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Sandra Borda mandó, literalmente, al infierno a quienes la critican en redes sociales por omitir o marcar mal las tildes en sus trinos.
El infierno debe estar lleno del tipo de gente que le corrige a uno todo el tiempo las jodidas tildes aquí…”,
dijo Borda en su cuenta de Twitter.
Borda es decana de la facultad de Ciencias Sociales, que incluye, entre otros programas, Comunicación Social y Periodismo; por lo tanto, también lo dirige. Es decir, está a la cabeza de la formación de periodistas y comunicadores sociales, por lo que su rechazo a la forma correcta de escribir llama la atención, a pesar de que sea en el contexto de redes sociales.
Así fuera solo un cargo formal, con incidencia apenas administrativa sobre los programas que tiene a cargo, es por lo menos llamativo que piense de esa manera una académica que, irónicamente, hizo una cerrada defensa de los doctorados en días recientes, y que debe ser ejemplo para sus estudiantes y profesores (¿qué respaldo puede encontrar en ella un docente que pone nota deficiente a un estudiante por la mala ortografía en un trabajo escrito? ¿Es que se pueden disculpar unas tildes y otras no?).
Con su comentario, Borda abre un hiato (o sea, una grieta) por donde no solo se van a colar las vocales sin las “jodidas tildes”, sino las palabras sin la ‘jodida ortografía’, las oraciones sin la ‘jodida sintaxis’, y, en general, los enunciados sin la ‘jodida gramática’, sin contar los efectos que todo eso pueda tener en la ‘jodida pragmática’, que es donde, en realidad, cobra sentido el grueso de la comunicación entre los humanos.
Además, abundan los casos en que este signo afecta hasta el valor semántico de los enunciados. Una consideración por lo menos preocupante en cualquier programa de comunicación o en la clase más modesta de redacción.
La tilde es tan clave, que uno no sabe si ‘eso’ lastima o produce lástima; no sabe si se habla de un tubérculo o del progenitor de uno, como en el caso de “papa” y “papá”; o meterlo en líos con una escritora, cuando se quiere decir algo así como que “la mujer publica” cada dos años, y se escribe “la mujer pública”…, o generarle inconvenientes a un empresario cuando este pida por escrito “mirar las perdidas” y le lleguen con otra cosa. Y qué decir de trafico y de tráfico; eso en un país como este puede tener consecuencias que se pagan con cárcel.
Aunque a algunos de sus seguidores (41 al momento de escribir esta nota) les gustó su trino y otro tanto (16) lo compartió, otros pocos la criticaron:
Pues una tilde puede cambiarle el sentido a una frase. Como periodista debe dar ejemplo del escribir bien”,
dijo Jorge Montaño (@jorge_montao).
¿Entonces está mandando al infierno a todo aquel que le corrige una tilde? Buena capacidad de mejora tiene. Muy buena”,
dijo Mauricio Hernández M. (@mauricio_hdez).
Sandrita, a ti no te gusta que te corrijan, te gusta solo contradecir a todos los demás y tener siempre la razón”,
dijo alguien identificado solo como Luis Enrique (@Luchitoman08).
¿Por qué es necesario no menospreciar la correcta escritura en un programa de Comunicación Social y Periodismo?
Una respuesta muy práctica la dio Camilo Jiménez, en 2011, el polémico docente de la Universidad Javeriana que dijo haber renunciado a su cátedra por la baja calidad de los estudiantes:
[…] La palabra escrita les dará de comer a estos estudiantes cuando sean profesionales, no importa si se desempeñan como editores de libros, revistas o páginas web, como periodistas o como profesores e investigadores”,
dijo Jiménez.
No se necesita tener doctorado para entender la correlación entre la (correcta) escritura como expresión del lenguaje y el pensamiento. Cabe recordar que la escritura es un código (tal vez el más importante del ser humano por lo que ha significado para su crecimiento y avance como especie) socialmente aceptado por convención, al que hay que ceñirse para mejorar la comunicación humana, y que el conocimiento y aplicación de las normas que lo rigen (la ortografía, por ejemplo) son un factor de reconocimiento y movilidad social, especialmente para los jóvenes.
Podría argumentarse en contra de este texto que es mucho escándalo por una(s) simple(s) tilde(s), pero es que no lo afirma cualquier persona, sino la decana de una universidad.
La posición de Borda contrasta con algunos de los objetivos de las carreras de ciencias sociales de la Tadeo, expuestos en su página Web:
Esperamos que todos nuestros estudiantes sean capaces de comprender bien lo que leen y oyen, y de comunicarse con precisión, claridad y exactitud (y con calidad estética, si es posible), al hacer informes, exposiciones, proyectos y lo que requiera su ejercicio profesional”.
¿Cómo se hace eso sin una correcta escritura?
Sabemos que con esta nota nos metemos al infierno en el que cree Borda que deben estar todos los que le corrigen las tildes. Lo entendemos y aceptamos porque como productores de textos estamos permanentemente expuestos a cometer errores. Pero trabajamos todos los días no con la esperanza de que una tilde no deba ir, sino con el propósito de marcar todas las que sean necesarias.
Nota: Las opiniones expresadas en esta publicación solo comprometen a su autor y no pueden considerarse una posición oficial de Pulzo.com.
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