Por: Radionica

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Este artículo fue curado por Marizol Gómez   Dic 26, 2023 - 4:43 pm
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Junto a Patricia Bastidas Usman, psicóloga hace 10 años bajo el enfoque integrativo holístico, conversamos al respecto y te contamos lo que debes saber para afrontar, superar y mirar con gratitud estas relaciones que también acaban, porque muy bien lo decía Lavoe: “nada dura para siempre, tenemos que recordar que no existe eternidad”.

¿En qué piensan cuando hablamos de amistad? Quizás en confianza, respeto, comprensión, apoyo mutuo y compromiso, pilares básicos para el desarrollo de la personalidad y valores inherentes a la creación de vínculos sanos desde la niñez, no solo con los padres sino también con los pares.

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La percepción de la amistad cambia dependiendo de la etapa de la vida, así lo explica nuestra invitada: “durante los primeros 8 años de vida la relación más importante es con los padres. Luego, con las personas de nuestra edad, ahí empezamos a trabajar algo muy importante desde la psicología que es pertenecer a un grupo: el ser aceptado y sentirnos incluidos influye en el tipo de apego que desarrollamos, el cual vamos a vivenciar en cada una de nuestras relaciones”. 

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Este apego, del que hablaba John Bowlby durante la década de los 70, es fundamental para determinar desde donde nos relacionaremos en el futuro y con base en qué construiremos las relaciones, si lo haremos desde la seguridad, la ambivalencia, la evitación o la desorganización, mira este vídeo para entender un poco más:

 

 

Más adelante, continua la psicóloga: “cuando llegamos a la adolescencia, se trata de un tema un poco más profundo en cuanto a la aceptación, no solamente del grupo, sino de mí mismo. El foco no solamente va a ser los amigos como tal, sino también en explorar el amor. Ya en la adultez la amistad se convierte en un soporte, en un sostén que nos permite crear redes de apoyo”.

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La amistad, entonces, crece, se transforma y encuentra sus prioridades, tal como nosotros con el paso de los años. Las amistades siempre permanecen como un vínculo que es necesario cultivar para contribuir a nuestro bienestar, por qué ¿qué sería de la vida sin amigos? No tendríamos con quien reírnos a carcajadas mientras recordamos la complicidad del pasado y no existiría esa persona que con su compañía, palabras y abrazo ilumina nuestra vida en momentos de verdadero caos y oscuridad, de ahí que los Enanitos Verdes tenían razón: “un amigo es una luz”.

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Últimamente nos topamos más a menudo con la expresión “red flags”, muy propio de los millennial y la generación Z. Se usa para evidenciar las conductas negativas sobre las que debemos permanecer alerta al momento de relacionarnos con alguien, las cuales no se deben ignorar ya que son el preámbulo de una actitud recurrente a futuro.

Como todas las relaciones, la amistad también tiene sus zonas de sombra. Aunque suena muy hermoso hablar de este lazo desde la reciprocidad, el amor y la confianza, a veces estos vínculos pueden generar todo lo contrario y ser, en vez de armonía, una tensión constante. 

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“Una alerta principal es que tu sientas que no puedes ser tú mismo, que te sientas juzgado todo el tiempo, eso quiere decir que estas en el lugar equivocado porque no estas satisfaciendo tus necesidades, sino que quizá esa interacción amistosa, está basada en otras cosas diferentes a los valores de afecto”, comenta la psicóloga.

Por otra parte “cuando el afecto, el respeto y el apoyo mutuo solamente van una sola dirección, algo pasa y empieza a fallar, entonces hay que revisar ese panorama de lo que estamos dando y recibiendo”, continúa.

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Finalmente, deben evaluarse muy bien las emociones y estados emocionales que generan ese vínculo: “si la amistad es un soporte y un sustento de nuestra personalidad y de la vida en general, se supone que no debería generarnos ni estrés ni ansiedad. Entonces, si empieza a generarte este tipo de sensaciones, hay que hacer un alto y revisar porque me está afectando y qué tan sano es continuar con esa relación”, agrega nuestra invitada.

Cuando todo se acaba la tristeza nos inunda, empezamos a escuchar canciones tristes para sentirnos mejor, “la hora de la lloración” se convierte en nuestra playlist favorita para acentuar el dolor y reforzar la idea de que todo se ha perdido. El drama sale a flote, tanto que Shakespeare se sentiría orgulloso de la novela que estamos creando.

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Y es normal, absolutamente normal, porque esta tusa es un duelo. “Desde la perspectiva psicológica, el duelo viene de la palabra dolor, de la pérdida, y no solamente perdemos parejas, perdemos también otro tipo de seres queridos como amigos, una mascota o algo que es muy importante para ti y tienes que atravesar esas etapas que sugiere el duelo”, explica la profesional.

Las etapas del duelo inician en la negación, seguido por la ira o el enojo, pasando por la depresión, la negociación y finalmente la aceptaciónpuedes leer más sobre cada etapa aquí.

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La intensidad de este duelo estará determinada por el criterio de cada persona y por la importancia que se atribuye a esta amistad ya que existen diferentes concepciones. Estan quienes asumen a sus amigos como su familia y hay quienes consideran la amistad como algo transitorio, desde cada perspectiva el dolor será más o menos intenso.

