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Un grupo de indígenas de esa etnia se unió en una campaña para exigir respeto, luego de las controversiales palabras con las que el locutor se refirió a ellas.
“La mujer wayuu no se vende ni se regala. La dote no es sinónimo de compraventa ni es una transacción para que las mujeres seamos esclavas del hombre. La dote es la garantía de respeto hacia la mujer y sus familias”, dijo Peralta Epieyú en un video que reúne varias voces de mujeres de esa comunidad indígena de La Guajira.
La presidenta del movimiento Mais aclaró en la grabación que esa tradición de su cultura representa una “garantía” cuando una mujer wayuu se casa.
“Es el fortalecimiento del patrimonio económico que es administrado por nuestros tíos maternos para que, frente a cualquier circunstancia o calamidad, bien sea que nuestro esposo fallezca, enferme o simplemente abandone el hogar, nosotras podamos salir adelante, alimentar y proteger a nuestros hijos”, agregó Epieyú.
En la misma grabación, la también indígena wayuu Irina Fince explicó que el término dote, también conocido como ‘paünaa’ “es una simbología de respeto, unión y aprecio entre 2 familias. Así mismo se convierte en patrimonio de los futuros hijos de la nueva familia”.
En el video, 10 mujeres, entre ellas una niña, destacan la importancia que ellas tienen en su comunidad y exigen el respeto de sus tradiciones y no ser “objeto de ventas ni de burlas”, esto luego que se conociera una grabación en la que el locutor Fabio Zuleta, entre otras polémicas declaraciones, consulta por el ‘precio’ de una wayuu “de 20 años (…) sin pelitos, que no se mueva y para mantenerla encerrada”.
“Alzo mi voz en protesta para que no seamos nosotras las mujeres indígenas wayuu utilizadas para burlas y chistes de muy mal gusto”, indicó al respecto Yuris Curvelo, del clan uriana, al cual también pertenece la princesa Primeria Barros Pimienta, quien de igual manera puso en su sitio a Zuleta.
Sobre la dote, Peralta Epieyú dijo en Caracol Radio que ese término ha sido tergiversado desde hace muchos años, incluso por los mismos wayuu que “le han dado esa concepción de venta”, así como “los no wayuu que lo han interpretado y desinformado como una especie de venta”.
En la emisora, la líder indígena comparó esa costumbre con la de las arras que se entregan en un matrimonio civil pues se trata de “símbolos que perfeccionan la unión” y que no implican que a una mujer “se le pueda convertir en esclava sexual”, como lo insinuó Zuleta.
“Nadie serio dentro de la cultura wayuu, ninguna autoridad, te va a entender cuando le digas: ‘véndeme una’. Te van a decir: ‘¿qué te voy a vender, un chivo, una vaca?’”, comentó Epieyú en la frecuencia radial.
La “tergiversación” que menciona la presidenta de Mais, en efecto, no es una novedad. En un artículo de El Tiempo, publicado en 1997, la entonces presidenta de la Corporación Autónoma del Festival de la Cultura Wayuu, María Idalida Plata de Bruges, explicó así esa malinterpretación:
“Los arijunas (hombre de la cultura occidental) creen que la dote es una forma que tienen los padres de vender a la hija, pero no es así, lo que pasa es que la mujer quiere demostrarle al resto de la sociedad y a ella misma de que tiene que garantizarle un fortalecimiento económico para el matrimonio. La mujer no se regala y mucho menos se vende”.
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