
La Interconexión Cuestecitas–Copey–Fundación: energía limpia, innovación y tensiones en La Guajira
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Visitar sitioLa nueva interconexión eléctrica impulsa la energía limpia en Colombia, pero enfrenta retos sociales y ambientales.
La Interconexión Cuestecitas–Copey–Fundación, formalmente entregada en octubre de 2025, se ha consolidado como uno de los hitos principales en la política energética colombiana. Este proyecto, liderado por el Ministerio de Minas y Energía junto con INTERCOLOMBIA —filial del grupo eléctrico ISA—, costó 147 millones de dólares y abarca la construcción de 270 kilómetros de líneas de transmisión de alto voltaje. Como parte de la obra, se amplió la capacidad de tres subestaciones y se edificó una cuarta, Nueva Cuestecitas, que introduce una tecnología encapsulada de 500 mil voltios, inédita en La Guajira. Esta innovación es esencial ya que conecta una de las regiones con mayor potencial en generación de energías eólica y solar directamente al Sistema Nacional de Transmisión, facilitando la distribución de energía limpia a lo largo del Caribe Colombiano y, por lo tanto, reduciendo la dependencia nacional de fuentes tradicionales basadas en combustibles fósiles, según información oficial del Ministerio de Minas y Energía.
No obstante, la importancia de la interconexión va más allá de la ejecución técnica. El Centro Nacional de Planeamiento e Información Energética (CENPE) destacó que, solo en 2024, la capacidad de generación renovable no convencional colombiana incrementó más de 1.000 megavatios, con La Guajira como epicentro. Este desarrollo, sin embargo, dependía de una red de transmisión eficiente y robusta, un “cuello de botella” identificado en múltiples reportes sectoriales. Atender ese rezago representa una condición necesaria para alcanzar el objetivo de que un 30% de la matriz energética nacional provenga de fuentes renovables en 2030, conforme propone el Plan Nacional de Desarrollo.
El efecto de la interconexión también se manifiesta en términos ambientales y sociales. Se invirtieron 54 mil millones de pesos colombianos en compensaciones y acciones en 900 hectáreas de ecosistemas estratégicos; sin embargo, la Contraloría General subraya que existen limitaciones en la trazabilidad y seguimiento de estas intervenciones, aspecto urgente en territorios de alta fragilidad ecológica como La Guajira. A la vez, informes recientes de organizaciones como Dejusticia documentan tensiones y cuestionamientos por parte de comunidades indígenas wayúu, quienes han expresado inconformidad ante lo que perciben como consultas previas insuficientes e impactos negativos sobre sus costumbres y territorios.
Mirando al contexto internacional, los procesos de transición energética han requerido algo más que avances tecnológicos: la aceptación social y la participación comunitaria han sido fundamentales, como evidencian los casos de Alemania y España, según evaluaciones del Instituto de Recursos Mundiales (WRI). Colombia, entonces, enfrenta el desafío de armonizar el crecimiento urgente de proyectos renovables con el respeto por la diversidad cultural y los derechos colectivos, un aspecto central para la sostenibilidad de su transformación eléctrica.
De cara al futuro, la experiencia acumulada con la Interconexión Cuestecitas–Copey–Fundación enseña que el camino hacia la transición energética demandará no solo más infraestructura —la Unidad de Planeación Minero Energética recomienda al menos seis proyectos similares en la próxima década—, sino también un fortalecimiento efectivo de la gobernanza local, transparencia en los procesos y, sobre todo, una mayor inclusión de las comunidades en la toma de decisiones para garantizar legitimidad y sostenibilidad a largo plazo.
¿Qué significa transición energética y por qué es relevante en Colombia?
La transición energética se refiere al proceso de transformar el modelo de generación y consumo de energía, pasando de fuentes fósiles (como el carbón y el gas) a fuentes renovables y limpias (solar, eólica, hidroeléctrica), buscando disminuir las emisiones contaminantes y combatir el cambio climático. En Colombia, este proceso gana importancia debido a la gran disponibilidad de recursos renovables y a la necesidad de diversificar la matriz energética, elevando su sostenibilidad y seguridad ante fenómenos climáticos extremos y la volatilidad del mercado global de combustibles.
¿Cuál es el papel de las comunidades indígenas en el desarrollo de proyectos energéticos?
Las comunidades indígenas, como los wayúu en La Guajira, ocupan territorios de alta riqueza ambiental y cultural, que suelen coincidir con áreas estratégicas para la expansión energética. En Colombia, existe el derecho constitucional a la consulta previa para proyectos que puedan afectar parcelas colectivas, territorios ancestrales o modos de vida tradicionales. La inclusión o no de estas comunidades en las decisiones sobre megaproyectos determina no solo la legitimidad de la intervención, sino también el éxito o fracaso social de tales emprendimientos, como se ha documentado en informes de la Contraloría General y organizaciones especializadas como Dejusticia.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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