Caen ‘Los Arrayanes’, banda que expendía droga y tenía policías infiltrados en Bogotá
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Programa de investigación periodística emitido en treinta y cinco canales de televisión en el mundo. Con su slogan: historias diferentes, Testigo Directo se convierte en uno de los magazines periodísticos independientes de reconocimiento en la televisión estadounidense y colombiana, como entre los cibernautas.
Visitar sitioDurante cinco años, la estructura criminal delinquió a plena luz del día en el centro de la ciudad. Policías aceptaban sobornos para filtrar información.
Durante cinco años, una estructura criminal denominada ‘Los Arrayanes’ operó a plena luz del día en el centro de Bogotá, vendiendo alucinógenos de manera permanente y extendiendo su control sobre varias cuadras del barrio Veracruz. Su negocio, además de ser rentable, funcionaba bajo una red de corrupción y violencia que alcanzó incluso a miembros de la Policía.
De acuerdo con las autoridades, varios uniformados fueron puestos a disposición de la Fiscalía tras comprobarse que filtraban información sobre los operativos a los integrantes de la banda. “Estos hombres aparentemente venían entregando datos de manera oportuna a la organización delincuencial”, explicó un coronel encargado del caso.
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La investigación se logró gracias a un agente encubierto que, haciéndose pasar por consumidor, grabó con cámara oculta las transacciones de droga. Los videos evidencian cómo los expendedores actuaban sin temor, mientras otros aparentaban requisas o retenes para distraer a las autoridades. Los expendios funcionaban desde las 6 de la mañana hasta altas horas de la noche.
En los restaurantes, las boliranas o entre la basura del suelo se escondían dosis de marihuana, bazuco y cocaína. Uno de los puntos más activos era el local de alias Mirella, madre de alias Jeison, considerado cabecilla de la estructura.
El grupo tenía una organización jerárquica: alias Jeison y su pareja lideraban la red; alias ‘Cucaracho’ era su mano derecha, y otros miembros, como alias ‘Dino’, alias ‘Burro’ y alias ‘La Gorda’, se encargaban de administrar los turnos de venta. En total, al menos 15 expendedores diarios se rotaban en las esquinas para mantener el negocio activo. Las autoridades también confirmaron que la estructura instrumentalizaba menores de edad, incluso a los propios hijos de los expendedores.
“Les daban la droga para que la vendieran y así evitar la judicialización”, afirmó un investigador. La abogada y psicóloga Cindy Franco advirtió que este comportamiento agrava la pena, al involucrar a personas indefensas en actividades criminales.
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Además, la organización usaba armas de fuego para intimidar a quienes intentaran vender droga en la zona, golpeando a competidores para imponer su dominio. Según cálculos oficiales, la banda generaba hasta 15 millones de pesos por fin de semana y cerca de 300 millones de pesos mensuales.
La caída de ‘Los Arrayanes’ revela cómo el microtráfico en Bogotá se sostiene sobre tres pilares: la corrupción policial, el miedo ciudadano y la explotación de los más vulnerables. Pese a las capturas, las autoridades reconocen que el negocio del microtráfico continúa latente en la capital y que la lucha contra estas redes criminales está lejos de terminar.
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