Aprovechó su último discurso para lanzar el mensaje más político sobre cómo debe avanzar el proceso de paz en Colombia.

“Si Colombia quiere una paz estable y duradera, tiene que dar urgentemente un paso” en la dirección “del bien común, de la equidad, de la justicia, del respeto de la naturaleza humana y de sus exigencias”, indicó el sumo pontífice durante el sermón de su eucaristía final en Cartagena.

Su primer consejo fue que en estos caminos de pacificación, como el que está viviendo Colombia, “donde se observa una delicada armonía entre la política y el derecho, no pueden obviar los procesos de la gente”.

En una misa ante cientos de miles de fieles congregados en el área portuaria Contecar, adonde llegó en helicóptero, el papa dijo que la paz “no se alcanza con el diseño de marcos normativos y arreglos institucionales entre grupos políticos o económicos de buena voluntad”.

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Aconsejó entonces “incorporar en nuestros procesos de paz la experiencia de sectores que, en muchas ocasiones, han sido invisibilizados, para que sean precisamente las comunidades quienes coloreen los procesos de memoria colectiva”.

En una Colombia fuertemente polarizada y con un alto nivel de crispación tras los acuerdos con las Farc, Francisco explicó que no se debe construir “un proyecto de unos pocos para unos pocos, o una minoría ilustrada o testimonial que se apropie de un sentimiento colectivo”.

“Se trata de un acuerdo para vivir juntos, de un pacto social y cultural”, agregó el papa.

También puntualizó que además del diálogo “las hondas heridas de la historia precisan necesariamente de instancias donde se haga justicia, se dé posibilidad a las víctimas de conocer la verdad, el daño sea convenientemente reparado y haya acciones claras para evitar que se repitan esos crímenes”.

Después el papa pasó a exhortar a los católicos sobre lo qué deben hacer para contribuir al proceso.

“Se nos exige generar desde abajo un cambio cultural: a la cultura de la muerte, de la violencia, respondemos con la cultura de la vida, del encuentro”

Para reforzar el concepto, como ya hizo en dos ocasiones en este viaje, volvió a citar a “ese escritor tan de ustedes, tan de todos (Gabriel García Márquez)”: “Este desastre cultural no se remedia ni con plomo ni con plata, sino con una educación para la paz, construida con amor sobre los escombros de un país enardecido donde nos levantamos temprano para seguirnos matándonos los unos a los otros”.

Entonces criticó la pasividad de algunos sectores católicos al exclamar: “Cuántas veces se normalizan procesos de violencia, exclusión social, sin que nuestra voz se alce ni nuestras manos acusen proféticamente”.

“No es posible convivir en paz sin hacer nada con aquello que corrompe la vida y atenta contra ella”, dijo al recordar problemas como el “drama lacerante de la droga, con la que algunos lucran despreciando las leyes morales y civiles”, o la explotación laboral, el blanqueo de dinero, la especulación financiera o los delitos y abusos contra los menores.

 

“Se nos exige generar desde abajo un cambio cultural: a la cultura de la muerte, de la violencia, responder con la cultura de la vida, del encuentro”

El pontífice también pidió rezar “por el rescate de aquellos que estuvieron errados y no por su destrucción, por la justicia y no la venganza, por la reparación en la verdad y no el olvido”.

Con información de EFE y AFP .

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