La revista Semana a través de su medio “Finanzas personales” cuestiona el sistema de ventas de organizaciones tipo Herbalife, Amway y Avon.

Hace un análisis sobre el riesgo piramidal de estos sistemas y lo difícil que es para la mayoría de adeptos de conseguir al menos unas ganancias mínimas y consecuentes con semejante esfuerzo y compromiso personal.

Pero igualmente las dificultades que se presentan para que sea un trabajo verdaderamente digno y libre de intereses ocultos, detrás de los cuales estarían quienes están en la punta de la pirámide, quienes realmente si se benefician.

El informe del reconocido medio especializado en asuntos económicos advierte que “para llegar a recibir sus primeros ingresos por un $1 millón en el trabajo de venta directa, usted debe hacer bien la tarea”.

Pero así mismo presenta algunas experiencias, como el caso de una vendedora de Herbalife típica y normal, quien pide no se revele su nombre real.

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A Claudia Martínez (nombre cambiado) el tema la entusiasmó al comienzo porque alguien cercano la convenció a que entrara en Herbalife como una oportunidad de generar grandes ingresos.

“Fue por un muchacho que se veía superactivo, que le iba muy bien y que ya había dejado su empleo porque tomaba los productos. Entonces con mi esposo, tomamos la decisión de hacer la prueba del producto y eso nos llevó a involucrarnos más, hasta el punto que pedimos un crédito por $5 millones para convertirnos en supervisores y así entrar de lleno”, recuerda ella.

Eso fue hace 11 años, pero pronto empezó a llenarse de dudas porque la forma de hacer crecer la red involucraba a sus seres cercanos, como sus tíos, sus suegros y sus padres, ya que tocar puertas para vender el producto o alquilar un local para ofrecerlos no era lo más viable.

Además, en una convención, se sintió parte como de una religión y eso la llevó a tomar distancia. Al final se salió, tuvo que vender por debajo del precio real y lo que le quedó tuvo que consumirlo con su esposo.

Otro caso es el de Ángela Romero (nombre cambiado) quien vende productos de Avon, pertenece a Novaventa, ofrece Avon, Esika y Dupré.

Pero lo hace solo entre personas conocidas o compañeros del trabajo, esto último de manera muy reservada ya que en su empresa se arriesga a recibir sanciones por sacar tiempo para esta actividad. “En los últimos dos trabajos he tenido que hacer esto como ‘a escondidas’ porque creen que eso afecta la productividad y se presta para malos entendidos. Yo lo veo como algo de tiempo parcial y como para producir un dinero extra para gastos personales”, dice.

Maneja pedidos mínimos de $130.000 en adelante y la orden la hace cuando le cancelan al menos la mitad de lo que vale el producto y cuando recibe la otra mitad, se hace la entrega. “Es algo que sirve como para la gasolina de la moto, o para ir a comer algo diferente por fuera, pero para mi no es una alternativa de negocio independiente”, afirma.

Los dos casos demostrarían que para la gran mayoría de adeptos, este tipo de negocios no son ni de cerca una solución económica o laboral. Muy seguramente lo sean para unos cuantos, que no tengan mayores escrúpulos para cabalgar sobre un montón de cargaladrillos que hacen el trabajo sucio, con pingues ganancias.

La reconocida publicación financiera, concluye advirtiendo: “Aunque el negocio de las multinivel, o venta directa, está reglamentado por una ley de 2013 y por el decreto de este año no existe una lista oficial de cuáles son las compañías que están cumpliendo con la ley y cuáles no. ¿Por qué? Porque algunas de ellas terminan convertidas en pirámides”.

Apostilla: Aquí puede verse la nota de ‘Finanzas Personales’, ¿Cómo saber si una multinivel es una pirámide?

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