todos reciben órdenes porque tienen deberes de clientela, y actúan.

Como se puede ver, ese Consejo nacional Electoral, es un precioso “retrato de familia” de la política tradicional colombiana, del centro a la extrema derecha. Todo lo que sabemos en materia del ejercicio de la política está allí condensado y disciplinadamente trabajando… Todos allí para proteger los intereses de sus partidos y de las figuras de sus partidos. Todos unidos en torno a Peñalosa, que ha logrado lo imposible: la armonía de los polarizados, la paz del clientelismo, el frente amplio que lo defiende a punta de raponazo inconstitucional.

Y todo ello, desde luego, apoyado en los medios de comunicación que defienden a ultranza a Peñalosa. En ese conjunto musical todos tocan para que no toquen a un símbolo del régimen como lo es Peñalosa, que encarna todo lo que ellos saben, todo lo que sabemos…

El raponazo dado, puede convertiste en un boomerang. Se puede dar una fractura muy seria entre las gentes que se la juegan por lo institucional, quienes creían en las capacidades de la revocatoria y que ahora van a descreer de esa institucionalidad que se faltonea a si misma. Puede producirse un proceso de “cuchillo para su propio pescuezo” en tanto que se alinee una grupo enorme de la ciudadanía para reclamar por otras vías los derechos que les han sido raponeados con este soberbio golpe de mano.

Esto va a generar una vez más enorme inconformidad colectiva frente a las vías institucionales, ante el cierre dictatorial de los mecanismos de participación. Van a surgir las vías de hecho, la protesta popular y no solo en Bogotá. Se están cerrando los caminos constitucionales con decisiones de facto.

¿Qué queda entonces por hacer? El Registrador, que va en contravía de esa decisión del CNE, debe ser apoyado para que no se le arrebaten sus competencias. Es él quien debe decidir sobre la validez de las firmas y la implementación de las revocatorias. Como lo establece la ley. Debe haber una continuidad en el proceso. Quedan las movilizaciones, las redes, las tutelas…

Y que quede claro: los comités pro revocatoria son quienes creen en la institucionalidad y la representan. El CNE con su decisión ilegal, es quien queda por fuera de la institucionalidad. Es decir el mantenimiento, a la brava, de las élites en el poder.

Se debe proteger masivamente el derecha a la participación ciudadana, el voto programático y el control ciudadano al poder político. Creo que estamos saturados de los cambios “en un articulito”.

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