Palma de cera: el árbol nacional de Colombia en peligro por abandono estatal y desvío de fondos
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Visitar sitioCasi 40 años después de ser declarada árbol nacional, la palma de cera enfrenta su mayor amenaza.
El 16 de septiembre de 1985, mediante la Ley 61, la palma de cera del Quindío (Ceroxylon quindiuense) fue proclamada como el árbol nacional de Colombia, otorgándole una protección legal única en el país. A pesar de esta declaración simbólica, cuatro décadas más tarde las garantías legales para la supervivencia de esta especie emblemática siguen siendo insuficientes, según advierten ambientalistas y expertos locales, como Jessie Ortiz y Néstor Ocampo. Ambos denuncian que el Estado ha mostrado un abandono persistente respecto a la ejecución del plan de manejo y a la salvaguarda de los ecosistemas en los que crece la palma de cera, considerada fundamental tanto para la biodiversidad como para la identidad cultural de la región andina.
La relevancia de la palma de cera trasciende su valor ornamental: es hábitat de especies tan emblemáticas como el cóndor de los Andes y otras aves endémicas que dependen de estos bosques. La normativa colombiana contempló no solo su designación simbólica como árbol nacional, sino también la creación de reservas y santuarios destinados a asegurar su preservación, como se estableció en la Ley 2 de 1959 y la propia Ley 61 de 1985. Sin embargo, según documenta la Crónica del Quindío, estos compromisos legales apenas se han traducido en acciones palpables. Lo más preocupante, según Jessie Ortiz, es el incumplimiento del Plan de manejo 2015-2025, que solo se ha ejecutado en un 1 % respecto a la meta de siembra de entre 23.000 y 26.000 palmas, lo que cataloga de un “falso positivo ambiental”.
A esto se suma la denuncia de Néstor Ocampo, director de la Fundación Cosmos, acerca del uso inadecuado de fondos públicos. Según Ocampo, alrededor de 1.491 millones de pesos inicialmente destinados a la conservación de la palma de cera terminaron desviándose hacia proyectos insuficientemente justificados, como el fallido “Corredor Biológico de la Palma de Cera”, dirigido por la Corporación Autónoma Regional del Quindío (CRQ). Este programa no logró evidenciar, ni georreferenciar de manera concreta, las palmas supuestamente plantadas.
La problemática se torna visible especialmente en regiones como el Valle de Cocora, donde se reporta la casi total ausencia de palmas jóvenes y regeneración natural. Análisis técnicos realizados por la Universidad Nacional de Colombia en 2023 indican que la edad promedio de las palmas aumenta, mientras los nuevos brotes disminuyen, situación alarmante para la permanencia de la especie a mediano plazo.
Otras amenazas directas también persisten, como el uso indebido de clavos para colocar luces decorativas y la sospecha de envenenamientos asociados a intereses turísticos, conductas sobre las cuales las autoridades no han obtenido resultados claros en materia de sanciones, de acuerdo con la Crónica del Quindío. A pesar de estos desafíos, en el ámbito legislativo tampoco se han registrado avances: la reciente propuesta impulsada por activistas para renovar y fortalecer la protección legal de la palma de cera fue archivada sin discusión en la Cámara de Representantes, confirmando la falta de voluntad política, según registros del Senado de Colombia en 2024.
Frente a la ineficacia oficial, algunas organizaciones civiles han impulsado iniciativas como el “Palcera – Museo Científico y Botánico de la Palma de Cera”. Este proyecto pretende movilizar a la comunidad a través de actividades educativas y divulgativas, buscando replicar esquemas participativos de conservación presentes en otros países latinoamericanos, tal como lo documentó la Fundación Futuro Latinoamericano en 2024. Así, la supervivencia de la palma de cera depende ahora más que nunca de la articulación entre ciencia, activismo social y ciudadanía.
¿Por qué el Valle de Cocora es un lugar clave para la supervivencia de la palma de cera?
El Valle de Cocora se destaca como una de las últimas reservas naturales donde la palma de cera aún sobrevive en Colombia, según información de la Crónica del Quindío y análisis técnicos de la Universidad Nacional de Colombia. Este territorio no solo es relevante por su valor paisajístico, sino porque constituye uno de los pocos espacios en los que la regeneración y supervivencia de la palma podrían garantizarse a largo plazo, siempre y cuando existan planes efectivos de conservación y monitoreo. La ausencia de palmas jóvenes y regeneración natural en la zona intensifica la preocupación sobre el futuro de la especie, ya que el envejecimiento generalizado de los ejemplares y la carencia de nuevos brotes comprometen su continuidad.
Además, el Valle de Cocora es un referente nacional e internacional para el turismo ecológico, lo que agrega presión sobre el ecosistema. Las acciones o inacciones en este lugar tienen repercusiones directas sobre la imagen de Colombia como país comprometido con la conservación y también sobre la viabilidad de los proyectos comunitarios que dependen de la integridad ambiental de la palma de cera.
¿Qué es el "Palcera – Museo Científico y Botánico de la Palma de Cera" y cómo busca contribuir a la conservación?
El “Palcera – Museo Científico y Botánico de la Palma de Cera” es una iniciativa promovida por organizaciones ciudadanas para fomentar la conservación de la palma de cera a través de la participación activa de la comunidad. De acuerdo con las fuentes citadas, esta propuesta busca crear un espacio de educación, divulgación científica y encuentro entre ciudadanos, expertos y científicos, similar a modelos ya implementados en la región latinoamericana para fortalecer la gestión ambiental desde la base social.
Este museo pretende ofrecer exposiciones, talleres y actividades educativas que sensibilicen sobre el valor ecológico y cultural de la palma de cera, facilitando el diálogo y la colaboración entre distintos actores. La experiencia de otros ejemplos regionales, como museos de biodiversidad documentados por la Fundación Futuro Latinoamericano, demuestra que la integración comunitaria puede ser clave para revertir la crisis de conservación que enfrenta la especie en Colombia.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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