Nuestra psicóloga invitada enfatiza en los consejos para afrontar esta situación: validar todas las emociones que se susciten en cada fase; dedicar tiempo a sí mismo para entender los aprendizajes; generar nuevos hábitos para reafirmar valores, gustos, limites, para responder a la pregunta ¿quién soy?; entender que cada proceso lleva su tiempo; ser compasivo consigo mismo y escuchar tus necesidades para sentirte mejor.

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Una vez, con una botella de vino subida a mi cabeza, llamé a mi amiga -la que me dejó entusada-. Quería hablarle sobre todo el dolor que me estaba causando su distancia, evidentemente estaba atravesando la fase del enojo y la depresión al tiempo. Ahora que lo veo en retrospectiva, no respeté sus límites ya que ella me pidió distancia por un tiempo. 

Al respecto, la psicologa Bastidas Usman hace énfasis en algunas acciones o actitudes a evitar medio del duelo:

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  • Irrespetar los límites: cada persona tiene su propio proceso y transgredir los limites de tiempo, espacio y acciones lo único que provocara es más distancia.
  • Buscar culpables: no tiene sentido seguir en el mismo renglón, sí alguien hizo o no algo es irrelevante, en este punto habrá mucho más por revisar, por ejemplo, a veces una relación no funciona porque ya no estaban vibrando en la misma sintonía o porque los intereses cambiaron y ya era hora de soltar.

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  • Alimentar sentimientos negativos: como el resentimiento o la culpa que impulsan constantemente a buscar explicaciones que no van a cambiar la situación y que no te van a hacer sentir bien.

Quizás, lo más penoso del final es ver hacia el pasado y encontrarse con un mar de recuerdos que abren más la herida, pues esta recapitulación puede suscitar la nostalgia o la rabia. La primera nos habla de continuar en una etapa del duelo cargada de dolor, justo ahí es bueno recetarse tiempo y revisar la historia propia, para conocer las heridas que corresponde sanar a nivel personal, aquellas que llevaron a tolerar las “red flags” o a actuar de manera inadecuada.

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Pero cuando es la rabia la protagonista, vale la pena hacer una pausa para ser consciente de los sentimientos y pensamientos que llegan a la mente y al corazón, aquellas que generan estrés, ansiedad e incomodidad.

Sobre esto último, seguro habrá palabras que quieren ser dichas y para decirlas la mejor herramienta es la escritura. ¿Qué tal si escribes una carta con ese sentir, ahondando en cada emoción y al final descargando lo que te pesa? Claro, esta carta será solo para ti, no tendrá un destinatario ni un lector. 

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Escribir, cantar, pintar o cualquier expresión del arte, son herramientas muy prácticas para sublimar este tipo de emociones, para afrontar el duelo, continuar la vida y dejar el dolor atrás. Al igual que la meditación, la cual ayuda a conectar contigo mismo y con tus propias necesidades”, menciona la psicóloga.

De la misma forma se encuentra el yoga: “cuando tú estiras y mueves tu cuerpo, este se vuelve flexible, de alguna manera tu mente también lo hace. Entonces, es una herramienta que te ayuda a tener más flexibilidad mental, más apertura y cultivar otra perspectiva que te ayuda a conectar con el momento presente”.  Si esta idea te hace sentido, puedes empezar con esta sencilla práctica que sugerimos desde Radiónica.

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Las perdidas siempre enseñan, cuando se pierde algo hay una ruptura entre la vida conocida y la que vendrá, añoramos el pasado y nos angustiamos por el futuro, de ahí que vivir el momento presente es clave para sobrellevar el duelo y, en particular, la tusa de perder una amistad.

Ninguna relación ofrece garantías, no hay seguro para la reciprocidad, ni hipoteca para la eternidad, “por eso tanta necesidad de hacer conciencia en vivir este momento presente y gozártelo como nunca. Aceptar la idea de que cada persona llega a tu vida con un propósito y con un tiempo, cuando esa persona ya te entrego lo que tenía que entregarte y tú a ella, quizá, tiene que partir ¡y está bien!”

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Cuando alguien se va no necesariamente deja solo dolor, también hay enseñanzas, aprendizajes y un universo interno que se abre para descubrirlo, cada persona llega o se va para mostrarnos algo de la vida y de aquello que hay que sanar, eso posibilita soltar y así no aferrarse a situaciones o personas.

No se trata de desapegarnos, el apego es una necesidad humana, se trata entonces, de crear apegos sanos, de llevarlo a un punto donde mis vínculos y mis relaciones sean tranquilas, sean recíprocas sean amorosas, sean de validación y no ansiosas, ni evitativas, ni ambivalentes”, cierra nuestra invitada.

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A las amistades que se fueron también hay que verlas con gratitud, bendecir la despedida, así como bendecimos la llegada y recordar siempre con amor la persona que fuimos y la que somos hoy gracias a este vínculo.

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Un sentir colectivo a los y las protagonistas de nuestras tusas por amistad: ahora siento mucha gratitud por la vida que compartimos en conjunto, por el cariño recíproco y por la complicidad, tu partida me enseñó más de mí de lo que imaginas, gracias también por eso. Deseo que la alegría y el amor acompañen tus días.

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